viernes, 29 de enero de 2016

Innovación, tecnología y ciencia de oropel (II)

Bernardo Ancidey
Anteriormente sugerimos superar el paradigma baconiano sobre el cual está montada nuestra política científica, porque desconoce que en el capitalismo, el avance científico y tecnológico es consecuencia del desarrollo económico y no al revés. Cuestionamos la visión romántica y falsa de separación entre investigación básica y aplicada, argumento muy recurrido para decir que la primera, dada su naturaleza, debe ser financiada por el Estado, porque desconoce que la mayor parte de la "investigación básica" también se realiza en las empresas o en los centros que dependen de ellas.
La articulación que permite convertir ideas y descubrimientos en nuevos bienes y servicios, no existe cuando el Estado financia la investigación esperando que surjan beneficios económicos. Esta visión es una ilusión en el capitalismo central y en el periférico, como en Venezuela, la esperanza es pura fantasía, dado el carácter parasitario de nuestra burguesía, la cual solo innova en su capacidad para captar la renta petrolera y nuestra fuerza de trabajo.
Francia a inicios del siglo XIX tenía los mejores científicos de la época, sin embargo la revolución industrial se realizó en Inglaterra y Holanda, y la hicieron los burgueses sin investigación científica previa. La máquina de vapor del siglo XIX precedió a la termodinámica y 150 años antes ocurrió lo mismo con la mecánica newtoniana, la cual se desarrolló por el creciente comercio marítimo del mercantilismo europeo. En ciencias de la salud, las brechas son aún más impresionantes, para poder relacionar el descubrimiento de la vida microscópica con las enfermedades pasaron casi dos siglos para se pudiera traducir en una mejora en la calidad de vida. De modo que no hay una relación causa-efecto entre ciencia e innovación para la mejora de la vida social.
Este hecho es aún más chocante cuando observamos que la ciencia soviética en el siglo XX se adelantó en matemáticas, investigación espacial y armamento nuclear, pero esto no se tradujo en una mejora de la capacidad productiva y en la calidad de vida de los pueblos de la hoy extinta Unión Soviética.
La lección es simple: el capitalismo de estado o mejor dicho el Modo de Producción Asiático 2.0, aunque puede lograr grandes avances en el desarrollo científico, no puede competir con el capitalismo en cuanto a transformar los resultados de su estamento científico y tecnológico en el desarrollo de sus fuerzas productivas. La discusión sobre la ciencia, tecnología e innovación en Venezuela y el rol del Estado, en el fondo no es más que otro ejercicio retórico en base a opiniones que parecen distintas, pero que en realidad comulgan con el mismo modelo baconiano.
El primer error se basa en confundir investigación científica con innovación. La innovación no es ciencia ni la requiere, es sobre todo empiria, voluntad, tesón y riesgo y es posible realizarla utilizando solamente actividades gerenciales, sin componentes "duros". Y reiteramos, ocurre principalmente en la "línea de producción" o en el lugar de trabajo, y no en el laboratorio científico. El objetivo de hacer por ejemplo, el IVIC un centro de innovación tecnológica, solo podrá lograrse contratando nuevo personal especializado en esa área, ya que a menos que haya una guerra que lo exija (como en el caso del Proyecto Manhattan que condujo a la bomba atómica en la segunda guerra mundial), los científicos no suelen convertirse en tecnólogos. El científico busca explicaciones, el saber el porqué pasan ciertas cosas, mientras que el tecnólogo quiere cambiarlas, haciéndolas mejores o transformándolas completamente, son dos perspectivas distintas y es raro encontrar ambas orientaciones en una misma persona.
El segundo error es creer que la actividad científica puede ser de alguna manera "democratizada", lo cual revela la profunda confusión de algunos acerca de lo que hacen los científicos. Se observa aquí la influencia nefasta del constructivismo social y del postmodernismo en las políticas públicas venezolanas, al sostener la idea que "los saberes" son producto de convencionalismos sociales, de modo que en materia de conocimiento vale todo. Si así fuera y no existieran las restricciones que impone la realidad, encontrar la cura del cáncer, realizar la fusión nuclear controlada, predecir el clima o llegar a Marte, serían solo un punto de discusión en una asamblea.
La actividad científica no es pública, no es "democratizable", en el sentido que lo es la educación, el transporte o la política. Aunque es verdad que cualquiera puede ser científico, y que estos hacen públicas sus investigaciones mediante artículos en revistas, la realidad es que sin manejar el conocimiento tácito en una determinada disciplina, es muy poco probable que pueda obtener algún beneficio de dicho bien. Solo los que pertenecen a dicho "colegio", luego de muchos años de estudio es que pueden entender de qué se trata. Por eso las empresas los contratan, para que seleccionen entre los centenas de miles o millones de artículos que se publican en su especialidad, aquellos que sean relevantes, y poder a su vez sacar algún provecho del mismo, sea para copiar los resultados o para encauzar su propia investigación. El "copiado" no es simple, porque se requiere muchísimo conocimiento científico tácito para poder hacerlo debidamente.
El tercer error, es común a las dos posiciones: la creencia que el Estado es el responsable por el financiamiento de la actividad científica y de innovación, sea a través de centros como el IVIC o desde las universidades públicas. Los científicos suelen ser muy convincentes en este punto y en Venezuela no deben esforzarse mucho, porque es un punto que se da por sentado en nuestra sociedad. La verdad es que si mañana el Estado decidiera no dar ni un centavo para la investigación científica, además de que unas 10 mil personas tal vez se queden sin ingresos, es poco lo que cambiaría en el país, porque su actividad no tiene ningún impacto en el tejido socio-productivo. Pasará algo similar al despido de más de veinte mil "meritócratas" de PDVSA: absolutamente nada.
Llegados a este punto nos preguntarnos si tiene algún sentido continuar con estas políticas, si se requiere abandonarlas o modificarlas. Abordaremos este tema en el marco de la construcción de una sociedad socialista.
Lo primero que debo señalar es que al igual que en el caso de la educación, el hecho que esta no incide en el crecimiento de la producción o en la industrialización, no es razón para no apoyarla por el conjunto de los otros valores que consideramos importante promover en la sociedad. Es decir, no es necesario apelar a razones estrictamente económicas para justificar la masificación de la educación para todas y todos, basta pensar en la importancia de la formación integral, continua y para toda la vida, y lograr un pueblo cada vez más instruido y capaz de disfrutar y apreciar los bienes culturales tanto los propios creados por el pueblo venezolano como los del conjunto de la humanidad. En ese mismo sentido la ciencia debe apoyarse porque nos interesa responder a las infinitas interrogantes sobre nuestro mundo, a cultivar el escepticismo crítico, combatir la ignorancia y el pensamiento mágico, promover la racionalidad, la solidez de los argumentos, la curiosidad, el pensamiento lógico, el debate público e informado, y el valor de las evidencias para sostener determinadas creencias.
De modo que es bueno que se continúe invirtiendo en educación y en la ciencia, pero sin esperar que de allí salga el amor a la libertad o el motor para impulsar la producción y la industrialización. Ya el pueblo venezolano ha demostrado en demasiadas ocasiones que no necesita que alguien le enseñe desde una cátedra el amor a la libertad. Y en cuanto a la innovación y la producción, estoy convencido que esta será obra del emprendimiento colectivo aguijoneado por la necesidad y de nadie más, porque es una fantasía de socialistas desencaminados esperar que ahora sí, la burguesía nacional hará algo distinto de parasitar. Más de setenta años de espera son harto suficientes.
La verdad es que mientras sigamos fortaleciendo, como lo venimos haciendo, a una economía capitalista periférica, cualquier cosa que hagamos que no apunte a desmantelar esta situación, será totalmente inútil. Incluso si decidimos incrementar los recursos para promover la ciencia y la tecnología invirtiendo millones de dólares en la educación y en ciencia y tecnología, el impacto sobre las hilachas del actual tejido productivo venezolano será más o menos nulo y el efecto principal será que otros países terminarán aprovechando a los expertos de alto nivel que formemos en Venezuela, como lamentablemente viene ocurriendo desde que tengo memoria.

miércoles, 27 de enero de 2016

Innovación, tecnología y ciencia de oropel

Bernardo Ancidey
No es cierto que un pueblo más culto y más sabio sea más productivo y libre. De hecho existen instituciones como el BID que suelen vendernos la idea que la mejor inversión es la realizada en educación. También damos por sentado el carácter imprescindible de la educación universitaria y la investigación científica para el desarrollo económico. Empero estas no son más que creencias con poco o ningún soporte. La extensión de los servicios educativos y el crecimiento en la investigación científica suelen ser resultados, efectos, mas no causas del desarrollo económico. Son una forma de distribuir la riqueza, pero no de generarla. Y en cuanto a la libertad, basta recordar que Alemania el pueblo más culto de Europa, fue precisamente el que abrazó con más fuerzas las cadenas del fascismo. Fenómeno que también se reproduce en Venezuela, con una burguesía aparentemente instruida, pero enamorada del totalitarismo.
La innovación se realiza principalmente por las organizaciones o ramas empresariales desde la cadena productiva, mientras que el aporte de las universidades o centros de investigación científica públicos es marginal. Una lectura de los procesos de industrialización en el mundo entero, desde la revolución industrial holandesa y británica a fines del siglo XVIII, pasando por la alemana y de los EEUU de mediados del siglo XIX, y las más recientes del sudeste asiático y china, lo confirman. Las innovaciones tecnológicas provienen de emprendimientos de innovadores que pueden tener o no formación universitaria. Y en las empresas transnacionales, sus innovaciones, pese a disponer de grandes centros de investigación (Monsanto tiene casi tantos doctores como toda Venezuela), son más resultados del mejoramiento continuo, a través del aporte diario de sus propios trabajadores e ingenieros a nivel de fábrica. Estas evidencias contradicen la creencia tradicional de los “grandes descubrimientos e innovaciones”, que suelen vendernos los medios de comunicación y en general la historiografía “épica” de la ciencia y tecnología. Razón tenía Karl Marx cuando decía en El Manifiesto Comunista, que la burguesía no puede existir sin revolucionar constantemente los instrumentos de producción y esto lo hace desde sus empresas y no desde universidades o centros de investigación públicos.
El reconocimiento de estos hechos obligan a repensar las políticas públicas, en las cuales prela un dirigismo que aspira de manera explícita y a contracorriente de las lecciones de la historia, colocar la investigación al servicio de la producción, cuando estos procesos ocurren justamente al revés. Es la necesidad de mejorar procesos y técnicas lo que lleva a la innovación y esta se gesta justamente por los propios operarios en las plantas.
En cuanto a la promoción del Estado de la actividad científica y tecnológica, la realidad histórica y actual, es que su efecto positivo es prácticamente nulo en cuanto al desarrollo de las fuerzas productivas. Es una ciencia de oropel, por lo general costosa y desvinculada de la actividad productiva. Y no por que exista algo erróneo en la actividad científica que se realiza, sino que la proyección de la misma sobre el conjunto de la sociedad es mínima.
En Venezuela existe creatividad y hay investigación de calidad, el problema es que no existen en el país procesos autosostenibles que permitan traducir estos avances sobre el conjunto social. Ideas y descubrimientos que se realizan en nuestros centros de investigación públicos y universidades, tan solo engordan la bibliografía científica y los estantes de las bibliotecas, en formas de miles de artículos, ponencias, informes y tesis de grado, que casi nadie lee, excepto una minoría de académicos o estudiantes que alguna vez las hojean. Pero no debemos creer que esto ocurre solo en nuestro país, es un fenómeno común en otras latitudes que también se refleja en las miles de patentes que languidecen en todo el mundo, mientras que las realmente valiosas son escasas y casi siempre pertenecen a las transnacionales.
El problema es que nuestra visión de la actividad científica y tecnológica, está montada sobre el modelo lineal de Francis Bacon del siglo XVI, para el cual la actividad científica debía ser promovida por el Estado, y luego traducida en investigación aplicada o innovación tecnológica y finalmente utilizada por el sector productivo. Pero el mecanismo real es que las empresas innovan constantemente en la propia línea de producción por el aporte de obreros e ingenieros. En las empresas pequeñas y medianas la innovación es realizada por los emprendedores para mantenerse a flote y en las grandes, se despliegan laboratorios y talleres donde se realizan las llamadas actividades de investigación y desarrollo. Las empresas aún más grandes, financian centros de investigación de alto nivel e incluso instituciones académicas, de manera directa o indirecta a través de “fundaciones”.
Los avances que se obtienen de dichas investigaciones se traducen en nuevos productos y servicios porque las empresas tienen la capacidad y la infraestructura para traducir ideas e innovaciones y realizar los estudios y actividades de desarrollo, producción y mercadeo, que permiten finalmente incorporarlos en el tejido social. Aún así, esto no implica un éxito garantizado, es una actividad riesgosa, porque de los miles o tal vez millones de productos novedosos, muy pocos llegan a ser rentables. Por otra parte esta “investigación aplicada” conduce a su vez a la llamada “investigación básica”, siendo muy borrosa o inexistente la separación entre una y otra.
Continuaremos abordando este tema muy ligado a lo económico en un próximo artículo, siempre en el marco de la construcción del socialismo. Nuestra intención es aportar ideas para salir del corset intelectual e impedir que nos sigan llevando como borregos a beber al agua envenenada de los lugares comunes y del pensamiento lineal dominante en la gestión de gobierno.

¿Nos exterminarán?



Omar Gómez
Las colas producto del desabastecimiento programado y la escasez inducida lejos de disminuir después de la victoria de la derecha el pasado 6D, más bien aumentaron. La oferta engañosa de la Derecha fue luego aclarada a aquellos incautos que creyeron en engañadores de oficio: eliminar las colas era solo un eslogan publicitario.

Sin embargo, y a pesar de la negativa de la Asamblea Nacional de aprobar el Decreto de Emergencia Económica, el Gobierno Revolucionario hizo algunos cambios importantes en su Gabinete con la intención de enfrentar la grave Guerra Económica que padecemos la mayoría de los venezolanos. Además los cambios a nivel económico han resultado positivos y específicamente lo que ha tenido que ver con las medidas para reactivar la economía productiva, las exportaciones y la mirada hacia la agricultura urbana.

Ha sido acertado que se haya estado movilizando al pueblo a través del Parlamento Comunal y ahora del Congreso de la Patria. Independientemente de que se repitan muchas caras, es necesaria la movilización y estar alertas ante los embates de la Derecha, por lo que nuestro Partido debe tomar iniciativas desde lo local para movilizar, agitar y concientizar.

También han sido muy importantes los nombramientos, cambios y enroques en el alto Gobierno. Si bien se han dado múltiples opiniones, la sola presencia del nuevo Vicepresidente, Aristóbulo Istúriz, es garantía de acción, eficacia, visión revolucionaria y compromiso a toda prueba. Tal vez se hayan cometido algunos errores o gazapos. La designación, por ejemplo, del nuevo Superintendente Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos ha sido un hecho lamentable. Ese señor es adulante y complaciente con sus superiores, pero autoritario, megalómano y conspiracionista con sus subordinados. Además de que los daños que hizo siendo Ministro de Industria no tienen nombre. Pero apartando errores como ese (tan graves que me he permitido comentarlo acá) hay aciertos como los de los Camaradas Luis Salas y Daniel Aponte o algunas ratificaciones en ministerios claves (Defensa, Planificación y Mujer entre otros), que dan confianza en esta lucha que libramos contra el capitalismo y contra sus lacayos nacionales. Son ellos verdaderos baluartes del Proceso Revolucionario.

Pero no solo debemos poner el acento en lo económico, también lo comunicacional y cultural es importante, por lo que debemos revisar la programación tanto de los contenidos como de la forma en todos nuestros medios, teniendo en ese sentido los Camaradas Luis José Marcano y Freddy Ñáñez, un papel estelar. Tenemos que mejorar y ampliar las comunicaciones hacia los medios digitales y redes sociales. Allí hemos estado perdiendo la pelea, pero debemos seguir batallando.

En los medios privados debemos cuidar no solo los programas sino también las propagandas. ¿Cómo se explica que empresas como Polar, Cargill, Procter & Gamble, etc, estén presionando a las personas para que consuman productos que, evidentemente, están escasos? ¿No obliga esto a crear más caos y desabastecimiento? A esto agreguemos que esas empresas ahora venden toda su producción a las cadenas ANSA y Makro, dejando por fuera a todos esos abastos, bodegas y pequeños comercios que son los que llegan a todos los consumidores (sin contar la que presuntamente sale directo para el bachaqueo y el contrabando). Los capitalistas saben que fomentan el desabastecimiento con un esquema centralizado de la Distribución, por lo que la respuesta nuestra debe ser la territorialización y descentralización de la misma.

Para terminar, se deben intensificar las capacidades productivas de la nación y desarrollar nuestro potencial desde lo local, desde Las Comunas, con creatividad y audacia, fomentando las iniciativas autogestionarias y propiciando el trabajo colectivo, colaborativo y solidario. No podemos perder de vista el énfasis que hacía nuestro Comandante en el desarrollo endógeno y en la construcción del nuevo Estado Comunal, desarrollando desde allí el Socialismo. Debemos derrotar la falsa idea de creer que la derrota en la Asamblea Nacional es sólo circunstancial. Es crítica por lo que hay que cambiar lo que veníamos haciendo como Revolución, si hacemos lo mismo, volveremos a perder. Y no creamos jamás, como sucedió en Nicaragua con el Sandinismo, que pasado un tiempo volveríamos al poder. En Venezuela tenemos el petróleo y las riquezas más importantes del planeta (minería, agua y diversidad biológica) por lo que el Imperio no dejaría que más nunca gane la izquierda. Nos exterminarían, en el sentido literal de la palabra.

martes, 26 de enero de 2016

Picos gemelos

Bernardo Ancidey
Es la metáfora utilizada por Yanis Varoufakis, el ex-ministro griego de finanzas, para referirse a la inversión de US$ 3,4 billones realizada en EEUU, Reino Unido y la Unión Europea en la economía real en el último trimestre, frente a los US$ 5,1 billones acumulados en ese mismo período y que reposan ociosos en instituciones financieras. Forman dos montañas de dinero que no se cancelan a través de lo que deberían ser operaciones normales del mercado.
Esta actitud del capitalismo internacional de preferir acumular y desperdiciar en actividades improductivas y no invertir, es la misma que se práctica en nuestro capitalismo periférico, con el agravante que lo acumulado y desperdiciado, fue producto del robo de la renta petrolera que pertenece al resto de los venezolanos.
Mientras se intentó vanamente que los ingresos petroleros fuesen a las actividades de la economía real, al mismo tiempo crecieron los depósitos de los privados venezolanos en el exterior y su consumo suntuario. Según cálculos preliminares de Luis Salas "entre finales de los setenta y la actualidad, dicha cifra al menos se sitúa en unos 300 mil millones de dólares". Estos datos son confirmados por la investigación de la Profesora Pasqualina Curzio Curzio al señalar que las "monedas y depósitos en el extranjero por parte del sector privado" desde 1997 hasta 2013…. han incrementado, entre el 2003 y el 2013, alrededor de 232,8%", y más adelante que "un aumento del costo promedio de los bienes importados se corresponde en un 71,2% a un incremento de los depósitos del sector privado en el extranjero" según cálculos basados en cifras del BCV.
Como se observa el carácter del capitalismo en su actual modalidad financiera, se caracteriza por su parasitismo, por lo que es erróneo pensar que solo la burguesía venezolana lo es, solo tiene una diferencia de grado y no de cualidad. El actual estancamiento económico europeo y la rebatiña alemana por los recursos griegos, tienen su origen en esta característica parasitaria del gran capital. Se obtienen ganancias sin riesgos simplemente inutilizando millones de dólares o euros exprimiendo financieramente a los endeudados.
Una importante conclusión de este hecho es que salvo, la que pueda provenir de los nuevos países capitalistas asiáticos que aún no alcanzan la sofisticación parasitaria de sus pares europeos o norteamericanos, la inversión dirigida a la economía real en países como el nuestro es una meta ilusoria. Ellos preferirán mil veces seguir obteniendo ganancias a partir de sus "instrumentos financieros", sobre todo cuando tienen la capacidad para aumentar a su antojo eso que llaman "el riesgo país".
Sí alguien está buscando la salida a la "crisis económica" mundial o a la "guerra económica" en Venezuela, la solución la tiene ante sus ojos: utilizar esos billones de dólares ociosos en la inversión y el consumo no suntuario. En el caso venezolano se trata de recuperar los US$300 mil millones depositados por los burgueses venezolanos en el exterior.
Para eso se necesita una revolución mundial, de lo contrario seguiremos con lo mismo, picos más agudos hasta que todo reviente.

¿Y, esto es el socialismo?

Néstor Aponte
(nueva versión del artículo publicado el 19/01/16)
Un tema de alta prioridad para la construcción del socialismo debe contestar a la pregunta: ¿qué es un Estado socialista y cuál es la lógica con la que funciona?
Este punto reviste capital importancia para comprender la esencia del socialismo, las tareas revolucionarias y el papel de Estado en cuanto fase transitoria a la sociedad comunista. Una sociedad en el que la lógica de funcionamiento de la gestión pública recaerá de manera sustantiva en la responsabilidad individual y colectiva del ciudadano en la atención y resolución de los problemas de la sociedad.
El capitalismo como forma, emergente, de organización social tiene sus bases en los valores o creencias capitalistas (tomadas y adaptadas del feudalismo) que guían y le dan sentido a la práctica social, individual y colectiva, de los seres humanos en este período concreto de desarrollo social. Valores que permanentemente se contrasta y validan con los valores dominantes en la sociedad. Que permea, al principio, de lo individual a lo colectivo y societal y luego de lo societal a lo colectivo e individual; mediante la práctica reiterada y polifacética de dichos valores en el transcurso del tiempo: demostrando que son útiles para mantener una determinada estructura social. Estos son los mismos valores que luego de ser confrontados y refinado en las contradicciones del desarrollo histórico productivo del ser humano, se manifiestan en el capitalismo como irrespeto al otro, desvalorización de sus esfuerzos y utilización (y apropiación) del valor creado por ese otro. De donde, se desprende que la repetición consecuente y consistente de estos tres valores por los individuos de una sociedad desarrollan una lógica emergente de intercambio (de mercancías y de afectos) que determinan o construyen el ideario (conjunto de creencias validadas por la sociedad) que sirve de base y validan las relaciones sociales de lo que llamamos sociedad capitalista.
Por su parte, las bases del socialismo resultan de la contradicción con los valores capitalistas; que impiden una mayor circulación de mercancías, atentando contra la propia supervivencia de la mayor cantidad de seres humanos (igual que ocurrió, en su momento, con el feudalismo). De allí que los valores fundamentales del socialismo sean el respeto y la valorización propia del otro; así como, los esfuerzos colaborativos para la construcción del bienestar comun o de todos. Por supuesto que estos tres valores requieren para hacerse dominantes en la sociedad de la repetición pacífica, consecuente y consistente, por mucho tiempo, de prácticas sociales individuales y colectivas basadas en los valores socialistas. En ese sentido, el uso de estas prácticas socialistas permea en la sociedad (a partir de lo individual y hacia lo invidivual) e impulsan el desarrollo de una lógica emergente de intercambio de mercancías y afectos, distintas a la lógica capitalista. Practicas que resultan en el ideario que sirven de base y valida las relaciones sociales de lo que llamamos socialismo.
He aquí que la esencia del cambio del capitalismo al socialismo resida en la repetición consciente, consecuente y consistente (no violenta), por un largo período de tiempo, de los valores de respeto, valorización y trabajo colaborativo de la clase trabajadora. Donde la tarea fundamental de la vanguardia revolucionaria dirigente del proceso socialista es impulsar estos valores a través de la práctica conciente y diaria en el seno de la clase trabajadora, la socieda y el Estado capitalista; hasta transformarla. Repetición que persigue que la sociedad (el resto de los seres humanos) por imitación y refuerzo desarrollen, validen y acepten prácticas sociales basadas en los nuevos valores socialistas; en la que dichos valores resulten más útiles, prácticos y beneficiosos para la clase trabajadora que las prácticas basadas en los valores capitalistas. Repetición, a partir del cual, se asuma con normalidad la lógica socialista que se desprende de la aplicación de sus valores en el intercambio de mercancías y afectos en el seno de la sociedad.
La expresión económica de los valores socialistas en la producción de plus- valor se traduce en el reconocimiento de la contribución del esfuerzo del trabajador individual y colectivamente en la creación de bienes y servicios; así como, la valorización total (en cuanto suya) de su contribución en el aporte colaborativo junto al resto de los trabajadores. Para, finalmente, disfrutar individual y colectivamente, también de manera colaborativa, del esfuerzo o plus valor total que produjeron todos trabajadores. Y disfrute que no se circunscribre a lo individual sino que se extiende a su contribución al resto de la sociedad: al resto de los trabajadores de la sociead. Cubriendo de esta forma con la producción de mercancías todas las necesidades de los seres humanos; liberando así el intercambio de las limitaciones impuesta por la lógica capitalista (abundancia y miseria), que limita la circulación de mercancía a los que tienen abundante dinero y eliminando el hambre y las carencias (materiales y afectivas) del ser humano.
En el marco del desarrollo de la hegemonía de los valores socialistas de respeto, valorización y trabajo colaborativo en el seno de la sociedad se presenta la figura del Estado Socialista. Es allí donde el proceso gradual de transformación de Estado capitalista en Estado socialista se manifiesta mediante el desarrollo de prácticas de trabajo en el alto gobierno y en la administración pública que reproduce y enaltecen los tres valores socialista; condenando y reprimiendo las prácticas capitalista basada en los valores de irrespeto, desvalorización y utilización y/o apropiación del trabajo del otro. En este sentido, las tareas de la dirigencia revolucionaria en seno del Estado capitalista en su labor de transformación en Estado Socialista consiste en desarrollar una cultura socialista en el gobierno y la administración pública cuyas prácticas sociales de trabajo refuercen la toma de decisiones basado en valores socialistas. En este sentido, resulta claro como identificar un Estado socialista de uno capitalista. En el Estado socialista se estimula y acepta los valores de respeto, valorización y trabajo colaborativo en sus práctica administrativas (internas); así como, en sus prácticas gubernamentales (externas) en su relación con la sociedad (con la clase trabajadora); orientada siempre a estimular el ejercicio de su responsabilidad de la gestión pública. De aquí que en el Estado socialista se estimula el respeto al ciudadano, se valoriza su esfuerzo; así como, se exige que se valorice el esfuerzo del Estado socialista por mejorar la calidad de vida de todos, compartiendo instancias de poder sobre la gestión pública con el ciudadano (con la clase trabajadora y campesina). Se estimula e incentiva el trabajo colaborativo entre el Estado y los ciudadanos (individual o colectivamente) en la construcción de una sociedad orientada a enaltecer los valores socialistas y la calidad de vida de todos los seres vivos; y entre estos y la naturaleza.
En ese sentido, resulta fácil identificar un Estado capitalista cuando en sus prácticas administrativas (internas) imperan valores de irrespeto, desvalorización y utilización; y externamente una total indolencia hacia la sociedad y una actitud oportunista de los ciudadanos hacia el Estado.
Como vemos, los valores que subyacen en las prácticas administrativas del Estado reproducen y también refuerzan y estimulan los valores dominantes en la práctica sociales de la sociedad. De aquí que un Estado socialista reproduzca y refuerce los valores socialistas en la práctica sociales de la sociedad y otro capitalista los valores de capitalistas.
Pero, cómo llevar a cabo este cambio cultural con una vanguardia revolucionaria sin tareas concretas, que no conoce su misión ni cómo realizarla; que no cuanta con las herramientas propia de la madures personal y de las técnicas de gobierno y de gestión administrativa para llevar a cabo esta labor transformadora. Cómo construir revolución con una vanguardia conformada por gente inmadura y hasta con problemas sicológicos, con familias destruidas por los valores capitalistas, resentidos sociales, envilecidos por la arrogancia del poder y doblemente ignorantes (desconocedores de sus grandes ignorancias). Con este cóctel no se puede construir otra cosa que capitalismo de Estado; ya que practican y reproducen los valores del capitalismo. De lo que se saca que nadie puede reproducir practicas distinta a sus valores (a sus creencias) a menos que los cambie conscientemente hasta hacerlos, con la práctica reiterada, permanente y pacífica, inconcientes y naturales.
En otro sentido, los métodos de gobierno y de gestión administrativa no escapan a los valores de las personas que los implementan. Los valores, la ideología, la política y la acción administrativa de los que dirigen el Estado o cualquier otra organización constituyen la esencia de la práctica y la cultura del Estado y la sociedad. Una vanguardia madura y equilibrada, consciente de su misión, de sus tareas y de cómo lograrla no hace más que reforzar los valores socialistas de respecto, valorización y trabajo colaborativo en todos los ámbitos del proceso revolucionario (Estado, sociedad y familia); para lo cual debe estar dotada de las herramientas técnicas (de gobierno y de gestión administrativa), así como de una gran madures para persistir. Elementos que constituye el reto a superar para dirigir la construcción del Estado socialista y del socialismo como etapa de desarrollo social.
La madurez personal, el conocimiento y la aplicación de técnicas de gobierno y de gestión administrativa constituyen un factor fundamental para dirigir el proceso de construcción socialista. Ya que estas herramientas le dan coherencia, dirección y tiempo a la gestión pública en el Estado capitalista para que desarrolle los valores y prácticas socialistas en la política, economía y la sociedad que lo transformen en un Estado socialista. Una buena Gestión pública es sin duda un pilar fundamental sin el cual no puede haber la eficacia política y eficacia administrativa que le muestre a la clase trabajadora que el Estado socialista es su oportunidad (en cuanto calidad de vida) para romper su estado de dominación y miseria frente al capital. Hecho que como dijimos señalará el camino al comunismo; fase superior en el que todos los trabajadores asumirán la responsabilidad directa en la gestión administrativa de la cosa pública: serán parte de la administración pública en su autogobierno. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo carajo.

lunes, 25 de enero de 2016

Lecciones asiáticas para incautos neoliberales

Bernardo Ancidey
Aunque los caminos para la industrialización de los tigres asiáticos guardan diferencias significativas, para nosotros lo más pertinente son los elementos comunes que contribuyeron a los procesos de acumulación de capital y que no ocurrieron en América Latina. El primero es la ausencia de materias primas exportables e incluso de espacio: Hong Kong, Corea del Sur, Taiwan y Singapur se caracterizan por elevadas densidades de población, así que no tienen las opciones latinoamericanas de generar ingresos en base al extractivismo o la agricultura. Gobiernos despóticos y fanáticamente anti-comunistas, inquietados por la presencia en sus fronteras de sus enemigos ideológicos, lograron iniciar procesos de industrialización siguiendo el ejemplo japonés de fabricar y construir vastas cantidades de bienes exportables, de mala calidad pero a muy bajo costo, gracias a la abundancia de la mano de obra y a la transferencia de capital japonés. Estos países decidieron competir en el mercado internacional de la única forma que podían hacerlo, es decir con bajos precios.
Sin embargo, este esquema por si solo es insuficiente para garantizar la industrialización, dado que exactamente lo mismo ha sido ensayado en otros lugares sin pasar más allá de una economía de maquila. La diferencia es que el capital generado no se fugó como ocurrió y sigue ocurriendo en Latinoamérica, sino que se reinvirtieron, con el visto bueno norteamericano, en el mejoramiento de sus procesos de fabricación, lo que permitió incrementar la calidad de sus productos y moverse a nuevos nichos donde la calidad está primero que un bajo precio. Es de resaltar que el creciente comercio se da originalmente en la propia región alentado por Japón, interesado en incrementar su propio mercado por la vía de incrementar la capacidad de compra de sus vecinos.
La reinversión del capital y el ahorro interno fueron posibles gracias a políticas gubernamentales adaptables según el momento y que enviaron un mensaje claro a los capitalistas que sus inversiones serían protegidas. El intervencionismo del Estado fue la mejor garantía para que los capitales continúen reinvirtiéndose aún luego de sufrir la crisis de 1997. Pero el intervencionismo no se dirigió al establecimiento de controles, sino a la creación de condiciones financieras, comerciales, tributarias y de infraestructura que facilitasen la reinversión del capital y favorecieran el ahorro interno. No está de más decir que los asiáticos se mueren de la risa cuando les vienen con los cuentos del libre mercado.
Algunos se preguntarán si estas condiciones no son similares a las vividas en América Latina, después de todo aquí hemos sufrido dictaduras anticomunistas infames, montadas por EEUU con decenas de miles asesinados y desaparecidos, y las lecciones neoliberales de Friedmanianas de los Chicago Boys hicieron de las suyas en países como Chile. Sin embargo este último país, a pesar de toda la propaganda, sigue siendo una economía subdesarrollada, tan rentista como la venezolana, donde el cobre juega el mismo rol que nuestro petróleo, y al cual se le han añadido otros modestos ingresos primarios como el salmón, frutas, madera, papel y vino, pero nada de manufactura.
Obsérvese que no resultaron relevantes el hecho que en Taiwan se mantengan bajo control estatal a ciertas empresas consideradas estratégicas, mientras que en Singapur o Hong Kong las trasnacionales hacen lo que les da la gana y en Corea del Sur se prioriza al capital nacional. Lo relevante es el modelo de reinversión de ingresos producto de la exportación de bienes a bajísimo costo, mientras progresivamente se eleva la calidad de los mismos en un mercado fuertemente regionalizado, se adiestra la mano de obra y se generan condiciones para favorecer la mejora en la calidad de productos, a la par que se comienza a estimular el consumo interno. China ha seguido ese mismo camino, y gracias a sus dimensiones, ha podido dinamizar ese mismo proceso a los niveles que hemos visto en los últimos años. En el caso de los tigres menores, sus procesos de industrialización son más lentos, tal vez porque el aliciente para competir en el mercado internacional es menor que los tigres mayores, debido a su mayor disponibilidad de bienes primarios exportables. Este último caso es más parecido a nuestra situación.
En América Latina los procesos de industrialización se inspiraron en la llamada "sustitución de exportaciones" dirigida a construir industrias nacionales que pudieran fabricar productos que se importaban para satisfacer determinadas necesidades nacionales. El modelo implicó el mantenimiento de un sistema proteccionista, lo cual promovió empresas sin estímulos para la innovación, siempre a la zaga del desarrollo industrial de otros países, creándose una diferencia en precio-valor con los referentes internacionales, que sólo pudo mantenerse a costa de mas subsidios y medidas proteccionistas, a la par del encarecimiento de productos y servicios de mala calidad para la población. Esta industrialización frágil sin elementos retroalimentadores, solo podía producir una burguesía atada a los subsidios y a otros beneficios estatales a la par que amiga de proteger sus capitales trasladándolos a las metrópolis por desconfiar de sus propios países. La verdadera fuente de riqueza fue y sigue siendo las materias primas, de modo que ante las primeras de cambio, el sistema artificial se derrumbó, retrocediéndose en lo poco avanzado en material de desarrollo industrial y con ello el desmantelamiento y abandono de la infraestructura creada mediante la privatización de industrias básicas, telecomunicaciones y servicios públicos que se dieron en los años 80 y 90.
La industrialización asiática trajo un alivio a nuestras economías, porque la necesidad de mayores cantidades de materias primas, encarecieron su valor y nos favorecieron con un crecimiento en nuestros ingresos, lo que a su vez permitió mejorar la calidad de vida de sus habitantes, gracias a la presencia de gobiernos progresistas en América Latina. Es de notar que la crisis del 2008, tuvo poco efecto sobre nosotros justamente porque la misma no afectó de manera inmediata al crecimiento asiático y ha sido la decisión china de desacelerar las exportaciones y favorecer su consumo interno, lo que ha traído la reducción de los precios de nuestros commmodities y la actual crisis económica en nuestros países.
La revisión anterior permite extraer algunas claves para comprender la industrialización asiática:
  1. Existe una mayor probabilidad de iniciar procesos de industrialización en países necesitados o casi desesperados por generar ingresos y que no tienen recursos primarios para exportar. La necesidad tiene cara de hereje.
  2. La mano de obra barata y abundante es una condición común a casi todos los países no industrializados, a menos que generen una renta exorbitante a partir de materias primas, como el caso de los países petroleros del Golfo Pérsico. No puede por tanto considerarse a la mano de obra barata como un factor de industrialización per se. En América Latina y África y en otros países asiáticos existe mano de obra abundante y barata pero eso no implica que se originen procesos de industrialización.
  3. Lo que genera la industrialización es la competencia y antes que esta, la necesidad. Los tigres asiáticos decidieron competir en el mercado internacional para generar ingresos que no podían obtener por otra parte. La única manera que tenían para hacerlo era en base a precios, ya que originalmente no tenían ninguna capacidad competitiva. Sus esfuerzos se concentraron en producir los mismos productos de baja tecnología que se producen en EEUU, Canadá o Europa, sea con capital nacional copiando los productos o produciendo para empresas transnacionales, de allí la poca relevancia acerca del origen del capital inicial.
  4. La educación necesaria para estas industrias de productos de baja tecnología, no es muy exigente, basta con el entrenamiento en el propio puesto de trabajo y en mantener la disciplina laboral, con leyes favorables a los patronos. Pero recuérdese que esto es común también en otros países donde no se originaron procesos de industrialización.
  5. La industrialización alcanzada en base a precios es precaria, porque cualquiera puede hacer lo mismo, además a la menor señal de crisis el capital huye hacia regiones más seguras como ocurrió en 1997, la cual casi echa para atrás todo lo alcanzado. La clave estuvo en moverse con políticas públicas de largo plazo y adaptables según el momento, hacia la reinversión y el ahorro, y modificar gradualmente el perfil de sus exportaciones hacia productos que sí podían competir en calidad a nivel internacional. Esto implica la incorporación de tecnología en productos tradicionales, como televisores, lavadoras, computadoras, electrodomésticos, autos, etc. La ampliación del mercado obtenida en base a precios, les preparó el terreno para usar los canales para los nuevos productos. Es de recordar cuando hasta hace poco todo el mundo se refería a los productos asiáticos como baratijas, de manera similar a como en mi niñez tratábamos a los productos "made in Japan". Hoy día marcas como Kia, Hyundai, LG, Acer, Asus, Trend Micro, Genius, HTC, Samsung, Haier, Chery, Sanei o Huawei son bien reconocidas en todo el mundo.
  6. Aunque ya fue comentado es importante notar que la competencia internacional en la cual comenzaron a participar estos países era para atender las necesidades del mercado exterior no el nacional. Solo en etapas posteriores han comenzando a incrementar el consumo interno, es decir a atender las necesidades de sus propios pueblos.
  7. El desarrollo industrial ha ido paralelo al desarrollo de una importante infraestructura física, así como de servicios de todo tipo. El capital generado ha promovido además el acceso a la población a bienes y servicios como la salud y la educación.
Las claves señaladas así como las ya comentadas en otros artículos, aunque se dan dentro del marco del capitalismo, contienen elementos que son de utilidad para la construcción de la economía socialista y para prevenir repetir los errores cometidos en el pasado. De estas lecciones surgen algunos elementos para la construcción de nuestra heurística.
  1. Evitar el camino de la producción para la satisfacción de nuestras necesidades, porque conduce a repetir los errores de la sustitución de exportaciones.
  2. Hay que ser por tanto más creativo y explorar en cuáles áreas hemos podido desarrollar (o hay potencial para hacerlo) en calidad y cantidad suficiente productos o servicios para exportar, sin generar escasez interna de los mismos o ir en detrimento de nuestra calidad de vida.
  3. Impedir la exportación de nuestros productos de calidad pero que apenas bastan para el consumo interno. Generar ingresos de esta manera solo "descapitaliza" nuestra calidad de vida.
  4. La mano de obra barata no causa industrialización, solo miseria a los trabajadores.
  5. Desacralizar la inversión extranjera. Ella además de propiciar un debilitamiento de nuestra soberanía, huye como "golondrina" a la menor dificultad. Es un millón de veces preferible impulsar el ahorro y la inversión interna, aunque esto implique ritmos más lentos de crecimiento industrial.
  6. En todo caso que necesariamente deba acudirse a la inversión extranjera, buscar establecer relaciones de largo plazo que nos alejen de la zona euro-dólar, priorizar el financiamiento dentro de nuestra región y la transferencia tecnológica.
  7. Fijación de objetivos de la política a largo plazo pero estas últimas deben ser adaptables según el momento.
  8. Como los mejores controles son los que son parte de las propias las cadenas de producción y de distribución, hay que enfocarse en la creación de condiciones que permiten la transparencia y el ejercicio de contraloría social sobre la economía, más que descansar en controles exteriores por parte de funcionarios.
En próximos artículos continuaremos con los análisis y extrayendo las lecciones que nos permitan ir completando la construcción de nuestras estrategias para la industrialización del país en el marco de una sociedad socialista.

Una propuesta ingenua para un Gobierno igualmente ingenuo

Bernardo Ancidey
Para los que creen en las soluciones económicas mágicas y en la buena voluntad de la burguesía venezolana, aquí les tengo una propuesta que no tiene desperdicio:

Pídanles que traigan una minúscula fracción de lo que se han llevado del país y tienen depositado en bancos de EEUU, digamos un 10% de los US$300 mil millones acumulados en estos últimos años, y lo inviertan en sus propios negocios y por su parte, el gentil Gobierno Socialista y Obrero les garantizará que no tendrán ningún obstáculo para el flujo de sus capitales.

Así, mágicamente, voltearán la fuga de capitales hacia Venezuela, se hará inútil el control de divisas porque no se requerirá repartir la renta petrolera entre ellos, los burgueses verán como ante sus ojos desaparecen todos los supuestos obstáculos a la producción nacional, sacando al país del foso en menos de un año y todo ello sin necesidad de ingresos petroleros ni de endeudamientos con la banca internacional.

Como dije, es una propuesta ingenua.

El mito de la producción para atender nuestras necesidades como base del desarrollo industrial

Bernardo Ancidey
En esta lucha personal contra el pensamiento lineal en lo social, quisiera abordar la idea de orientar la producción de acuerdo a las necesidades. La idea en principio luce muy poderosa por la lógica que hay detrás de ella y va más o menos así: “Si en Venezuela necesitamos lavadoras, habría que ponerse a fabricarlas, igual que los otros electrodomésticos que nos alivian la carga en el hogar, y en otras áreas podríamos hacer lo mismo, con lo cual creamos industrias propias y ya no necesitamos importar y quién sabe, tal vez vayamos a la exportación. La idea sería la misma de Uslar Pietri de sembrar el petróleo, utilizando los ingresos provenientes del mismo para fomentar este desarrollo industrial. Allí está el ejemplo de los iraníes, que invirtieron sus ingresos petroleros en desarrollar su industria automotriz en 15 años”. Muy bien.
Pero ¿tenían necesidad de ella? Si lo pensamos un poco más, el camión y el autobús son una necesidad, para el transporte de carga y de personas, pero ¿acaso lo es el automóvil personal? En mi opinión no tenemos necesidad de tal bien, y posiblemente los iraníes tampoco, a quien por lo demás, le hubiese ayudado más, ver cómo deslastrarse de la horrible contaminación de sus ciudades ya que hacer automóviles es incrementar el problema.
El ejemplo de la industria automotriz se convierte justamente en un buen contraejemplo: el desarrollo industrial NO NECESARIAMENTE RESPONDE A LAS NECESIDADES DE LAS PERSONAS DE UN PAIS, puede ser resultado de la necesidad de otros e incluso de una necesidad inventada a propósito, como el caso iraní en comento. Por su parte la atención a las necesidades del país posiblemente si genere cierto progreso material, pero otra vez, si pensamos en darle la arepa diaria y la ropa limpia a todos los venezolanos, lo más que lograremos es eso, darle la arepa y ropa limpia a los venezolanos. Nuestra lista de necesidades nos llevaría a unas pocas empresas sin alicientes para la innovación, y nos conformaríamos con la tecnología necesaria y suficiente para atender dichas necesidades. Volvemos así una vez más a la tesis del equilibrio. Creadas estas industrias “sastisfacedoras” (no sé si esta palabra existe) de necesidades existentes, se paraliza la historia económica venezolana.
Una revisión de los procesos de industrialización y de no industrialización (se aprende más de los fracasos que de los éxitos), a lo largo de la historia y peculiaridades de cada país, puede arrojarnos algunas claves que deberíamos tener presentes. Por ejemplo los casos español y argentino son bien aleccionadores de países que se quedaron en la arrancada del desarrollo industrial y entre los éxitos, el reciente de Corea del Sur es ilustrativo. Corea del Sur se propuso ser vanguardia en materia de conexión de internet y para eso promovió la generación de toda una industria de hardware y software que dejó muy por detrás al Japón y a los EEUU y eso respondió fundamentalmente a un decisión política basada en análisis prospectivo.
Holanda es una potencia agroindustrial sin tierras, gracias al fanatismo por una flor tropical que no se da en ese clima horrible y con suelos salados robados al mar. Japón acumuló capital vendiéndonos máquinas de escribir en un alfabeto que no era el suyo. Y hasta hace unos años Venezuela era el segundo país en el mundo detrás de EEUU, en el producto más difícil de vender: nuestra propia cultura (las telenovelas). Fíjense que ahorita casi no las hacemos, y salvo una que otra viejita nostálgica, nadie se muere por su ausencia, es decir no nos hacían falta antes, ni ahora.
Podría continuar, pero creo que es suficiente para ilustrar el punto de lo equivocado que podemos estar sin pensamos en industrialización por la vía de satisfacción de las necesidades. Si se observa con cuidado, esto no es más que la vieja política de sustitución de importaciones con otro nombre. Es decir me pongo a fabricar lo que el país me está pidiendo y así ya no tengo que traerlo de fuera, ahorrando dinero, generando empleo interno y brindando un producto o servicio a mi gente.
El problema es que no vivimos en una isla. Así mientras nosotros montamos la fábrica de vehículos o de lavadoras, algún chinito está haciendo eso mil veces más rápido que nosotros, más barato, mucho más bonito y en mayor cantidad. Entonces los venezolanos que nos encantan las cosas buenas, bonitas y baratas, querremos esas cosas chinas y no las nuestras. Además, seguro que tendremos que hacer colas en el Bicentenario para comprarlas o acudir a un amigo en el Gobierno. A lo que hace el chinito, el Gobierno le llamará competencia injusta y procederá a quejarse en los organismos internacionales y tal vez algún genio se le ocurrirá alguna medida para proteger la producción nacional. Con eso el producto se encarecerá o desaparecerá, o habrá algún vivo que logré la licencia o permiso con el amigo que tiene en el Gobierno o simplemente la contrabandee, y nos la venderá a precios especulativos.
Mientras tanto los chinos seguirán haciendo esas cosas cada vez más bonitas y con mas periquitos y nosotros nos iremos rezagando con nuestros armatostes, caros, malos, contaminantes y escasos. Eso sí, serán productos hechos en Venezuela.
Luego tal vez, algún neoliberal coja el coroto y decida liberar las importaciones y eliminar las barreras al comercio internacional y bla, bla, bla... El punto es que al abrir las importaciones le corta la yugular a nuestras fábricas, incapaces de competir con las chinas. Y nuestro amado proyecto de fabricar para atender nuestras necesidades se fue por el caño.
Este ciclo ya lo hemos vivido y de seguir pensando y actuando igual que en el pasado, los volveremos a ver para nuestra desgracia como país y continente, con el agravante que el valor de nuestras materias primas exportables (es decir con lo que compramos las chinadas y mantenemos nuestras fábricas obsoletas) seguirán condenadas a perder valor frente a los bienes manufacturados y los intangibles generadores de divisas.
Hasta aquí el diagnóstico y ya es hora de pensar en la solución.
¿Solución?
Lo malo es que no existe. No hay medida o medidas para industrializarnos. Por eso los políticos, enamoradas de la palabra, les cuestan tanto aceptarlo. Ellos tienen un pensamiento poco amigo de lo real y más amigo de lo emocional, creen que las medidas son como los gestos del mago que pueden cambiar las cosas. No hay paquete que valga. La realidad de por sí es muy compleja y a cada acción que hagamos, no solo habrá una reacción, sino la emergencia insospechada de resultados paradójicos tanto a corto como a largo plazo.
Por ello lo que planteo no son acciones o medidas, sino una práctica, unas líneas orientadoras, un pensamiento sistémico, una heurística, que quizás puedan sacarnos de ese mala-palabra que vengo oyendo desde hace más de 45 años: el subdesarrollo.
Lo primero para el desarrollo1 de la misma es intentar darle respuesta  a la pregunta ¿cómo se originan los procesos de industrialización? La o las respuestas nos brindarían pistas sobre los caminos con mayor probabilidad de éxito. Cuando utilizo el término probabilidad, es porque de entrada admito una incertidumbre, una variabilidad que se nos escapa, pero aún así, el uso reiterado de la heurística será útil para optimizar nuestras búsquedas. Por otro lado, puede que diversas heurísticas conduzcan también a procesos de optimización de las búsquedas, entonces deberemos reducir el zoom y pensar en metaheurísticas, que nos permitan evaluar cual grupo de heurísticas resulten más adecuadas.
La siguiente pregunta es ¿cómo construir las heurísticas? La respuesta podemos encontrarla en las que ya existen y en las que han ensayados otros países, tanto las exitosas como las que no lo fueron. Entre estas últimas ya sabemos que la sustitución de importaciones es una de ellas. Entre las exitosas tenemos las primigenias de Inglaterra, EEUU y Holanda, mas tarde Alemania, Suiza, los países escandinavos, Francia, y ya en pleno siglo XX la de la URSS y Japón, y más cerca, los tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Hong Kong), China y todavía más reciente, los tigres asiáticos menores (Thailandia, Malasia e Indonesia), Irlanda y la India.
Es gracioso leer a los malos economistas intentando explicar el desarrollo económico de un país, porque casi siempre confunden causas con consecuencias. En eso se parecen a los malos médicos. Además suelen estar profundamente sesgados por la visión neoliberal que manejan la mayoría de ellos, cual catecismo aprendido en sus universidades. Así para ellos los bajos salarios, el libre mercado y las inversiones extranjeras son la causa del desarrollo. Si fuera verdad México sería el amo del mundo. A veces aderezan estas causas con la mejor educación de la mano de obra y para eso empuñan las estadísticas, como el médico lo hace con los análisis de laboratorio para mostrarme que debo reducir el colesterol. Confunden causas con consecuencias. Pero no es su culpa, no es fácil hacerlo en sistemas complejos, pero una actitud más sensata es reconocer que no tienen la más remota idea de lo que está pasando.
Así que toca ser menos ritualista y usar más empiria y lógica. Si los asiáticos hubiesen aplicado las medidas neoliberales de abaratamiento de la mano de obra, libertad de mercado y atracción de las inversiones extranjeras, de seguro estarían ahorita en una situación muchísimo peor que la que vivimos los países de América Latina a fines del siglo pasado, porque esos países, los tigres mayores, no tienen recursos naturales como si los tenemos en nuestros países.
Tampoco la educación es causa, es consecuencia. Primero se crean los negocios que originan riqueza y luego con la riqueza creada se puede tener más educación. Jamás al revés. El hijo del burgués es el educado, no el padre o abuelo. Hagan un paseíto mental por las familias portuguesas, españolas, italianas o sirias en Venezuela y se encontrarán siempre lo mismo. Un abuelo campesino, que llegó con una mano adelante y otra atrás, montó un negocio, hizo plata y ahora tiene a los hijos o nietos forrados en billete, bien educados y echándole mierda al chavismo. El abuelo o papá de vaina sabe leer, y apenas se le entiende lo que dice en su media lengua, ya que por tener origen pobre, apenas aprendió un dialecto del monte de donde vino, así que no habla ni el idioma de su tierra y tampoco el de acá.
Lo mismo pasa siempre. Si se repasa la historia de los tipos que se han hecho rico con innovaciones, raras veces son educados. Pero su descendencia sí lo es y muchas veces esta educación actúa como una carga que frena la innovación, los hijos y nietos suelen ser profesionales pero no emprendedores. De hecho, a veces parece que la educación es una rémora. En Venezuela, mucha gente educada suele ser la más bruta y fácil de manipular (también en la Alemania nazi y ahora parece que en toda Europa).
De seguro pensarán que todo esto luce anecdótico y poco científico. Pero créanme que tengo base para realizar estas afirmaciones y no inundarlos con citas. En todo caso este es un artículo para el debate político con base científica, y no para una revista académica. Solo les pido un poco de paciencia y rogarles que me acompañen en estos planteamientos en un próximo artículo.

(1) Espero disculpen mi ausencia de rigor al usar esta cuestionada palabra (desarrollo), a sabiendas de su carácter encubridor simplemente como acepción de industrialización.

Emprendimiento colectivo, motor de la nueva economía socialista

Bernardo Ancidey
La estructura rentista del capitalismo venezolano no solo no ha podido ser superada por el chavismo, sino que más grave aún, las políticas públicas han sido modeladas por el pensamiento dominante que emerge de su base económica. Tanto la derecha como la izquierda venezolana siguen amarradas a la concepción del Estado creada desde el gomecismo, como un ente cuya función principal es el reparto de la renta petrolera. Izquierda y derecha venezolana coinciden en este rol, y se diferencian solo en decidir a quién se le entrega la renta. Así para la AD revolucionaria de los años 40 se trata de repartirla hacia la pequeña burguesía, los trabajadores y el campesinado. El Chavismo del siglo XXI hace lo mismo, mientras que los otros gobiernos cuartorrepublicanos se han inclinado con fruición, a favorecer al gran capital financiero y comercial, es decir a la burguesía parasitaria y lacaya.
El mecanismo actual de reparto de la renta, no se queda solo en satisfacer las urgentes necesidades de los venezolanos, sino que va más allá institucionalizando relaciones de dependencia económica entre el Estado y el pueblo y sus organizaciones (consejos comunales, sindicatos, organizaciones estudiantiles, empresas de producción social, entre otros), reduciendo su autonomía y construyendo relaciones parasitarias similares a las que mantiene con la burguesía. Es un caso en que el huésped crea al parásito.
La propia administración pública, incluyendo a las empresas públicas, existen en primer lugar como mecanismo de reparto de renta, a través de servicios, contratos y empleo, y sólo en segundo lugar para cumplir sus cometidos formales. Esto explica las debilidades inherentes de nuestro aparato público y lo infructuoso que resultan los muchos intentos de mejora a lo largo de los años: simplemente a nadie le interesa mejorarlos porque su razón de ser es como mecanismo de reparto, no de producción o distribución de bienes y servicios o de cumplimiento de funciones públicas.
Las relaciones de dependencia son un cuchillo para nuestras gargantas dado que las estructuras que deben ser el corazón del chavismo, están debilitadas desde sus cimientos por convertirse en extensiones de la administración pública para el reparto de recursos. De modo que al establecerse estas relaciones parasitarias entre organización popular y Estado, la primera no desarrolla las fortalezas propias que le permitan un ejercicio independiente del poder popular. Su accionar queda mediatizado y se van reduciendo a gestoras de recursos públicos. Esta situación ocurre a su vez en otras organizaciones, como el caso de los estudiantes, campesinos, obreros, empresas sociales, medios comunitarios (con honrosísimas excepciones) que son organizados para que hagan proyectos alimentados también por los recursos del Estado. Hacia donde miremos nos encontramos siempre la misma práctica, que va impidiendo un desarrollo autónomo del poder popular.
Detengámonos un momento a reflexionar sobre esto. La experiencia de las organizaciones populares fuertes en el mundo, muestra que los pilares de su fortaleza descansan en la capacidad para generar sus propios recursos. Jamás acuden a pedirle nada a nadie, a diferencia de otros movimientos que terminaron derechizados por cometer el error de aliarse con empresas, mafias (recuerden aquella película gringa Fist) o partidos. De la ética emerge una práctica social que termina a su vez reforzando la ética.
La explicación está en que las muchas luchas libradas templan a estas organizaciones y son capaces de convertir parte del trabajo voluntario en recursos permanentes. Si hubiesen elegido el camino fácil de que otros le hiciesen el trabajo o cuadrándose con un grupo de poder, su autonomía y con ellos su programa, habría desaparecido en un nudo de compromisos.
Lo mismo ocurre con las organizaciones en general, si estas son alimentadas desde afuera jamás madurarán, serán como un bebé gigante eternamente dependiente de quien provee los recursos. Lo único que desarrollará serán las propiedades del parásito, es decir tratar de controlar al huésped para que continúe haciendo cosas que lo beneficiarán. Eso es lo que hace la derecha venezolana tan virulenta en sus ataques como un bebé que hace berrinches sangrientos, porque no le dan todo lo que quiere, y lamentablemente es lo que comenzamos a hacer desde los sectores populares, y que se expresa en la frasecita "…es que el Gobierno a mí no me ha dado nada", dicho por la humilde señora en la cola del Bicentenario.
En conclusión la fortaleza, entendida como capacidad de las personas y las organizaciones para sobrevivir y prosperar surge asumiendo riesgos. El emprendimiento no es monopolio de la burguesía, sino una expresión intrínsecamente humana por aventurarse más allá de los límites conocidos para salir adelante, algo que hemos estado haciendo desde que nos organizamos e inventamos estrategias para cazar mastodontes.
Inyectarles recursos a todos los consejos comunales del país para que hagan sus proyectos, es una forma perversa de acabar con la organización popular y también lo es cuando mantenemos a las empresas públicas o de producción social a punta del presupuesto público. Jamás lograremos que puedan existir de manera autónoma, de modo que más pronto que tarde se convertirán en una pesada carga.
Esto nos coloca en la idea que parece que los socialistas venezolanos no queremos asumir nunca: las organizaciones, sean sociales o económicas corren el riesgo de fracasar. Así una empresa gestionada por trabajadores deben enfrentarse al hecho que son ellos y nadie más los responsables por el éxito. Por su parte, actuar de esta manera convoca a los mejores, espantando a los corruptos sindicaleros y los que esperan vivir de la ayuda oficial sin trabajar ni arriesgar (1). No deben existir ayudas económicas milagrosas desde el Estado, aunque sí de otro tipo. Y de seguro serán muchas las que fracasen porque la propia palabra "empresa" atañe un riesgo ineludible. Ahora bien volviendo a la idea de que una red o tejido es fuerte cuando los nodos son débiles, la lectura es que debemos aceptar estos fracasos de empresas y organizaciones populares como parte del proceso de mantener el conjunto sano y fuerte. Si nos ponemos a financiar empresas quebradas u organizaciones populares fallidas, lo haremos a costa de reducir recursos que deben ir al conjunto del sistema, por ejemplo en infraestructura, educación, salud o defensa.
Esto implica que no hay una vía escrita hacia el socialismo, sino mucho de ensayo y error que deberá ser resuelto sobre la marcha. Aunque hay ideas sobre cómo organizar a las nuevas empresas, será la práctica la que vaya seleccionando los caminos más adecuados.
Por otro lado surge la pregunta, que hacemos con los trabajadores de la empresa o el consejo comunal fallido. En el primer caso la lógica es recolocarlos en otras empresas o intentar construir una nueva, o una combinación de estas estrategias. Para eso debemos construir mecanismos que permitan hacerlo rápidamente. En el segundo caso la propia comunidad debe reconstruir su consejo comunal, dado el carácter territorial del mismo. Tal vez el asesoramiento por parte de otros consejos comunales exitosos pueda ser de ayuda. En todo caso hay que apelar a los propios recursos de la red antes que al avatar estatal. Se trata de ir construyendo capacidades sobre la base de la confianza y la solidaridad colectiva, de modo que conocimientos y recursos se generen, circulen y realimenten la totalidad del tejido en base a relaciones sanas, sin tener que reforzar los ineficaces controles desde arriba.
El resultado del lado económico, será la emergencia de cadenas transparentes de producción, distribución y consumo, organizadas de manera consciente por los propios trabajadores desde la base y en estructuras federativas desde lo local hasta lo internacional, sin intermediarios privados o gubernamentales, evitando así la pérdida o secuestro de capital en manos de especuladores o en sobornos a funcionarios públicos, policías o militares. Esto nos lleva en una dirección completamente opuesta a los típicos controles del Modo de Producción Asiático 2.0 y al desarrollo de la inteligencia de enjambres para resolver los problemas. En otras palabras tomamos la idea del mercado regulador de Adam Smith y la ponemos a trabajar en contra del capitalismo y de su precursor, el Modo de Producción Asiático 2.0.
En este punto tal vez estén pensando en ¿qué rol le queda al Estado en todo esto? Mucho. Y allí retomo la idea sobre los encadenamientos. Dada la debilidad actual de las organizaciones populares, el Estado puede invertir sus capacidades institucionales para crear condiciones que favorezcan el acercamiento entre productores y consumidores. El mapeo técnico al detalle de las cadenas es una tarea ineludible, identificando los cuellos de botellas, las bifurcaciones, los desvíos, retornos, esperas, costos de oportunidad y transacción y agentes participantes. Lo segundo es utilizar las tecnologías blandas y duras, así como su capacidad normativa para facilitarles a productores y consumidores el seguimiento y acceso a TODA la información de modo que puedan limpiar la cadena de parásitos. No se trata que el Estado supervise, sino que les facilite condiciones a los agentes para que estos ejerzan realmente la contraloría social sobre la economía.
Un ejemplo ilustrativo fue el conocimiento de la cadena de la gasolina que el Comandante Chávez ilustró durante el sabotaje petrolero y la respuesta espontánea de la gente al presentarse en los sitios medulares de la cadena. En esos días todos nos convertimos en expertos petroleros.
Si me concentro en el tema de la distribución es porque es el más sencillo de controlar socialmente para confrontar la guerra económica, por ser un país importador y porque las experiencias que se adquieran aquí servirán para pasar luego al tema del control social de la producción.
Por ejemplo, una que sería relativamente fácil de controlar, es la leche en polvo, dado que la importación es totalmente monopolizada por el Estado desde hace años desde Nueva Zelanda y sin embargo no sabemos realmente que pasa luego de llegar a puerto venezolano. Una simple contabilidad cruzada entre las facturas de compra, los registros de exportación de Nueva Zelanda y los de importación de los puertos venezolanos aseguraría que llegó lo que se importó, luego habría que continuar analizando que pasa después que sale de los muelles y hacia el futuro, producir nuestra leche y cesar la importación.
Por otra parte, hay otros aspectos importantes relacionados con el tema económico donde el Estado debe intervenir, como el sacarnos de la zona Euro-Dólar, contribuir a la creación de un nuevo sistema financiero internacional y a la integración con los demás países latinoamericanos y del Caribe y el resto del SUR del planeta; crear normas que faciliten la autoorganización popular; desmontar los mecanismos que favorecen la fuga de capitales; desarrollar nuevos esquemas tributarios; crear y mantener la infraestructura nacional; transformar el sistema educativo vinculándolo a las nuevas necesidades de desarrollo, entre muchas otras más.
Sé que estas ideas van a contracorriente del mainstream de lo que el chavismo ha venido pensando o haciendo, pero el momento que vivimos es tiempo de oportunidades para intentar nueva vías, que como toda cosa humana no tienen un éxito garantizado, pero al menos tienen la virtud de apuntar en la dirección correcta, de construir una nueva economía socialista sobre la base de cómo somos realmente y no sobre cómo creemos que somos.
(1)
Hace unos meses participé en las reuniones del plan para venderle taxis a precios accesibles a taxistas y asociaciones. Al final hubo una presentación de la Asociación Civil Taxi Patria de Aragua que se constituyeron en una empresa de producción social y con todo un plan muy bien pensado para mejorar el servicio. Contaban como cuando plantearon que los carros no serían propiedad privada, la gran mayoría desertó, pero se quedaron unos 112. Esos son los imprescindibles.

viernes, 22 de enero de 2016

La Guerra Económica



Omar Gómez 
Con preocupación se viene escuchando, ahora con más fuerza, que no hay una Guerra Económica. Incluso, de parte de nuestros militantes y simpatizantes se escucha que el discurso de la Guerra debería ser superado, que tenemos que buscar otras maneras de llegarle a la gente y de ganarnos a quienes se abstuvieron en diciembre pasado.

Esto es preocupante porque, aunque se entiende en algunos el desespero por querer llegarle a todos, mucho más preocupa nuestra poca capacidad para mostrar una guerra en la que sobran evidencias de su existencia. ¿Por qué es importante dilucidar si existe o no una Guerra Económica? La razón es simple: si no tenemos claro el diagnóstico de lo que ocurre, menos vamos a poder hacer frente a los efectos de esta guerra, es decir, el desabastecimiento, la escasez, la inflación y la inseguridad.

Evidencias de una Guerra
En el plano internacional tenemos que las acciones desarrolladas por los EEUU para inundar el mercado de petróleo (por vía del fracking, el despojo de los pozos libios, el contrabando del Daesh y la sobreproducción Saudita) tienen como fines ahogar por la vía de los precios a tres países a quienes el Imperio define como sus enemigos, Rusia, Irán y Venezuela. A nivel financiero, las acciones emprendidas contra nuestro país no han tenido límite, hasta el punto de que tenemos un índice de riesgo país superior a países que están virtualmente quebrados. Nosotros tenemos las mayores reservas de petróleo del mundo y estamos entre los primeros en gas, oro, hierro, aluminio y otros. Sin embargo, nuestro riesgo país es altísimo en comparación con Estados quebrados. Un pasaje de avión de cualquier sitio a Venezuela es varias veces superior del mismo sitio a lugares más lejanos. Los costos de nuestras importaciones son de los más elevados porque los precios de los fletes y de los seguros son, para Venezuela, de los más caros del mundo.

También vemos cómo el Imperio desarrolla un intenso Lobby en organismos internacionales, creando matrices de opinión negativa, mintiendo descaradamente, saboteando nuestros organismos de integración, etc. Diariamente los periódicos de latinoamérica, España y EEUU se cartelizan con informaciones negativas de nuestro país.

En el plano nacional, tenemos un desabastecimiento programado producto de un contrabando descarado que junto con el acaparamiento, el bachaqueo y la corrupción, atentan contra el libre acceso de nuestro pueblo a las mercancías. Además existe una escasez inducida que crea una situación de malestar peligroso en la población. Vemos como no se consigue leche, café ni azúcar, pero todas las panaderías tienen estos productos, además en los supermercados existe provisión de productos lácteos, café gourmet y azúcar pulverizada. No hay harina de maíz precocida, pero las areperas y hasta las ventas de empanadas no han parado.

También están las estrategias de grandes productores como Polar y Cargill que han preferido vender sus productos a las grandes redes de supermercados (controlados por ANSA) dejando de lado a las bodegas y pequeños supermercados quienes, antes se encargaban de la distribución de los productos. En un extenso análisis hecho por la Profesora Pasqualina Curcio, "Desabastecimiento e Inflación en Venezuela" (http://patriayautogestion.blogspot.com/2016/01/desabastecimiento-e-inflacion-en.html) se determina de manera científica como el desabastecimiento y la inflación se deben a factores vinculados a la disminución de la producción o las importaciones, o al aumento del consumo. Tienen que ver con lo que llamamos la Guerra Económica.

Pero esta situación de Guerra Económica no se queda aquí, se complementa con el contrabando y la corrupción de los funcionarios que lo permiten, se junta también con las agresiones a nuestra moneda, con el déficit que tenemos producto de los miles de millones de dólares que se perdieron con la aplicación del Sitme, etc. La Guerra Económica tiene una expresión adicional en la traición de quienes conspiran contra la Revolución, de quienes incitan la violencia y de quienes han propiciado, financiado y apoyado al Paramilitarismo en Venezuela. La situación de inseguridad en el país es intolerable, los secuestros, extorsiones, vacuna, asaltos y asesinatos selectivos no tienen límite.

¿Cómo luchar en esta Guerra?
Luego de este apretado resumen ¿hay dudas de que existe una Guerra Económica? ¿qúe se puede hacer? Hace poco en el artículo "15 Propuestas para atacar la crisis" (http://www.aporrea.org/ideologia/a220832.html) se exponían un conjunto de medidas urgentes con las cuales empezar a hacer frente a la crisis.

Además de ese análisis, se hace énfasis en la necesidad de profundizar en el desarrollo del Poder Comunal. La crisis se ataca con medidas estructurales y de alto nivel, pero también con acciones creativas y audaces desde lo comunal, confiando en las reservas de nuestro pueblo revolucionario y construyendo experiencias autogestionarias, solidarias y colectivas que hagan frente al modelo capitalista, consumista, individualista y sobretodo egoísta. Como lo dijo el Comandante, la respuesta al capitalismo es el Socialismo, por eso hagamos valer la consigna "Comuna o Nada".