Rafael Febles
Si vemos someramente lo que está ocurriendo, podríamos concluir que la
economía se está ralentizando, es decir que va más lenta, pero lo cierto
es que ese no es el problema, porque a pesar de los múltiples
procedimientos de fiscalización, multas y hasta presos persisten niveles
de escasez, acaparamiento, boicot y contrabando en un claro desafío a
la ley y autoridades.
La economía quizás no está en su mejor momento, solo que los agentes económicos en gran parte están a la expectativa sobre los resultados de la subversión y las fiscalizaciones en puertas. La Ley de Precios es en este momento lo que fueron las 27 leyes de la primera habilitante del comandante supremo, aunque en las protestas no aparecen indicios contra la aplicación de la Ley, bien sabemos que en el fondo de la cuestión está la oposición a ultranzas contra todo lo derivado del gobierno nacional en materia económica, solo revisemos lo que se ha descubierto en el manejo, entrega y uso de las divisas por parte de empresas y particulares y es el nuevo esquema cambiario lo que los tiene en cierta manera desesperados, porque el compás que se abrió con el sistema dual, es decir dólar a 6,30 bs y el dólar Sicad, desubicó y trastocó lo que estaba pasando con las divisas y las correspondientes importaciones. El sistema exige la firma de una fianza de fiel cumplimiento a la cual por supuesto hay que en cada caso, hacerle el respectivo seguimiento y control.
En definitiva las medidas económicas de alguna manera aceleraron por parte de estos sectores de ultra derecha, el camino hacia lo que ellos consideran como legitimo, es decir reclamar no contra las medidas unas u otras, sino la salida inmediata del presidente Maduro, para lo cual aparentemente es un salto al vacío porque no cuentan con la gente suficiente que los apoye y por otro lado las condiciones reales y objetivas para un alzamiento militar que acoja sus planteamientos y aspiraciones.
El uso de la guarimba como medida de lucha es hasta ahora la reminiscencia de la marcha del día 12, focos aislados y de poca participación pronostican un fracaso en esta nueva aventura que se han propuesto y es ahora cuando la impunidad debe ser cosa del pasado reciente y convertirse en el principal disuasivo ejemplar para retornar a la normalidad para que veamos lo económico como la prioridad.
La economía no es solo un asunto de los economistas como tal, lo reconozco, pero es un deber alertar sobre las consecuencias en el tiempo de la agitación política, porque la velocidad de la misma en la actuación de los diferentes actores, se puede convertir eso si, en una recuperación mas lenta de la producción hacia donde todos y todas debemos persistir que se produzca bajo indicios ciertos de participación de la nueva e inédita economía comunal que apunte definitivamente hacia nuevos derroteros en la lucha contra el rentismo que solo ha mantenido hasta ahora la posibilidad de asumir la política social en un todo.
La economía quizás no está en su mejor momento, solo que los agentes económicos en gran parte están a la expectativa sobre los resultados de la subversión y las fiscalizaciones en puertas. La Ley de Precios es en este momento lo que fueron las 27 leyes de la primera habilitante del comandante supremo, aunque en las protestas no aparecen indicios contra la aplicación de la Ley, bien sabemos que en el fondo de la cuestión está la oposición a ultranzas contra todo lo derivado del gobierno nacional en materia económica, solo revisemos lo que se ha descubierto en el manejo, entrega y uso de las divisas por parte de empresas y particulares y es el nuevo esquema cambiario lo que los tiene en cierta manera desesperados, porque el compás que se abrió con el sistema dual, es decir dólar a 6,30 bs y el dólar Sicad, desubicó y trastocó lo que estaba pasando con las divisas y las correspondientes importaciones. El sistema exige la firma de una fianza de fiel cumplimiento a la cual por supuesto hay que en cada caso, hacerle el respectivo seguimiento y control.
En definitiva las medidas económicas de alguna manera aceleraron por parte de estos sectores de ultra derecha, el camino hacia lo que ellos consideran como legitimo, es decir reclamar no contra las medidas unas u otras, sino la salida inmediata del presidente Maduro, para lo cual aparentemente es un salto al vacío porque no cuentan con la gente suficiente que los apoye y por otro lado las condiciones reales y objetivas para un alzamiento militar que acoja sus planteamientos y aspiraciones.
El uso de la guarimba como medida de lucha es hasta ahora la reminiscencia de la marcha del día 12, focos aislados y de poca participación pronostican un fracaso en esta nueva aventura que se han propuesto y es ahora cuando la impunidad debe ser cosa del pasado reciente y convertirse en el principal disuasivo ejemplar para retornar a la normalidad para que veamos lo económico como la prioridad.
La economía no es solo un asunto de los economistas como tal, lo reconozco, pero es un deber alertar sobre las consecuencias en el tiempo de la agitación política, porque la velocidad de la misma en la actuación de los diferentes actores, se puede convertir eso si, en una recuperación mas lenta de la producción hacia donde todos y todas debemos persistir que se produzca bajo indicios ciertos de participación de la nueva e inédita economía comunal que apunte definitivamente hacia nuevos derroteros en la lucha contra el rentismo que solo ha mantenido hasta ahora la posibilidad de asumir la política social en un todo.
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