Omar Gómez
@omarfgomez
Nuestro Gobierno junto al pueblo construye una Revolución, inédita, cuyo
manual de instalación y de usuario no existen. Es decir, bajo la más
pura dimensión robinsoniana, estamos inventando una Revolución que es
pacífica, socialista, antiimperialista y ahora profundamente chavista.
Los resultados son realmente impresionantes e incomparables a nivel
mundial: hemos cumplido con creces las metas del milenio, hemos obtenido
los reconocimientos de la FAO por la alimentación y de la Unesco en la
derrota del analfabetismo. Las misiones en salud, vivienda y seguridad
han permitido disminuir significativamente la pobreza extrema y
exhibimos índices de empleo envidiables a nivel mundial.
La Revolución también ha cometido errores. Y como es natural, algunos
miembros del partido y del Gobierno, han recurrido a criticar esos
errores, sin embargo, producto de la inmadurez y de la falta de espacios
para el debate profundo y participativo, otros han tomado la actitud de
excluirlos del partido y de la revolución, con el argumento de que esas
críticas han servido como armas para la oposición. Esto ha ocurrido más
bien por la forma de hacer las críticas que por el fondo de las mismas.
En otros casos ha ocurrido por la soberbia o por presumir que lo que se
hacía era inmune a los cuestionamientos.
Cuando el pueblo denunciaba a Alfredo Peña y a su PM en el año 2001 y
2002, antes del Golpe de Estado, muchos vieron en esas críticas una
forma de traicionar a la Revolución. Cuando se dijo que el candidato
que apoyaba el pueblo para la Alcaldía Mayor era Aristóbulo y no Alfredo
Peña, se respondió que era la línea incuestionable de la alta
dirigencia. Cuando se informaba que Luis Miquelena conspiraba y que era
un traidor al Gobierno, muchos se hicieron de la vista gorda lo que
permitió que se llegara a ese Golpe del 2002.
Después de esto se sucedieron infinidad de casos similares, resaltando
entre otros el de hampones como Eduardo Manuitt y el de Rafael Isea.
Pero lo contrario también ha ocurrido, ¿cuánto no ha solicitado el
pueblo que Eduardo Samán regrese al alto gobierno o que asuma la Sundde,
por ejemplo?
Pero los errores que se han cometido no han sido sólo en la designación
de personas, también ha sido en las políticas que se han llevado durante
estos años. Vemos que se dictan algunas políticas que luego no se
cumplen, o que se ignoran o simplemente se olvidan, o en otros casos se
formulan planes que luego fracasan y son tirados al olvido, sin haber
hecho la debida evaluación o el balance de por qué fracasaron.
Sin caer en casos particulares, lo que se quiere es demostrar que, tal
como lo decía nuestro Comandante Chávez, la crítica es necesaria a lo
interno del Partido, del Gobierno y de la Revolución, y que la misma no
necesariamente es con ánimos de destruir sino precisamente de avanzar.
Por eso es necesario tener los espacios para el debate interno que
permitan sanamente confrontar puntos de vistas diversos y propiciando la
discusión abierta, pero siempre con la premisa de "ser irreverentes en
la discusión y leales en la acción".
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