Omar Gómez
La Revolución Bolivariana se caracteriza
por ser una creación original, que se construye día a día y que se enfrenta al
Imperialismo quien la ataca de manera despiadada. Es marxista porque reivindica
el materialismo histórico como método para entender el devenir de los procesos
y porque aprende de otras revoluciones que desde muchos años han intentado la
construcción del Socialismo. Pero la Revolución Bolivariana no solo ha bebido
de las experiencias de los países socialistas, sino que también ha tenido
aprendizajes particulares que intenta combinar e integrar al nuevo Estado que
construye. Es así como las experiencias de las Comunas en el mundo han moldeado
el pensamiento bolivariano para intentar la construcción del Socialismo a
través del Estado Comunal.
Esta audaz propuesta de construcción del Socialismo
fue evolucionando desde los llamados Núcleos de Desarrollo Endógeno, pasando
por el Cooperativismo y la Cogestión, hasta llegar a la creación de los
Consejos Comunales, Consejos de Trabajadores y principalmente las Comunas. Sin
embargo la misma ha tenido un avance accidentado por muchos factores, entre
ellos principalmente "…el burgués que todos llevamos dentro", tal
como decía Mao Tse Tung. Por ello es necesario volver a las fuentes del
marxismo y analizar la Lucha de Clases, ya que a veces la dinámica de nuestras
acciones impiden apreciar esta lucha en su justa dimensión.
Como concepto la Lucha de Clases permite
visualizar la sociedad enfrentada entre dos grandes grupos humanos desiguales:
los explotados y los explotadores. Este concepto es fundamental en la teoría
marxista de la Revolución. Si creemos que existe un proceso de lucha de clases,
partiendo de un análisis marxista de la realidad, entonces podemos abordar dos
conceptos importantes para entender el papel de nuestras luchas e identificar
quienes son nuestros aliados y quienes nuestros enemigos, estos son el interés
de clase y la conciencia de clase.
Cuando se habla de lucha de clases se
hace referencia a la existencia de grupos sociales, enfrentados dialécticamente
entre sí, que ocupan sitios diferentes dentro de la estructura económica y que,
en un principio estaban condicionados por su ubicación dentro del lugar que
ocupaban en relación a los medios de producción. Estas clases poseen intereses,
algunos inmediatos, unos de tipo reivindicativo, otros de tipo económico, pero
en el fondo tienen unos intereses estratégicos, de largo plazo que definen su
verdadero interés de clase.
No entender lo anterior puede llevarnos a
errores, comunes en la izquierda, al confundir aliados circunstanciales con
aliados estratégicos. Confundir los intereses de clases nos impide entender que
las aspiraciones inmediatas de una clase no constituyen necesariamente el verdadero
interés de clase. Esto es crucial porque la conciencia de clase está
directamente ligada al concepto de interés de clase.
Cuando actuamos en una Comuna debemos volcarnos
al concepto de la misma, expresado con claridad en la Ley Orgánica de las
Comunas en su artículo 5: " Es un
espacio socialista que, como entidad local, es definida por la integración de
comunidades vecinas con una memoria histórica compartida, rasgos culturales,
usos y costumbres, que se reconocen en el territorio que ocupan y en las
actividades productivas que le sirven de sustento, y sobre el cual ejercen los
principios de soberanía y participación protagónica como expresión del Poder
Popular, en concordancia con un régimen de producción social y el modelo de desarrollo
endógeno y sustentable, contemplado en el Plan de Desarrollo Económico y Social
de la Nación." (negrillas nuestras).
Son las actividades económicas (que le sirven
de sustento a la Comuna) las que le dan sentido a la misma, las que nos
permiten ubicarnos dentro de la producción, las que definirán nuestra conciencia
de clase y las que nos van a permitir entender nuestro interés de clase en la
construcción del Socialismo.
Utilizar la Comuna para algo diferente a lo que
dice la Ley, aliándonos con sectores que, producto del inmediatismo, presionan
por intereses diferentes a los comunales, es ir decretando en la práctica la
muerte de la misma. Desviar el trabajo de la Comuna en función de intereses que
nos alejan del centro de la lucha de clases y que nos hacen confundir el
enemigo, perdiendo de vista nuestros fines últimos, es matar a la Comuna.
La Comuna debe construir la infraestructura
económica, con nuevas relaciones de producción que generen un nuevo modelo
productivo, para que en la superestructura empuje los cambios necesarios para dar
condiciones reales de construcción del Socialismo.
Para ello la Comuna debe derrotar al
Capitalismo llevando a la práctica (veamos el caso de la Comuna de Chiyiling)
la propiedad colectiva en sus distintas formas, la igualdad entendida como
igualdad de oportunidades pero también de condiciones, la abolición de la división
del trabajo, el abordaje del Poder Popular y la defensa, la satisfacción de las
necesidades reales del pueblo, la solidaridad y la complementariedad en los intercambios comerciales.
Finalmente, la Comuna es un ente productivo y
sustentable, que debe tener claro quién es el enemigo y que debe saber cuál es
el papel histórico a jugar en la construcción del Socialismo.
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