martes, 17 de enero de 2017

Zamora 200



Omar Gómez

En esta Época Bicentenaria, nada más acertado que tomar a uno de nuestros próceres, que constituye una de las raíces del árbol de la Revolución Bolivariana como eje para la conmemoración de la gran gesta independentista y federal. El árbol de las tres raíces, con una más representada en el pensamiento integrador del Comandante Hugo Chávez, es la guía de nuestra Revolución, caracterizada por su independencia del pensamiento eurocéntrico y su reivindicación genuinamente autóctona, endógena y patriota.

En ese marco, próximos al Bicentenario del Natalicio del General del Pueblo Soberano, se desarrollaron el pasado 14 de enero, unos ejercicios cívico-militares en donde se movilizó más de medio millón de venezolanos. La cifra es particularmente importante si se destaca que estamos hablando de un país que cuenta con un ejército activo que no llega a la mitad de los movilizados ese día. Es decir, que hubo mayor cantidad de civiles que de militares.

Esto es interesante porque señala una orientación en la defensa de la soberanía nacional. Al contrario de lo que comúnmente se piensa, la defensa nacional no puede estar solo en manos de la Fuerza Armada, sino del pueblo todo movilizado, organizado, consciente y unido con los militares. Esto constituye una vieja discusión entre la izquierda y la derecha. La derecha concibe, tal como hizo durante el puntofijismo, que la Fuerza Armada constituye una élite, que no se debe mezclar con los civiles, siendo dueña del monopolio de la defensa de la Nación.

Sin embargo, históricamente hemos visto que los ejércitos solos, no sirven para ganar batallas de liberación, y mucho menos para superar el colonialismo y las invasiones. En nuestra Guerra de Independencia se demostró que durante la Primera y Segunda República, la tarea de liberar a la Patria recayó casi exclusivamente en el ejército formal. Cuando Bolívar entendió que solo el pueblo en armas podía lograr la liberación de Venezuela se pudo dar un vuelco a la lucha independentista, incorporando a los esclavos y a los mestizos,  unidos y organizados en un objetivo común de liberación. Fue así como conseguimos derrotar de manera definitiva al Imperio Español.

Otro tanto ocurrió con Zamora, quien entendió en sus luchas que solo el pueblo en armas, con perfecta unión cívico militar, podía alcanzar la Revolución. Al ser asesinado Zamora, quienes siguieron la lucha abandonaron esa tesis, se concentraron en los ejércitos formales, teniendo como consecuencia años de batalla estéril en donde ninguno de los dos ejércitos enfrentados alcanzó la supremacía. Solo un acuerdo de élites, el Tratado de Coche, pudo poner fin a la Guerra Federal.

Fuera del país, tenemos ejemplos de sobra de cómo, cuando un pueblo unido toma para sí las banderas de la liberación y defensa, puede entonces enfrentarse de manera exitosa a quien sea, incluso a los imperios más poderosos del mundo. Basta mencionar el caso de Cuba que derrotó a los Estado Unidos en Bahía de Cochinos, o cómo fueron derrotados los franceses y norteamericanos en Vietnam.

Ante el peligro que representa la renovación del Decreto de Obama que nos señala como una amenaza inusual y extraordinaria contra los Estados Unidos, y ante las pretensiones serviles de la derecha apátrida de entregar la Patria, el pueblo venezolano no puede quedarse de manera pasiva a la expectativa. Es urgente mantenerse organizado, preparado y en permanente movilización ante el peligro cierto de una invasión, de un golpe de estado o de los golpes suaves que han estado en pleno desarrollo. El Gobierno del Presidente Maduro y la Revolución Bolivariana cuenta con los hijos de Chávez, con los herederos de Bolívar para derrotar al Imperialismo y lograr la construcción del Socialismo.

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