Omar Gómez
El 7 de abril de 1994, se inició
una de las mayores masacres de la historia de la Humanidad. En alrededor de 100
días, asesinaron a casi un millón de personas en Ruanda, a un promedio de cerca
de 10.000 personas por día. Las descripciones que hicieron entonces los medios
de comunicación señalaban, de manera lacónica y sin mayores detalles, que era
un conflicto entre dos etnias, en la que los Hutu intentaron exterminar a los
Tutsi.

Aunque se asesinó a casi un millón de personas, la mayoría tutsis, también se asesinó a un grupo importante de hutus. La orden era exterminar a los tutsis y a los hutus colaboradores de los primeros. Se dio el caso de que la mayoría de las mujeres que sobrevivían a las masacres fueron violadas para luego asesinar a los más de 5.000 niños nacidos de estas violaciones.

En este genocidio, hay dos
aspectos que llaman a la reflexión. El primero es el papel jugado por los
medios de comunicación occidentales. Estos jugaron a minimizar y a
invisibilizar el conflicto. Por eso hoy día no se tiene casi ninguna filmación
o fotografías de lo ocurrido. Sencillamente los reporteros no fueron enviados a
cubrir el conflicto. Todo esto a pesar de que más del 10% de la población de
Ruanda fue exterminada, siendo la población tutsi eliminada en más de un 80%.
El segundo aspecto tuvo que ver
con la aplicación del principio de no injerencia. Dicho principio fue invocado
por las Naciones Unidas y por el Imperio debido a que la Masacre ocurrida en
Ruanda no recibió nunca el calificativo de “Genocidio”. De acuerdo a este
tecnicismo, usar la palabra Genocidio implicaba la intervención militar
inmediata. Astutamente el Gobierno gringo prohibió a todos sus funcionarios en
la ONU que utilizaran dicha palabra presionando a las Naciones Unidas para que
se evitara hablar del tema. Es bueno aclarar que el Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional y la Convención para la Prevención y la sanción del
Delito de Genocidio lo definen como “…Cualquiera de los actos (…) perpetrados
con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso…”.
El genocidio no terminó en esos
100 días. El Frente Patriótico Ruandés, luego de afianzarse en el poder
persiguió y provocó la huída del país de más de dos millones de hutus a los
países vecinos.

Por todo esto, luego de 20 años
del Genocidio de Ruanda, el cual pasó inadvertido por los grandes medios de
comunicación, es importante continuar con la denuncia y con la investigación
que conduzca de manera definitiva al castigo de los responsables materiales e
intelectuales de este gigantesco genocidio ocurrido en las postrimerías del
siglo XX. En la Venezuela de nuestros días, asediada por el “Golpe Blando”, los
revolucionarios debemos tomar como aprendizaje de este Genocidio que, el
Imperialismo y los medios de comunicación, no tendrán piedad ni contemplaciones
si llegara el momento de una intervención directa.
@omarfgomez
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