miércoles, 10 de diciembre de 2025

Nobel de la Paz 2025: La geopolítica detrás de la premiación.

 Omar Gómez

La concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 a la dirigente opositora venezolana María Corina Machado es un hecho político de primer orden que trasciende las intenciones declaradas por el Comité Noruego. Como expresión del actual contexto geopolítico global, este galardón representa una herramienta más en el arsenal de la injerencia occidental, destinada a debilitar y desestabilizar procesos soberanos, bajo la narrativa ya gastada de la "lucha por la democracia". Basta con observar la retórica empleada por el presidente del Comité Noruego del Nobel, quien durante la ceremonia lanzó duras críticas contra el gobierno venezolano, llegando a calificarlo como un "Estado brutal y autoritario", para comprender que esta premiación no es neutral ni desinteresada.

La ceremonia de entrega, celebrada en el Ayuntamiento de Oslo el pasado 10 de diciembre, fue en sí misma un acto de profundo simbolismo político. Ante la imposibilidad física de Machado de asistir, fue su hija, Ana Corina Sosa, quien recibió el premio en su nombre. En el discurso de aceptación, leído por su hija, Machado dedicó el galardón "a todo el pueblo de Venezuela" y a los "héroes que luchan por la libertad", al tiempo que realizó una reconstrucción histórica que omite y deslegitima las luchas populares y el proceso revolucionario bolivariano, señalando que desde 1999 se habría "desmantelado" la democracia en el país.

El evento estuvo marcado por la presencia de cuatro mandatarios latinoamericanos que representan, en gran medida, la nueva ola de gobiernos de ultraderecha alineados con los intereses estadounidenses en la región: Javier Milei (Argentina), José Raúl Mulino (Panamá), Daniel Noboa (Ecuador) y Santiago Peña (Paraguay). Su presencia en Oslo no fue casual; fue la ratificación de un bloque político que busca aislar y presionar al legítimo gobierno constitucional de Nicolás Maduro, otorgando a la premiación un carácter de ceremonia de coronación de una oposición que se presenta como única y legítima representante de Venezuela en el exterior.

El discurso del Presidente del Comité Noruego fue particularmente agresivo y, significativamente, traspasó las fronteras de Venezuela para apuntar directamente a sus aliados internacionales. Acusó a "Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbolá" de proporcionar al "régimen" de Maduro "armas, sistemas de vigilancia y vías de supervivencia económica". Esta declaración no es una mera denuncia; es la explicitación de la lógica de la Guerra Fría del siglo XXI, donde Venezuela es un peón en el tablero de la confrontación entre potencias.

Resulta irónico que un premio que lleva el nombre de "Paz" haya sido recibido con protestas masivas en las calles de Oslo. La polémica no se limitó a manifestaciones espontáneas. El Consejo Noruego por la Paz, una coalición de 17 organizaciones que tradicionalmente organiza la procesión de antorchas en honor al galardonado, tomó la decisión sin precedentes de cancelar su participación este año. Argumentaron que los métodos de Machado "chocan con sus principios de diálogo y no violencia". Esta decisión, que solo tiene un precedente en 2012 cuando la Unión Europea recibió el premio, desnuda la profunda división y el desprestigio que genera esta premiación incluso en el seno de la sociedad noruega, supuestamente garante de la neutralidad y pureza del galardón.

Además, voces críticas dentro de Noruega señalaron la hipocresía de premiar a una figura que ha expresado abiertamente su apoyo al expresidente estadounidense Donald Trump, cuya administración impuso sanciones económicas letales contra Venezuela y amenazó abiertamente con una intervención militar.

La entrega de este Nobel a Machado inscribe su nombre en una larga y manchada lista de galardonados que desdibujan el espíritu original de Alfred Nobel. Personajes como Henry Kissinger (1973), arquitecto de la guerra sucia en América Latina y el genocidio en Timor Oriental; Theodore Roosevelt (1906), quien expandió el imperialismo estadounidense; o Barack Obama (2009), que recibió el premio mientras libraba siete guerras, son prueba fehaciente de que el Nobel de la Paz ha sido históricamente un instrumento de legitimación del poder hegemónico. Otros que no recibieron el premio, pero fueron candidatos, son figuras como Adolf Hitler (1939) y Francisco Franco (1964). Por otro lado, seguidores del sionismo y colaboradores del genocidio palestino como Menachem Begin (1978), Isaac Rabin y Shimon Peres (ambos en 1994) sí recibieron estos galardones.

Desde la mirada bolivariana y descolonial, este premio es un acto de violencia simbólica. Es la imposición de un relato único, blanco y occidental, sobre la compleja realidad de un país mestizo, pluricultural y en revolución. El discurso de Machado y del Comité Noruego presenta una Venezuela anterior a 1999 como una democracia idílica, ignorando deliberadamente la exclusión social, la pobreza y la dependencia neocolonial que el proyecto bolivariano ha buscado revertir.

Al premiar a una figura que representa a la oligarquía criolla tradicional y que es sumisa a los intereses geopolíticos de Washington, el Comité Noruego está tomando partido en una lucha de clases y en una batalla por la soberanía. No premia la paz; premia la sumisión. Premia la aceptación de un orden mundial donde las potencias del Norte Global dictan las reglas del juego y otorgan medallas a quienes se pliegan a sus designios.

La "transición pacífica" que el Comité alaba es, en realidad, un eufemismo para un cambio de régimen orquestado desde el exterior, un modelo que ya hemos visto aplicarse con resultados catastróficos en Libia, Siria e Irak. La verdadera paz, la paz con justicia social y soberanía, la que construyen día a día las comunidades organizadas, los campesinos, los trabajadores y el pueblo venezolano resistiendo contra un bloqueo criminal, esa paz no tiene cabida en los salones de Oslo.

Como dijo el canciller iraní, Seyed Abbas Araghchi, esta premiación "incita a la guerra contra su propio país". En un mundo donde los fabricantes de bombas reciben premios de paz, la única postura honorable es la de quienes, como la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, se pronuncian contra esta farsa y siguen creyendo y luchando por una paz verdadera, con justicia, dignidad y sin amo extranjero alguno. Como dijo Diosdado Cabello, el premio fue otorgado al mejor postor, y su compradora fue la más selecta representante de la oligarquía venezolana, reaccionaria al extremo y comprometida con las causas más oscuras que tiene la humanidad. Este Nobel será recordado no como un acto humanitario, sino como un episodio más en la agresión imperial contra Venezuela, un premio que huele a petróleo, a hipocresía y a intervencionismo.

Pese a estos ataques y a las intenciones de desprestigiar a nuestro país y a nuestra Revolución, desde Venezuela manifestamos que seguimos firmes, rodilla en tierra, en defensa de la Patria.

martes, 2 de diciembre de 2025

Metidos en Honduras

 Omar Gómez


Con una desfachatez inaudita, el presidente Donald Trump ha incurrido en un abierto injerencismo al sugerir que Honduras debería inclinarse por el candidato que él mismo señaló, el señor Nasry Asfura. Los resultados preliminares reflejan un empate técnico entre Asfura y Salvador Nasralla, ambos representantes de la derecha, dejando en un distante tercer lugar a la candidata progresista, Rixi Moncada. Paralelamente, se ha desplegado una ofensiva mediática y en redes sociales desproporcionada, alineada con esta orden imperial. Como era previsible, se ha recurrido al más rancio anticomunismo para avivar un miedo irracional hacia cualquier propuesta de izquierda, en una suerte de macartismo del siglo XXI.

Esta agresión tiene, entre otras, una consecuencia inmediata: desviar la atención internacional hacia Honduras, opacando lo que ocurre en Venezuela, como el reciente cierre del espacio aéreo por parte de Estados Unidos. Este bloqueo aéreo no es más que una reedición moderna de las políticas de coerción que las potencias aplicaron en 1902 contra Venezuela. En aquel entonces, el imperio británico, el imperio alemán y el reino italiano —seguidos por Holanda, Bélgica y España— bloquearon nuestras costas. Estados Unidos intervino interesadamente como “mediador”, aprovechando la situación para impulsar el Corolario Roosevelt, una extensión de la Doctrina Monroe que pretendía legitimar sus intervenciones en el continente.

Frente a esta realidad, la Revolución Bolivariana ha adoptado el camino correcto: la movilización y organización permanentes. A diferencia de otros gobiernos progresistas que, al desvincularse de su base, permitieron el retorno de la derecha —como ocurrió en Bolivia, Perú y ahora podría suceder en Honduras—, en Venezuela aplicamos la fórmula de la unidad cívico-militar y popular. Iniciamos diciembre convocando una impresionante marcha y concentración en Miraflores, donde el pueblo venezolano llenó las avenidas en defensa de la patria.

 Resulta particularmente ilustrativo el caso del presidente peruano Pedro Castillo. Consciente de lo que estaba en juego, apeló a la movilización popular prácticamente en el último instante, cuando el golpe de Estado ya estaba en marcha. Intentó convencer a la derecha mostrándose imparcial, sin comprender que detrás se conspiraba activamente contra su gobierno. Dime con quién andas y te diré hasta donde llegas. La derecha nunca es buena compañera de camino.

Lo ocurrido en Bolivia, Perú y Honduras debe poner en alerta a México y Colombia. La experiencia de Chile es determinante: un presidente supuestamente de izquierda llenó su discurso y acciones de coincidencias con el imperio y distanciamientos de Venezuela. Incluso su candidata, del Partido Comunista, ha seguido al pie de la letra la retórica antivenezolana, asemejándose a su rival de derecha. México y Colombia deben ser garantes de la paz en el Caribe, señalando con claridad quién es el enemigo, quién despliega portaaviones y quién bombardea lanchas con sentencias de muerte previas.

Brasil, el gigante del Sur, también está llamado a ser garante de esa paz. Aunque su actual gobierno muestre similitudes preocupantes con el anterior, es imperativo que se pronuncie activamente para condenar el injerencismo y el imperialismo estadounidense. La unidad y la vigilancia regional son más necesarias que nunca.

A pesar de la diversa situación regional, Venezuela cuenta con un pueblo valeroso, digno y heredero de las luchas independentistas, contra el que no podrá ningún Imperio.

viernes, 21 de noviembre de 2025

Profundizar la Revolución en América Latina, o entregar la Patria Grande.

 

Omar Gómez

El final del año 2025 se perfila en el horizonte como una embestida coordinada. No es una guerra convencional, sino una batalla por la conciencia de nuestros pueblos, donde la derecha latinoamericana, amorfa y digital, avanza con una estrategia clara: conquistar pantallas, likes y “me gusta” para renunciar a debatir ideas. Esta no es la derecha de antaño, con sus think tanks y sus libros blancos. Esta es una derecha light, de influencers con filtros y eslóganes vacíos, que rehúye el debate porque su proyecto no soporta el más mínimo análisis. Hacen trabajo de marketing, no social; venden una imagen, no un proyecto de país.

En Bolivia, hemos sido testigos de un golpe de timón que duele en el alma del continente. La llegada de Rodrigo Paz a la presidencia no es un simple cambio de gobierno; es el regreso de una oligarquía que siempre vio los recursos del pueblo como su botín personal. ¿Y cuál fue una de sus primeras acciones? Correr, no a solucionar los problemas del pueblo, sino a rendir pleitesía al Imperio. Es la escena que se repite una y otra vez en nuestra historia: los hijos pródigos de la oligarquía besando el anillo del amo del Norte. Esta derecha peligrosa no perdió el tiempo en mostrar su verdadero rostro, el mismo que el pueblo boliviano había mandado al basurero de la historia. Lástima que sus líderes de izquierda no pudieron anteponer los intereses del país por encima de los intereses de grupos y facciones.

En Chile, el panorama es desolador. Los fantasmas de Pinochet, lejos de estar enterrados, hoy campean a sus anchas con corbata y sonrisa de tiktoker. Kast, Kaiser y Mattei sumaron una mayoría abrumadora de votos, mostrando el músculo de una derecha dura, recalcitrante y orgullosamente heredera de la dictadura. Frente a esto, la candidatura de Jara se presenta como una opción fallida desde su origen. Llamarla “comunista” es un insulto a la inteligencia. ¿Cómo puede una candidata que dedica más tiempo a atacar a la hermana República Bolivariana de Venezuela, llamándola “dictadura”, pretender representar una alternativa popular? Esa es la trampa. Confiaron en que el Imperio les daría un espacio por mostrarse “razonables”, por criticar a sus hermanos. Pero como bien nos enseñó el Comandante Ernesto “Ché” Guevara, “al imperialismo ni tantito así”. Se traicionaron a sí mismos, y ahora la posibilidad de una victoria popular se aleja, diluida en su propio oportunismo.

Y para terminar, la situación en Honduras no es más alentadora. La candidata progresista Rixi Moncada, de LIBRE, lucha contra corriente, mientras, los representantes de las viejas castas, Nasralla y Asfura, lideran las encuestas. La pregunta que resuena es: ¿cómo es posible que la Presidenta Xiomara Castro, que llegó con un mandato claro de refundación, haya visto erosionado su apoyo? La respuesta, una vez más, parece esconderse en la misma enfermedad.

El patrón es claro y duele reconocerlo. Algunos gobiernos progresistas de nuestra América han caído en la trampa de querer quedar bien “con Dios y con el Diablo”. En un intento desesperado por ser aceptados por los amos de Washington, se han presentado ante el mundo como los “críticos sensatos” de Venezuela. Han diluido la solidaridad internacionalista, que es el alma de la revolución, en un cáliz de tibieza y calculador pragmatismo, es la Izquierda que Quiere Caerle Bien al Verdugo. Mientras el pueblo palestino sufre un genocidio ante los ojos del mundo, sus condenas han sido tímidas, casi un susurro. Frente a la operación especial rusa en Ucrania, una respuesta necesaria contra la expansión de la OTAN y el resurgimiento del nazismo, prefirieron el “llamado al diálogo” en lugar de un análisis antiimperialista claro.

Se han vendido a los medios como “moderados”, despojándose del espíritu rebelde de Maceo, de Sandino y de Bolívar. Han creído que podían negociar con el lobo. Pero la verdad, cruda y revolucionaria, es que el Imperio no negocia, se enfrenta, y como dijo un Presidente gringo, Los EEUU no tienen amigos sino intereses. Lo que ha hecho Washington no es “dialogar” con ellos, sino penetrarlos, suavizar sus maneras, edulcorar sus discursos. Les han hecho un lavado de cerebro con la aquiescencia de la “corrección política”. Al final, lo que queda no es una revolución, sino su caricatura: un reformismo light, pintado con los colores de la bandera, pero vacío del fuego sagrado que transforma la historia. Y el Imperio no juega carrito, no es casual que todo el despliegue armamentístico que ha desarrollado en los últimos meses sea para agredir a Venezuela, y ahora a Colombia que ha adoptado una postura más consecuente que sus tibios homólogos. El peligro de una agresión es inminente y los EEUU no van a estar moviendo semejante poder bélico solo por gusto, tienen sus planes y latinoamérica debe estar alerta.

La lección para latinoamérica es clara: o la izquierda latinoamericana recupera su columna vertebral antiimperialista, su solidaridad inquebrantable y su vocación de pueblo en lucha, o será barrida por una derecha que, aunque sea cobarde y superficial, al menos no tiene complejos a la hora de defender sus intereses de clase.

lunes, 17 de noviembre de 2025

Revolviendo el río para poder pescar

Omar Gómez

La segunda quincena de noviembre de 2025, empieza de manera muy noticiosa a nivel mundial. En primer lugar, el portaviones más grande del mundo entra en el mar Caribe en una ostentosa demostración de poder con el fin de intimidar, ojalá sea solo eso. En México, las publicitadas protestas de la Generación Z, con todo y la bandera del animé One Piece, irrumpen con fuerza en pleno centro de la capital, atentando contra el palacio de gobierno. Chile entra en un proceso electoral con una izquierda pro-gringa favorita, como la de Boric, que decide como estrategia para obtener votos, colocarse de lado del Imperio y atacar a Venezuela. Esta izquierda se medirá con el ultra derechista Kast. Nada envidiable el futuro cercano allí.

Unas elecciones todavía más peligrosas se dieron en Ecuador, en donde se puso como tema la posibilidad de entregar bases militares a los estadounidenses. Alrededor de 13 millones de ecuatorianos votaron si están de acuerdo con que se elimine la prohibición de establecer bases militares extranjeras o instalaciones extranjeras con propósitos militares en suelo bolivariano. Pobres Bolívar y Sucre, quienes estarán avergonzados con esta conducta tan entreguista, propia de una Sra. Machado. Afortunadamente, esa opción quedó derrotada, sin embargo, queda el mal sabor de haber sido propuesta y de haber recibido un número importante de votos. Petro sigue ocupado con sus problemas internos y su enfrentamiento al gobierno de Trump, mientras que el lacayo gobierno de Trinidad y Tobago anuncia el inicio de ejercicios militares en sus fronteras, en clara coordinación con la llegada del portaviones Gerald Ford.

Este es un escenario de mucha convulsión y muchos fuegos abiertos en la región, tal vez algunos de ellos fabricados con la intención de desviar la atención y facilitar el camino hacia una agresión contra Venezuela.

La operación Lanza del Sur, nombre con el que los EEUU denominan la exagerada movilización de tropas y equipos, entre ellos portaviones, submarinos, aviones y toda clase de armamentos, se inicia como continuación de otros ejercicios militares en el mar Caribe.  Todo esto para supuestamente luchar contra el narcotráfico. Es llamativo que tan gigantesco despliegue militar se use para atacar a unas lanchas de pescadores a los que les dicta la pena de muerte sumaria, sin juicio ni pruebas, pero con el exterminio seguro. Tan desproporcionada relación de fuerzas no deja duda de que el verdadero objetivo es otro. Y es un objetivo negro, tanto como el petróleo de Venezuela.

 La conformación de los Comité Bolivarianos de Base Integral y la numerosa marcha del pasado 15 de noviembre, son la respuesta y la confirmación de la estrategia de movilización permanente que muestra Venezuela como forma de repeler una posible y cada vez más inminente agresión estadounidense.

sábado, 8 de noviembre de 2025

La locura de Trump

 Omar Gómez

Cada día sorprenden las declaraciones altaneras, prepotentes y ofensivas del Presidente Trump. No le ha bastado con decir que quiere anexarse a Groenlandia, Canadá, México o hasta la misma Venezuela. No se ha conformado con mentir descaradamente con el argumento de una supuesta lucha contra el narcotráfico en el Caribe. Ahora declara que tiene armas como para destruir 150 veces al mundo. Y con ello ha reiniciado las pruebas nucleares, mientras agrede a Venezuela y súbitamente amenaza con invadir a Nigeria.

Pero la locura del Presidente Trump se sostiene también en sus acólitos, quienes le aplauden cada una de sus locuras, quienes actúan de espalda a sus pueblos y quienes traicionan los ideales nacionales. Mentirosos de oficio y defensores de la maldad y la injusticia. Tenemos en Venezuela a la entreguista María Corina Machado, en Perú al insulso José Jerí, en Argentina al orate Milei y en Ecuador al plutócrata Daniel Noboa. En Europa tiene al payaso de Zelenski y a los títeres de la unión Europea, mientras que en Asia tiene a Netanyahu y gobiernos absurdamente lacayos como el japonés. Son grandes apoyos de los que se rodea este señor, lo que lo lleva a influir en la opinión pública y a torcer las verdades.  

Con instrumentos poderosos como  las redes sociales, el uso de la IA y con los medios de comunicación, el Presidente Trump se autoconvence de ser el Emperador del mundo. Esto complementa el más imponente aparato militar que ha poseído nación alguna en la historia de la humanidad. No es juego cuando señala lo de poder destruir decenas de veces al planeta. El Presidente Trump trata al resto del mundo como su feudo, con absoluto desprecio y sin importar las consecuencias. Y esto lo hace porque sabe con lo que cuenta y con quienes cuenta.

En Venezuela hemos aprendido que la única manera de prepararse y de enfrentar esta locura es mediante la racionalidad, expresada en los reiterados llamados a la paz, la permanente movilización del pueblo venezolano y la profundización de la organización popular, policial y militar. Los venezolanos construimos un modelo propio, esencialmente soberano y popular, que deseamos que sirva de ejemplo a otros pueblos.