Omar Gómez
Luego
de los resultados de las elecciones tanto en Colombia como en Brasil, a los
revolucionarios y a la Izquierda latinoamericana nos queda un sabor amargo. Por
un lado en Colombia triunfa la opción del No. Por el otro, en Brasil, el PT es
derrotado de manera escandalosa. A la luz de lo ocurrido tanto en Argentina
como en la Presidencia de Brasil, pareciera que es inminente la caída de
Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba.
En
Colombia hasta la semana pasada la gran mayoría de las encuestas daban ganador
a la opción del Si, por un margen de casi 20 puntos por encima. Para muchos era
extraño que la opción de la Paz no fuera abrumadoramente mayoritaria.
Inconcebible, pensábamos, que se tuviera que decidir si se estaba de acuerdo o
no con la Paz. La realidad fue impactante. La derrota del Si no la esperábamos,
como tampoco esperábamos la derrota del pasado 6 de diciembre acá en Venezuela.
Claro, después salen los "sabihondos", sesudos analistas que explican
que era obvio que se obtuvieran tales resultados. Tampoco se esperaba una derrota tan
estrepitosa del PT en Brasil.
¿Es
que acaso la izquierda no sabe interpretar la realidad, o es que somos tan
malos analistas que la realidad siempre termina sorprendiéndonos? ¿peor aún, es
que estamos equivocados? Por eso, es importante definir algunas premisas. Pero
también es importante, contrastar la teoría que desarrollemos con la praxis.
En
primer lugar, como militantes de izquierda, creemos en la igualdad, en la
libertad, en la máxima democracia, en la necesidad de desarrollar relaciones de
producción adecuadas para los trabajadores, preservar el ambiente y satisfacer
las necesidades de todos, sin distinción. Esas premisas las englobamos en una
propuesta para la sociedad que llamamos Socialismo. Esa propuesta la
confrontamos radicalmente con el Capitalismo y la denunciamos a todos los
niveles. Creemos que no hay duda en estos supuestos. El Socialismo es el
futuro, el único futuro posible de una nueva sociedad humana, solidaria y
sostenible.
En
segundo lugar, tenemos que el instrumento para lograr el Socialismo es la
Revolución. Dentro de la Revolución hacemos esfuerzos por organizar al pueblo a
través del Poder Popular y del Partido. Con ellos analizamos la realidad y nos
trazamos las estrategias para construir el Socialismo. Pareciera que es aquí en
donde estamos fallando. No tenemos lecturas adecuadas de la realidad, la cual
nos sorprende con situaciones no previstas. El sujeto de la Revolución, el
pueblo, no ha logrado descifrar nuestros mensajes y ha comprado más bien el
discurso de la derecha. Pareciera que en una actitud suicida, ese mismo pueblo
toma decisiones que van en contra de sus intereses, tal como ocurrió con la
elección del Sr. Macri en Argentina, o con la elección de los diputados de la
MUD en Venezuela.
¿Cómo
se le explica al pueblo brasileño que aquellos a quienes les dio el voto
mayoritario en las elecciones del pasado domingo son los mismos que le robaron
la presidencia a Dilma y son los mismos que van a arruinarlo, cediendo sus
riquezas al Capitalismo, aumentando la pobreza y destruyendo todas las
iniciativas de integración que ha encabezado Brasil?
¿Cómo
explicarle a los colombianos que están rechazando un acuerdo que pone fin a más
de 50 años de guerra, favoreciendo con esto a la oligarquía que ha sido
cómplice del saqueo gringo, de los paracos y del negocio de la droga? Podemos
hablar de la campaña de guerra que se hizo, de la manipulación de los medios de
comunicación, de las amenazas, de la altísima abstención, podemos incluso decir
que en las ciudades seguras triunfó el No, pero que en donde se vivió el
conflicto de manera real triunfó el Si, o podemos imaginar los enormes recursos
que la industria armamentística, los gringos y los carteles de la droga dieron
para la campaña por el No. Pero el
pueblo, aún así, votó por la derecha.
La
verdad es que, como Revolucionarios, estamos perdiendo la iniciativa y la
credibilidad ante el pueblo. No importa que nos asista la razón, hace falta hacer
más. En Venezuela creímos que era imposible que el pueblo votara por quien le
escondía las mercancías y sin embargo lo hicieron. En Venezuela dijimos que
íbamos a votar por quien nos aumentaba el salario y no por quien nos escondía
la comida y no fue así.
La
Revolución, en Venezuela y en Latinoamérica debe pasar a una gigantesca ofensiva
que le devuelva la credibilidad y que desenmascare el discurso del capitalismo.
Insisto, se lo debemos a Chávez, a Lula, a Marulanda, a Fidel, a Evo, a Correa,
a Ortega y a tantos militantes de la izquierda que se han entregado
completamente a la causa del Socialismo.
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