lunes, 9 de enero de 2017

Esperanza y Patria




Omar Gómez
Tenemos dos maneras de encarar este año 2017, bien sea de manera optimista o de manera pesimista. Los revolucionarios tenemos que ser optimistas, no nos queda jamás la opción del pesimismo. Ser optimista no es ser ingenuo o ciego ante las dificultades por las que pasa nuestro país, tampoco significa dejar de ser crítico.  El optimismo encierra una carga de esperanza y de confianza en que vamos a tener un mejor año. Luego de la derrota de diciembre del 2015 aunado a la guerra económica en la que estamos sumergidos, es normal que el pueblo se sienta desesperanzado. Esto conlleva al pesimismo y a no creer en nada. La desesperanza es la madre de ese nihilismo que pareciera acompañar a buena parte de nuestros compatriotas.

Negarlo todo, no creer en nada, desconfiar de todo y de todos, nos lleva a que solo podamos buscar respuestas inmediatas y espasmódicas a los problemas. Esa negación es una trampa del capitalismo, para quien el tiempo se presenta sólo en el presente. Para el capitalismo es necesario destruir la Historia, nuestras raíces, nuestras creencias y nuestros conocimientos ancestrales, pero también es necesario destruir el futuro. Nadie quiere invertir en un negocio en el que el retorno de la inversión supere los tres o los seis meses. Nadie quiere planificar a cinco, diez o veinte años. Todos quieren la resolución de los problemas en el acto. Nadie quiere escuchar a quien propone soluciones a mediano o a largo plazo.  Es un discurso que alimenta las consignas como "Maduro vete ya", todos son iguales, todos son corruptos y el "sálvese quien pueda".

El discurso de la Revolución tiene que ser el de la esperanza, del porvenir, de sentirnos orgullosos de las gestas libertadoras, de sentir cómo corre por nuestras venas sangre libertaria, de mirar los hilos que tejieron nuestros libertadores para convertirse en banderas de libertad.  Así lo hizo nuestro Comandante Chávez quien develó nuestra grandeza histórica. Pero tenemos también un mañana de progreso, de prosperidad y de felicidad que es consecuencia de ese pasado que hemos ido forjando históricamente, a pesar de quienes han querido vender nuestras riquezas y secuestrar nuestra soberanía. Esos, los que se voltearon al Imperio, los Santander, Rivadavia y Páez, más recientemente llamados Somozas, Betancourt y Uribe, son los que desde siempre han sido enemigos de Nuestra América. Son los que han querido prostituirla, y son los que siempre serán derrotados por nuestro pueblo.

Que el pesimismo, la desconfianza y la desesperanza alimente a la reacción y a la derecha, tal como se los ordena el Imperio, pero no caigamos jamás en su juego. Seamos la alegría y la esperanza del futuro Socialista, Bolivariano y Chavista que debemos construir. Tenemos Historia, tenemos Futuro, y ahora, con mucho orgullo, podemos decir también que ¡Tenemos Patria!

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