Omar Gómez
@omarfgomez
Quienes vivieron la lucha política, en los años 70, saben que la
seguridad era primordial debido a la represión, los asesinatos políticos
y las infiltraciones que ponían en riesgo la integridad de los
militantes. Era muy frecuente ver cómo caían compañeros que, luego de
ser detenidos, eran salvajemente torturados, quedando algunos de ellos
mutilados o lesionados de por vida, esto cuando corrían con la suerte de
no aparecer "suicidados". Producto de eso, quienes vivieron esa
violencia y represión quedaron marcados con el tema de la disciplina, la
puntualidad y la desconfianza, pues la izquierda estaba llena de gente
de saltaba la talanquera y comenzaban a delatar a los revolucionarios.
Todos saben que la "Inteligencia" de los gobiernos adecos y copeyanos se
basó principalmente en las delaciones y las torturas. Por eso la
desconfianza con agrupaciones de izquierda que tenían más delatores y
disip que militantes (p.e. Bandera Roja). Era cómico ver cómo se
planificaban acciones y cómo a través de contrainformaciones que se le
daba a grupos como Bandera Roja se aseguraba que la policía o la Disip
no iban a sorprender a los revolucionarios.
Lo importante de estos relatos es mostrar que para el venezolano común
la represión, los asesinatos y los desaparecidos eran parte de los
obstáculos con los cuales los militantes de izquierda debían lidiar. Es
decir, tan común era la represión de esos Gobiernos, que se asumían como
parte de de los riesgos de militar en la izquierda.
¡Qué diferencia con el trato que reciben los que hacen oposición en la
actualidad! Es innegable el profundo y hasta obsesivo respeto a los
derechos humanos, actitud que sólo puede provenir de quienes fueron
brutalmente reprimidos. Es nuestra venganza personal, recordando el
poema que el Comandante del FSLN, Tomás Borge, le canta a su torturador.
Por eso, causa risa cuando salen las "manitas blancas" a quejarse de la
violencia y la represión, ignorantes que ni siquiera saben pronunciar
con sinceridad esas palabras. Recuerdo la alharaca que montaron cuando
un joven fue "secuestrado, torturado y desaparecido" y luego apareció
llorando, mientras era tomado del brazo de un Guardia que lo entregaba a
su señora madre. El joven lloraba era porque su madre lo iba a regañar.
Dejando al margen esas anécdotas sobre la supuesta represión, hoy vemos
con asombro la posición que ha tomado la derecha, quien ha estado
exigiendo mano dura contra el hampa y ahora que el Gobierno inicia la
Operación Liberación del Pueblo, salen a quejarse. Algunos diarios
postrados al Imperialismo y que nada tienen de "nacional" han reseñado
la Operación OLP como una "matazón", como una represión contra el pueblo
y como una iniciativa rechazada por todos. Nada más falso, sobre todo
cuando vemos el inmenso respaldo popular que ha recibido la OLP por
responder a un clamor generalizado.
Para los socialistas y revolucionarios, el problema de la delincuencia
se debe resolver con especial énfasis en las medidas preventivas, de
conciencia ciudadana, de educación y deporte. Sin embargo, en estos
enfrentamientos ocurridos por la aplicación de la OLP se ha visto que la
lucha no es realmente contra la delincuencia común sino contra los
Paracos y las organizaciones o bandas criminales. Es claro que estos
responden, por instrucciones de la derecha y de Uribe, a los deseos del
Imperialismo por desestabilizar y atentar contra nuestro Gobierno. Los
Paracos y las bandas criminales son, junto a la Guerra Económica y las
agresiones internacionales, un eslabón más de la larga cadena de
agresiones contra nuestra Revolución. Pero, con el pensamiento y el
espíritu vivo de nuestro Comandante el pueblo grita: ¡¡ No pasarán !!