Omar Gómez
El 7 de abril de 1994, se inició
una de las mayores masacres de la historia de la Humanidad. En alrededor de 100
días, asesinaron a casi un millón de personas en Ruanda, a un promedio de cerca
de 10.000 personas por día. Las descripciones que hicieron entonces los medios
de comunicación señalaban, de manera lacónica y sin mayores detalles, que era
un conflicto entre dos etnias, en la que los Hutu intentaron exterminar a los
Tutsi.
Pero vamos a analizar más a fondo
lo ocurrido. En abril de 1994 un magnicidio doble, también minimizado por los
medios de comunicación, intensifica el conflicto que se venía dando entre los
hutus y los tutsis. Los Presidentes de Ruanda y Burundi fueron asesinados y
esto, junto con el avance del Frente Patriótico Ruandés, maximiza las masacres
en Ruanda, así como el tema de los desplazados.
Los soldados del Frente Patriótico recibieron entrenamiento militar por
parte de EEUU quien apoyaba a la minoría Tutsi además de apoyar al Régimen de Uganda
“presidido” por Yoweri Musevini, aún hoy en el poder. Este dictador de Uganda, país vecino de Ruanda,
está por cumplir 28 años en el poder, con la anuencia y con el silencio de los
EEUU. Con respecto a los hutus y los tutsis, es importante señalar que no
existe ningún rasgo racial, ni lingüístico, ni religioso específico que los diferencie.
Aunque se asesinó a casi un millón de personas, la mayoría tutsis, también se asesinó a un grupo importante de hutus. La orden era exterminar a los tutsis y a los hutus colaboradores de los primeros. Se dio el caso de que la mayoría de las mujeres que sobrevivían a las masacres fueron violadas para luego asesinar a los más de 5.000 niños nacidos de estas violaciones.
Aunque se asesinó a casi un millón de personas, la mayoría tutsis, también se asesinó a un grupo importante de hutus. La orden era exterminar a los tutsis y a los hutus colaboradores de los primeros. Se dio el caso de que la mayoría de las mujeres que sobrevivían a las masacres fueron violadas para luego asesinar a los más de 5.000 niños nacidos de estas violaciones.
Semejante crueldad no tuvo ni
siquiera consuelo espiritual. A pesar de que el 93% de la población es
cristiana, las Iglesias fueron usadas, de manera interesada, como refugio para
emboscar a quienes creyeron encontrar protección allí, siendo simplemente
entregados al Gobierno y al Ejército que los pudo concentrar para masacrarlos.
La crueldad y complicidad de la Iglesia fue tal que el propio Papa tuvo que
declarar, al igual que como se ha hecho con los pedófilos, que fueron conductas
“individuales” de los sacerdotes y no una orden de la Iglesia.
En este genocidio, hay dos
aspectos que llaman a la reflexión. El primero es el papel jugado por los
medios de comunicación occidentales. Estos jugaron a minimizar y a
invisibilizar el conflicto. Por eso hoy día no se tiene casi ninguna filmación
o fotografías de lo ocurrido. Sencillamente los reporteros no fueron enviados a
cubrir el conflicto. Todo esto a pesar de que más del 10% de la población de
Ruanda fue exterminada, siendo la población tutsi eliminada en más de un 80%.
El segundo aspecto tuvo que ver
con la aplicación del principio de no injerencia. Dicho principio fue invocado
por las Naciones Unidas y por el Imperio debido a que la Masacre ocurrida en
Ruanda no recibió nunca el calificativo de “Genocidio”. De acuerdo a este
tecnicismo, usar la palabra Genocidio implicaba la intervención militar
inmediata. Astutamente el Gobierno gringo prohibió a todos sus funcionarios en
la ONU que utilizaran dicha palabra presionando a las Naciones Unidas para que
se evitara hablar del tema. Es bueno aclarar que el Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional y la Convención para la Prevención y la sanción del
Delito de Genocidio lo definen como “…Cualquiera de los actos (…) perpetrados
con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso…”.
El genocidio no terminó en esos
100 días. El Frente Patriótico Ruandés, luego de afianzarse en el poder
persiguió y provocó la huída del país de más de dos millones de hutus a los
países vecinos.
¿Cuál fue la razón para permitir este
genocidio y para evitar la injerencia en
Ruanda? Años después se conocería que la razón principal estaba en la necesidad
que tenían los EEUU de ejercer mayor control sobre los países africanos, lo
cual se traducía en que definitivamente salieran de la influencia europea. El
genocidio fue un duro golpe al intervencionismo Belga en la nación que conllevó
a abandonar definitivamente a su antigua colonia. El desalojo de los dos
millones de hutus del país se tradujo en un control mayor por parte del FPR,
aliado de los gringos. Detrás del Genocidio estuvo, indudablemente, la oscura
intervención del Imperialismo.
Por todo esto, luego de 20 años
del Genocidio de Ruanda, el cual pasó inadvertido por los grandes medios de
comunicación, es importante continuar con la denuncia y con la investigación
que conduzca de manera definitiva al castigo de los responsables materiales e
intelectuales de este gigantesco genocidio ocurrido en las postrimerías del
siglo XX. En la Venezuela de nuestros días, asediada por el “Golpe Blando”, los
revolucionarios debemos tomar como aprendizaje de este Genocidio que, el
Imperialismo y los medios de comunicación, no tendrán piedad ni contemplaciones
si llegara el momento de una intervención directa.
@omarfgomez
No hay comentarios:
Publicar un comentario