jueves, 23 de julio de 2015

Crítica y Autocrítica

Omar Gómez
@omarfgomez

 Nuestro Gobierno junto al pueblo construye una Revolución, inédita, cuyo manual de instalación y de usuario no existen. Es decir, bajo la más pura dimensión robinsoniana, estamos inventando una Revolución que es pacífica, socialista, antiimperialista y ahora profundamente chavista. Los resultados son realmente impresionantes e incomparables a nivel mundial: hemos cumplido con creces las metas del milenio, hemos obtenido los reconocimientos de la FAO por la alimentación y de la Unesco en  la derrota del analfabetismo. Las misiones en salud, vivienda y seguridad han permitido disminuir significativamente la pobreza extrema y exhibimos índices de empleo envidiables a nivel mundial.

La Revolución también ha cometido errores. Y como es natural, algunos miembros del partido y del Gobierno, han recurrido a criticar esos errores, sin embargo, producto de la inmadurez y de la falta de espacios para el debate profundo y participativo, otros han tomado la actitud de excluirlos del partido y de la revolución, con el argumento de que esas críticas han servido como armas para la oposición. Esto ha ocurrido más bien por la forma de hacer las críticas que por el fondo de las mismas. En otros casos ha ocurrido por la soberbia o por presumir que lo que se hacía era inmune a los cuestionamientos.

Cuando el pueblo denunciaba a Alfredo Peña y a su PM en el año 2001 y 2002, antes del Golpe de Estado, muchos vieron en esas críticas una forma de traicionar a la Revolución.  Cuando se dijo que el candidato que apoyaba el pueblo para la Alcaldía Mayor era Aristóbulo y no Alfredo Peña, se  respondió que era la línea incuestionable de la alta dirigencia. Cuando se informaba que Luis Miquelena conspiraba y que era un traidor al Gobierno,  muchos se hicieron de la vista gorda lo que permitió que se llegara a ese Golpe del 2002.

Después de esto se sucedieron infinidad de casos similares, resaltando entre otros el de hampones como Eduardo Manuitt y el de Rafael Isea. Pero lo contrario también ha ocurrido, ¿cuánto no ha solicitado el pueblo que Eduardo Samán regrese al alto gobierno o que asuma la Sundde, por ejemplo?

Pero los errores que se han cometido no han sido sólo en la designación de personas, también ha sido en las políticas que se han llevado durante estos años. Vemos que se dictan algunas políticas que luego no se cumplen, o que se ignoran o simplemente se olvidan, o en otros casos se formulan planes que luego fracasan y son tirados al olvido, sin haber hecho la debida evaluación o el balance de por qué fracasaron.

Sin caer en casos particulares, lo que se quiere es demostrar que, tal como lo decía nuestro Comandante Chávez, la crítica es necesaria a lo interno del Partido, del Gobierno y de la Revolución,  y que la misma no necesariamente es con ánimos de destruir sino precisamente de avanzar. Por eso es necesario tener los espacios para el debate interno que permitan sanamente confrontar puntos de vistas diversos y propiciando la discusión abierta, pero siempre con la premisa de "ser irreverentes en la discusión y leales en la acción".

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