Omar
Gómez
@omarfgomez
Para
quienes creemos profundamente en el modelo democrático construido a lo largo de
15 años de Revolución, causa extrañeza lo que está ocurriendo en España. El Rey
Juan Carlos I ha decidido renunciar al trono luego de estar 39 años al frente
de la Monarquía Española.
Desde
la óptica de un plebeyo que habita en un país tercermundista, subdesarrollado, lleno
de sudacas, y en su mayoría marginales chavistas, lo de España no tiene sentido.
El
Rey Juan Carlos I (que por cierto, no nació en España sino en Roma) fue
designado por Francisco Franco como el sucesor en la Jefatura de Estado en el
año 1969 (vaya qué honor). Luego de la muerte de Franco, asume el trono su
Majestad el Rey Juan Carlos. Primera pregunta de un sudaca: ¿y a este quién lo
eligió? Me refiero a Juan Carlos, porque también es sabido que a Franco nadie
lo eligió. Los defensores de la Monarquía dicen que eso está en la Constitución
Española. Segunda pregunta: ¿y esa Constitución quién la redactó y quién la
aprobó?
Esas
dos preguntas pueden incluir a una tercera ¿y al Rey Felipe VI quién lo eligió?
Vemos entonces que el Dictador Franco aparte de adueñarse del poder a sangre y
fuego, y con el apoyo de los nazis y los fascistas, se apropió también del
derecho a designar al sucesor de la jefatura del Estado Español. Y lo mismo
hace el exRey Juan Carlos, quien ha llenado de felicidad las llanuras africanas
habitadas por elefantes que ven ahora un enemigo menos en su hábitat. Vemos
como un solo hombre le pasa por encima a todo un pueblo que para nada aparece en
las decisiones que conciernen a la designación de quien va a dirigir los
destinos de su país.
Luego
viene el tema como lo han tratado los medios de comunicación internacionales:
El Rey abdicó para dar paso a las nuevas generaciones. Rechazamos estas
mentiras tal como lo vemos en las gigantescas manifestaciones que recorren a
España y que buscan instaurar la tercera República. Estas manifestaciones, que para
nada existen en CNN, revelan el profundo repudio de los españoles hacia esa
estructura medieval que significa la Monarquía. El pueblo en la calle nos dice
que el Sr. Juan Carlos sale en medio de escándalos ecológicos, de corrupción y
de ineptitud. No pudo manejar las evidentes implicaciones en el fraude fiscal
de la Infanta Cristina y de su yerno. No pudo controlar la crisis financiera,
las burbujas inmobiliarias y los desahucios. No pudo controlar la gigantesca
masa de desempleados a los que se les engrosa los inmigrantes. No pudo dar
explicaciones convincentes al pueblo español que los convenciera de por qué sus
impuestos debían financiar las fiestas, propiedades, viajes y extravagancias de
la realeza española.
En
ese sentido, una vez más, estos sudacas del norte de la América del Sur vuelven
a darle unas grandes enseñanzas a los españoles y al mundo. En primer lugar estamos
enseñando lo que es una Democracia Participativa y Protagónica. Nuestra
constitución fue redactada por constituyentistas elegidos en votaciones libres,
directas y universales, quienes discutieron abiertamente el articulado de la
misma y para luego ser aprobada en otro proceso electoral con las mismas
características. De allí surgió la relegitimación de todos los poderes quienes
se sometieron nuevamente a la voluntad popular. En la actualidad, y luego de
casi veinte procesos electorales en el lapso de 15 años, nadie puede dudar de
lo profundamente legítima y popular que es nuestra Democracia. ¿Puede España
decir lo mismo? Evidentemente, con esas estructuras oscurantistas, autoritarias
y opresivas, hechas para subyugar a los
plebeyos, no puede sino envidiar nuestras libertades.
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