viernes, 27 de julio de 2018

¿Coherencia?


Omar Gómez
Últimamente han aparecido algunos escritos de personalidades que ocuparon cargos muy importantes en la Revolución, haciendo críticas desde una posición alejada, como si nunca hubieran tenido responsabilidades de Gobierno. Dichas críticas asombran por la ligereza con que se dan y por lo vacía de las mismas. Que el Gobierno debe controlar los precios. Que el Gobierno debe detener la Hiperinflación. Que el Gobierno debe mejorar la seguridad de todos los ciudadanos, etc, etc. Ninguna de esas críticas señala el cómo, salvo algunos que se quitaron la máscara y han dicho abiertamente que nos entreguemos al FMI y al BM.

Las posiciones anteriores rayan a veces en el cinismo, pero son comprensibles dentro del juego de la política. Al pasarse a otro bando la forma de figurar es con la crítica desmedida y superficial. Generalmente empiezan con "hay que" y luego el problema a resolver. Hay que resolver el problema de la basura. Hay que resolver el problema de la corrupción. Hay que resolver el problema de los precios. Hay que resolver el tema de la producción. Tenemos un largo "hayqueísmo" que como prefijo de los problemas da un buen discurso para hacer política, sin importar la coherencia.

El problema no es que estas personas hagan política desde el "hayqueísmo". Lo grave es que ahora aparecen personalidades del Gobierno asumiendo posiciones parecidas sin asumir sus propias responsabilidades ni proponer alternativas. Lo peor es que hacen las críticas como si ellos no tuvieran nada que ver. Es una falta enorme de coherencia entre el discurso y la práctica, entre lo que se predica y en cómo se vive. No hay coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. El pueblo lo sabe, no es tonto, lo ve en las calles, lo ve desde el hecho de que se rompan las aceras (que estaban en buen estado, con mosaicos, mármoles y/o granitos) para ser sustituidas por puro cemento, quebradizo y de corta duración. El pueblo lo vive cuando sufre la inseguridad, pero ve a funcionarios que trancan las calles para ellos pasar, haciendo alarde de numerosos escoltas que atropellan a conductores y transeúntes. No son inventos, esto es el pan de cada día en las calles de nuestra Capital. Como también se ve el problema de la impunidad. Esa impunidad se vive a diario en las esquinas de Caracas, con el desorden del tráfico, con los motorizados comiéndose la luz, y los conductores tocando corneta para que, frente al rayado, uno haga lo mismo. Pero esa impunidad se vive también con el problema, por ejemplo, de los precios. La Sundee espera las navidades para ir a hacer operativos en las panaderías y zapaterías figurando así en los medios ¿y el resto del año? ¿el seguimiento a las denuncias?

Es necesario resolver estos problemas, pero si somos coherentes, debemos decir que la solución está en el Poder Popular, en el Pueblo Organizado. Ese Poder es invisibilizado por la gestión gubernamental y hasta por el Partido de la Revolución, en el cual se afianza en el seno del IV Congreso una fuerte corriente que responde primero a los intereses de su organización que a los del Partido. Y con la mayor desfachatez lo declaran, alejándose más del pueblo.

Pero a pesar de todos, es urgente que seamos optimistas, que seamos como Chávez, perseverantes en la Revolución, y confiando siempre en que es el Pueblo el único que puede salvar al Pueblo.

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