Omar Gómez
Una máxima del Capitalismo dice que todo hombre tiene un precio. Y tal vez es cierto, si medimos ese precio en algo más que dinero. Supe de muy buena fuente el caso de un político venezolano, leal y trabajador, que fue obligado a saltar la talanquera, a cambio de salvar la vida de su hijo ¿Está el amor por un hijo, por encima del amor a la Revolución?
También supe de casos crueles, en donde los esbirros de la extinta policía política venezolana, la Disip, amenazaban con asesinar y torturar a la madre, o a los hijos de esos militantes a cambio de una delación o una confesión. Y lo hacían.
¿Cómo juzgar la lealtad y la convicción de un militante que puede aguantar con estoicismo, las más crueles y atroces torturas, cuando lo que está de por medio son sus hijos, su madre o su esposa?
En los casos anteriores, el precio de un hombre está en función de aquello que no está dispuesto a perder. No se habla de la esclavitud, en donde el hombre-mercancía tiene un precio por el que puede ser intercambiado, bien sea en dinero o en mercancías equivalentes (nótese que se habla en tiempo presente, porque lamentablemente la esclavitud está presente en nuestro tiempo).
Tampoco se habla del Hombre-mercancía actual, en donde el mismo es visto como un recurso que es parte del proceso productivo y uno de los factores necesarios, igual que las máquinas, para que se pueda generar riquezas (obviamente no para el trabajador).
Mucho menos se hace referencia a aquellos modelos matemáticos que permiten simular situaciones de seguros o de planificación, en donde es necesario asignar un monto a la vida de un hombre para poder proyectar cuánto puede costar una póliza o si es más conveniente una determinada política pública que otra en función de los costos.
Se habla es del precio de un hombre, que debe estar asociado a cuánto se cree que puede costar su vida, con todo lo que esto significa: su dignidad, sus creencias, sus potencialidades y sus derechos. La respuesta que se esperaría, e incluso que se catalogaría hasta de obvia, es que el precio de un hombre es invaluable, que no hay dinero ni mercancías capaces de equipararse con la vida de una persona.
También es un hecho, al menos hablando de manera abstracta, que todos los hombres somos iguales. Y que por lo tanto, si existiera un precio, ese precio sería el mismo para todos: el precio infinito o invaluable. Pero esto no es verdad.
El precio de un hombre estadounidense, blanco, anglosajón y protestante (Wasp) es muchísimo mayor, a ojos de occidente, que el precio de un palestino. Por lo tanto, el costo de eliminar a un estadounidense Wasp es incalculable, mientras que el de un palestino es calculable, y en esa lógica mercantilista, debe ser constantemente reducido.
¿Cuánto cuesta eliminar un palestino? El uso de los famosos Standard Missile de la OTAN y usados por el ejército sionista, nos puede dar idea: el SM-3 cuesta entre 9,7 y 27,9 millones de dólares ¿cuántos palestinos se pueden asesinar, con un SM-3? ¿o con un SM-6 de 3,9 millones de dólares? Aquí la ventaja es poder eliminar muchos palestinos, desde lejos, sin pérdidas de los sionistas o los gringos. Pero si hay que sacar a los palestinos de escondrijos complejos, entonces es necesario usar fusiles M-16 cuyas balas cuestan apenas unos 0,25$ cada una. Un buen precio por eliminar a un palestino, pero se corre el riesgo de que el soldado sionista sea emboscado o eliminado. También hay que considerar que estos mercenarios no disparan una sola bala: un M-16 es capaz de disparar entre 700 y 900 balas por minutos, adiós economía.
La vida de un palestino es cada vez menor, es invisibilizado por los medios de comunicación, sale de las redes sociales, se archiva en la efímera memoria de los consumidores de contenidos por internet, y su historia, constantemente falseada por occidente, los lleva a que paulatinamente sean un pueblo olvidado y eliminado. Además se minimizan constantemente los costos de eliminación. Tal vez los esclavos libios, que son cazados y vendidos como mano de obra barata y además reemplazable en cualquier momento, tal vez su precio de mercado sea mayor que el de los palestinos.
Se concluye con la pregunta inicial: ¿cuál es el precio del hombre? La respuesta no podía ser otra. Depende de si eres un gringo Wasp, un rubio sionista o un palestino.
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