Bernardo Ancidey
A los habitantes de esta parte del mundo
el imperio nos tenía acostumbrado a los incruentos madrugonazos
pinochetistas para deshacerse de cualquier intento progresista por
mejorar nuestras condiciones de vida y ser soberanos. Últimamente, su
estrategia aquí y en otros países, cambió a lo que se llama el golpe
suave, combinando una agresiva y mentirosa campaña mediática
internacional, , el uso de redes sociales para realizar guarimbas,
atacar servicios públicos y divulgar internacionalmente videos y fotos
trucadas, la presencia de “actores no políticos” incluyendo artistas de
Hollywood, cantantes y peloteros, el hackeo de páginas oficiales e
ingentes cantidades de armas y dinero para el pago de mercenarios y
sobornos a altos funcionarios para que deserten al bando opositor. De
esta panoplia de recursos, el único que no es una blanda construcción
social, son las armas y municiones de los “paracos” uribistas.
Las estrategia va dirigida a la deslegitimación, creando un clima que
facilite el derrumbe del gobierno y de no lograrlo, apelar a la invasión
directa, las milicias (léase paracos) y los llamados “contratistas de
seguridad”. No faltarán los apoyos de gobiernos vecinos, buscando sacar
provecho, sea arrancando un pedazo de territorio o participando en el
despojo de los recursos del país víctima.
Llenen los espacios en blanco y veremos
claramente dibujada la estrategia sobre Venezuela, antes utilizada en
Libia, Siria y Ucrania, en esta versión postmoderna de la agresión
imperial.
Estas estrategias se fundamentan en las
investigaciones sobre sistemas adaptativos complejos, realizadas desde
los años noventa del siglo pasado. Han dedicado grandes recursos para
comprender los fenómenos sociales relacionados con el surgimiento y
caída de civilizaciones. Su interés se ha centrado en evitar su propia
decadencia, visto que todos los que le precedieron terminaron
hundiéndose en el fango de la historia. Por eso desarrolla
investigaciones donde combina perspectivas desde las ciencias naturales,
particularmente biológicas, así como psicológicas y sociológicas, y
haciendo uso de poderosos medios computacionales, construye modelos
complejos que lo orienten acerca de las formas de frenar cualquier
amenaza, por muy incipiente que luzca, como el caso de la CELAC y los
gobiernos populares del continente.
Clarificada la estrategia subyacente al
presente ataque fascista de debilitamiento a nivel de la conciencia
social (aunque la realidad ande por otro lado), se impone orquestar la
respuesta para atajarla. Las respuestas tradicionales no se descartan
pero son insuficientes y aunque no tenemos la tecnología para
desarrollar modelos complejos alternativos, podemos utilizar los propios
medios de la globalización para enfrentarlo, recordando que el
capitalismo nos provee con las fuerzas que terminarán por desplazarlo.
Chávez nos mostró como transformar una red social en instrumento para
divulgar sus ideas y mantener la iniciativa política. Este ejemplo debe
ser seguido y profundizado, de modo que todos utilicemos estos medios en
su contra.
Por otra parte, es necesario debilitar
la estrategia imperial, para lo cual hace falta romper sus enlaces y
aislar a sus agentes, no dándoles oportunidad para que divulguen
mentiras, cerrando el acceso de sus unidades estratégicas, disfrazadas
de medios de comunicación internacionales. Sus fuentes de financiamiento
deben ser cortadas y expropiados todos los recursos que utilicen en
contra nuestra como ya se hizo con unas motos. Hay que investigar y
expropiar cuentas bancarias y hasta los bancos que se presten para el
financiamiento de los fascistas, quitarles las fincas donde entrenen
paramilitares, socializar las empresas cómplices, nacionalizar
universidades privadas que sirvan de guaridas y caletas, y tomar
cualquier otra medida que conduzca al ahogo financiero de los golpistas.
A los alcaldes conspiradores, hay que iniciarles de inmediato los
procesos legales para proceder a su remoción y encarcelamiento. Y lo más
importante, considerar que la lucha desborda la realidad venezolana,
planteándola como un enfrentamiento internacional y global, como ya lo
han señalado los amigos de Argentina con su consigna: Si cae Venezuela
caemos todos.
Esta lucha debe llegar a los hogares,
calles y trabajos de los propios países desde donde se monta la
conspiración. En la antigüedad Aníbal lo hizo con Roma y hace unos pocos
años los vietnamitas también lo hicieron: para enfrentar con éxito a un
imperio, hay que llevarles el conflicto a la puerta de su casa.
Apelemos a la solidaridad de nuestros amigos, aliados y a los
trabajadores en todo el mundo para que se movilicen en esta segunda
guerra de independencia.