Omar Gómez
En esta Época Bicentenaria,
nada más acertado que tomar a uno de nuestros próceres, que constituye una de
las raíces del árbol de la Revolución Bolivariana como eje para la conmemoración
de la gran gesta independentista y federal. El árbol de las tres raíces, con
una más representada en el pensamiento integrador del Comandante Hugo Chávez,
es la guía de nuestra Revolución, caracterizada por su independencia del
pensamiento eurocéntrico y su reivindicación genuinamente autóctona, endógena y
patriota.
En ese marco, próximos al Bicentenario
del Natalicio del General del Pueblo Soberano, se desarrollaron el pasado 14 de
enero, unos ejercicios cívico-militares en donde se movilizó más de medio
millón de venezolanos. La cifra es particularmente importante si se destaca que
estamos hablando de un país que cuenta con un ejército activo que no llega a la
mitad de los movilizados ese día. Es decir, que hubo mayor cantidad de civiles
que de militares.
Esto es interesante porque
señala una orientación en la defensa de la soberanía nacional. Al contrario de
lo que comúnmente se piensa, la defensa nacional no puede estar solo en manos
de la Fuerza Armada, sino del pueblo todo movilizado, organizado, consciente y
unido con los militares. Esto constituye una vieja discusión entre la izquierda
y la derecha. La derecha concibe, tal como hizo durante el puntofijismo, que la
Fuerza Armada constituye una élite, que no se debe mezclar con los civiles, siendo
dueña del monopolio de la defensa de la Nación.
Sin embargo, históricamente
hemos visto que los ejércitos solos, no sirven para ganar batallas de
liberación, y mucho menos para superar el colonialismo y las invasiones. En
nuestra Guerra de Independencia se demostró que durante la Primera y Segunda
República, la tarea de liberar a la Patria recayó casi exclusivamente en el
ejército formal. Cuando Bolívar entendió que solo el pueblo en armas podía
lograr la liberación de Venezuela se pudo dar un vuelco a la lucha
independentista, incorporando a los esclavos y a los mestizos, unidos y organizados en un objetivo común de
liberación. Fue así como conseguimos derrotar de manera definitiva al Imperio
Español.
Otro tanto ocurrió con
Zamora, quien entendió en sus luchas que solo el pueblo en armas, con perfecta
unión cívico militar, podía alcanzar la Revolución. Al ser asesinado Zamora,
quienes siguieron la lucha abandonaron esa tesis, se concentraron en los
ejércitos formales, teniendo como consecuencia años de batalla estéril en donde
ninguno de los dos ejércitos enfrentados alcanzó la supremacía. Solo un acuerdo
de élites, el Tratado de Coche, pudo poner fin a la Guerra Federal.
Fuera del país, tenemos
ejemplos de sobra de cómo, cuando un pueblo unido toma para sí las banderas de
la liberación y defensa, puede entonces enfrentarse de manera exitosa a quien
sea, incluso a los imperios más poderosos del mundo. Basta mencionar el caso de
Cuba que derrotó a los Estado Unidos en Bahía de Cochinos, o cómo fueron
derrotados los franceses y norteamericanos en Vietnam.
Ante el peligro que
representa la renovación del Decreto de Obama que nos señala como una amenaza
inusual y extraordinaria contra los Estados Unidos, y ante las pretensiones
serviles de la derecha apátrida de entregar la Patria, el pueblo venezolano no
puede quedarse de manera pasiva a la expectativa. Es urgente mantenerse organizado,
preparado y en permanente movilización ante el peligro cierto de una invasión,
de un golpe de estado o de los golpes suaves que han estado en pleno
desarrollo. El Gobierno del Presidente Maduro y la Revolución Bolivariana cuenta
con los hijos de Chávez, con los herederos de Bolívar para derrotar al
Imperialismo y lograr la construcción del Socialismo.
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