Bernardo Ancidey
Muy por el contrario de las especulaciones habermasianas que creen ver
en la ciencia un instrumento más del capitalismo, éste en su más
reciente y dominante versión financiera y globalizadora, revela un
profundo carácter anticientífico. No otra cosa puede concluirse luego de
enterarnos de las lecciones que el ahora, ex ministro de Finanzas de
Grecia, le impartió a los técnicos de la Unión Europea. Las noticias
revelan la incomodidad de los economistas neoliberales, enamorados de
sus abstrusos e irreales modelos sin vínculos con la realidad, cada vez
que Varoufakis, uniendo político y economía (como debe ser), les
mostraba la debilidad de sus argumentos. Al parecer la inteligencia
sigue ofendiendo, incluso en esos cenáculos europeos, al punto de pedir
la "ausencia" del Ministro griego.
Pero Varoufakis es uno más de una creciente pléyade de economistas e
investigadores sociales, que vienen demostrando desde mediados del siglo
XX, las debilidades de construir modelos basados en presupuestos falsos
o supersimplificados, tal como los que ofrece la llamada Teoría
Económica Neoliberal y su fundamento en la supuesta racionalidad de los
agentes económicos. Existen toneladas de evidencias de todo tipo, desde
los reiterados cracks bursátiles hasta las investigaciones en psicología
social y neurociencias, que dan al traste con toda la seudoeconomía
neoliberal. Sin embargo, ella sigue siendo ampliamente cultivada en
Universidades e Instituciones de renombre, por el servicio encubridor
que le prestan al capitalismo financiero internacional, tal como lo
señalaba el propio Varoufakis, hace dos años.
Lamentablemente, la postura anti-científica del capitalismo actual, no
se reduce al campo económico. A donde usted mire y donde la evidencia
científica afecte al capital, allí verá desplegada con toda su furia la
típica estrategia capitalista de sembrar confusión. Usualmente se
despliega en tres etapas, diseñadas por empresas de relaciones públicas:
-
Negar los hechos.
-
Decir que no es posible establecer causalidad o correlación entre los
factores que dan cuenta de los efectos nocivos, porque pueden haber
muchos otros factores en juego.
-
Afirmar que los efectos descritos por los científicos como nocivos, en realidad son positivos.
El caso del calentamiento global es paradigmático: primero afirmaron que
no existía, luego ante el cúmulo de evidencias reunidas desde los años
60 del siglo XX hasta la fecha, algunas ya conocidas por el Presidente
de EEUU Lyndon B. Jhonson, pasaron a la segunda etapa señalando que
podía deberse a causas naturales. Finalmente, ante la abrumadora y hasta
ahora incontestable evidencia científica que reconoce su origen en la
acción humana, pasaron a la tercera etapa, afirmando que el calor
favorece la vida en el planeta…
Igualmente significativo fue la actitud de las tabacaleras y su campaña
de 1969 "la duda es nuestra negocio", con el cual sembraron dudas ante
la creciente evidencia acerca del perjudicial efecto del cigarrillo
sobre la salud. Una nota paradójica es que al obrar de esta manera, las
tabacaleras se convirtieron en los "padres ideológicos del
postmodernismo" actual y su posición anticientífica.
Un tercer caso, tal vez más grave que los anteriores, son las
transnacionales farmacéuticas y de cuyas prácticas anticientíficas ya
hemos comentado en un artículo anterior. Con su postura hegemónica,
incluso en la academia y cierta literatura científica, las farmacéuticas
al desvirtuar el concepto de medicina basada en evidencias, están de
hecho frenando todo progreso científico dirigido al descubrimiento de
nuevos tratamientos médicos.
Por supuesto, en ningún momento ninguna transnacional capitalista o sus
adalides, presentan investigaciones serias que sustenten sus
afirmaciones, lo que sí hacen es emprender masivas campañas de
desinformación con el cual engañan a mucha gente haciéndoles creer que
el tema en cuestión, aún no tiene una respuesta científica unificada.
Tradicionalmente se ha señalado que la ciencia renace en el mundo
contemporáneo gracias al desarrollo del capitalismo. Tal vez sea cierto,
pero lo que afirmo es que en su etapa actual, el capitalismo es una
fuerza profundamente regresiva, al destruir una de las actividades
sociales que en otro momento parece que contribuyó a renacer, como es la
actividad científica. Y esto ocurre porque los valores intrínsecos a la
actividad científica, como el espíritu crítico, el escepticismo, la
evaluación de las evidencias, el debate con los pares y el preguntarse
el qué y el por qué de las cosas, se han vuelto terriblemente
amenazantes para el capitalismo actual.
Política y ciencia son dos actividades que los revolucionarios de todo
el mundo deben ser capaces de comprender y manejar en su lucha contra el
capitalismo, subordinando la segunda a la primera, como claramente lo
hicieron en el pasado hombres de la talla del Ché Guevara, Salvador
Allende, el Comandante Chávez y Oscar Varsavsky. Yanis Varoufakis lo tiene muy claro, demasiado, tal vez de allí su ausencia.
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