lunes, 26 de septiembre de 2016

El Mito de la Aptitud y las Pruebas de Ingreso a las Universidades



Bernardo Ancidey
En Venezuela, desde 1984 hasta el año 2007, el proceso de ingreso a la educación universitaria pública, administrado por la Oficina de Planificación del Sector Universitario del Consejo Nacional de Universidades, OPSU-CNU, se realizó en base a un proceso en el cual jugó un rol importante la llamada Prueba de Aptitud Académica o PAA. Paralelamente, diferentes instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas, han venido realizando las llamadas pruebas internas o de admisión como forma regular para seleccionar a los estudiantes que aspiran ingresar en los diferentes programas de estudio. Recientemente, el 16 de diciembre de 2016, el Consejo Nacional de Universidades decidió ejecutar una decisión acordada en el año 2008 con la cual se pone fin a las pruebas de ingreso en las universidades públicas venezolanas.

Las pruebas son actualmente objeto de debate en razón de que algunos las consideran como la vía más adecuada para seleccionar aquellos estudiantes más aptos o de mayor calidad  para iniciar y proseguir con éxito una carrera universitaria, además que constituyen una oportunidad para que todos sin importar su condición y aún aquellos con bajo promedio de bachillerato, puedan ingresar en la carrera de su preferencia. Para otros, en cambio, las pruebas son un mecanismo perverso de selección que discrimina a los sectores marginados de la sociedad, favoreciendo de manera desproporcionada en el ingreso a la educación superior a los sectores más pudientes al compararlos con su participación en la composición socioeconómica de la población venezolana o con la de los aspirantes. En este trabajo se asumirá esta última posición.

Origen de las pruebas de ingreso a la educación superior venezolana

La existencia de las pruebas como forma de seleccionar a los aspirantes que van a ingresar a la educación superior está íntimamente vinculada con la necesidad de restringir el ingreso a la educación superior. Fenómeno que no siempre existió en la educación superior venezolana en vista que la existencia de las pocas universidades públicas (ULA, UCV y LUZ) y privadas (UCAB y USM) existentes hacia fines de la década de los años 50 del siglo pasado, era suficiente para recibir al también reducido número de bachilleres (11.000 según Morles, Medina y Bedoya, 2003) que aspiraban realizar estudios universitarios.

Hasta entonces se asumía que el aspirante sólo debía contar con su título de bachiller para ingresar en una universidad, incluso la movilidad dentro de la propias universidades era bastante flexible. No sería sino con la masificación de los estudios secundarios y su consecuente incremento en el número de bachilleres la razón fundamental para comenzar a pensar en restringir el acceso a la educación superior. Y fue a partir de un problema de capacidad física de las instituciones de educación superior cuando comenzaron a desarrollarse todo tipo de argumentos para justificar una política restrictiva en el cupo universitario.

La solución, como lo apuntaban en ese entonces, los llamados comités de bachilleres sin cupo, estaba simplemente en el incremento de la cobertura universitaria. Sin embargo, como los Gobiernos de turno no estaban interesados en satisfacer de manera prioritaria las necesidades de la población sino los intereses de unos pocos. La respuesta fue introducir elementos hasta entonces desconocidos en la educación venezolana provenientes del mundo empresarial. Conceptos tales como eficiencia, eficacia, calidad, productividad, créditos, entre otros comenzaron a ser cada vez más frecuentes en el discurso de autoridades universitarias, organismos internacionales y en el gobierno, sirviendo de sustento para iniciar las políticas restrictivas del cupo.

Es en este marco en que comienza a plantearse en el seno del Consejo Nacional de Universidades para el año 1973 (Fuenmayor, Vidal, 2000), el establecimiento de mecanismos para regular el ingreso a las instituciones de educación superior y para ello se comenzó a justificar la selección de los aspirantes, en base a argumentos tales como que no todos nacieron para ser universitarios, o que se debía demostrar que además del título se debe tener ciertas aptitudes para la carrera que se aspiraba cursar. Es decir un problema de capacidad física que debía ser resuelto ampliando la cobertura, se ideologizó al desviar el foco de atención de las responsabilidades del Gobierno y de las autoridades universitarias, hacia unas supuestas condiciones que debía exigírseles a los aspirantes para poder ingresar a una universidad.

En un primer momento el proceso se basó fundamentalmente en el uso de un índice académico obtenido en base al promedio de las notas de bachillerato. Para el año 1984 el índice comenzaría a construirse sobre la base del promedio de notas y de los resultados obtenidos en las Pruebas nacionales de admisión administradas por la OPSU. Paralelamente con este proceso, se observó a partir de fines de los años 80, que el Gobierno Nacional dejó de intervenir activamente en los procesos de asignación de cupos a las universidades a través de CNU-OPSU, para trasladar cada vez en mayor proporción dichos procesos a las propias instituciones de educación superior. Tal como lo recoge Fuenmayor (2002,p. 38), en 1998, la asignación por vía de OPSU-CNU fue de 13% de los aspirantes a ingresar, mientras que por los mecanismos de admisión internos de las universidades ingresó el 87%.

Muchas de éstas instituciones adoptaron como vía de ingreso, en cada vez mayor proporción, a las pruebas internas y otras formas de ingreso, entre las cuales destacan, lamentablemente, los llamados convenios mediante el cual los profesores y empleados universitarios se convirtieron en una especie de casta hereditaria que se reproduce a si misma por la vía de garantizarle a sus hijos el privilegio de ingresar a una Universidad pública en razón exclusivamente de la sangre. Todo ello en detrimento del resto de los venezolanos que aspiran estudiar en dichas casas de estudios y que debían someterse a procesos largos y a veces costosos para intentar ingresar.

Es de notar que con todas las críticas que pudieran hacérsele a los procesos de asignación vía CNU-OPSU, al menos en sus primeros años no generaron mayor discriminación social, ingresando a las instituciones de educación superior estudiantes provenientes de todos los sectores sociales en proporciones similares a su presencia en la sociedad venezolana. Sin embargo el empleo tanto de la PAA como de las pruebas internas comenzaron a desbalancear la composición social de los nuevos inscritos a favor de los sectores de mayor nivel socioeconómico.
 
 
Fundamentos teóricos de las pruebas de ingreso. Los conceptos de inteligencia y de aptitud. El mito de la aptitud y de la inteligencia

Entre los argumentos favoritos de los defensores de las pruebas internas destacan los siguientes:
  1. No todo el mundo nació para estudiar en una universidad. Muy ligado a lo anterior está el que señala que se requieren formar personas en oficios y otros trabajos que no requieren calificación universitaria.
  2. Para estudiar una carrera se debe demostrar que se tienen las aptitudes requeridas y las pruebas son un mecanismo apropiado para determinar quienes las poseen.
  3. Las pruebas son un mecanismo democrático de ingreso porque todos pueden presentarla y no discrimina en base a las condiciones de la persona, ya que la selección se hace en base a criterios puramente académicos. La causa de la discriminación resultante está en la deficiente preparación de los aspirantes provenientes de liceos públicos.
  4. A través de las pruebas los aspirantes con bajo promedio tienen la posibilidad de ingresar a carreras muy demandadas.
  5. La PAA era científica ajustándose a criterios de validez y confiabilidad psicométricas.
  6. Las pruebas son un medio adecuado para ingresar estudiantes de calidad y de esa forma contribuir a mantener la calidad institucional.

Aunque algunos desconozcan sus orígenes, la PAA o las pruebas internas como mecanismo de selección para el ingreso universitario se apoya en el supuesto que las mismas constituyen mecanismos objetivos para determinar la presencia o no de determinadas condiciones o aptitudes que son fundamentales para el éxito en una carrera universitaria. De este modo tanto la PAA como las pruebas internas mostrarían con sus resultados un cierto efecto predictivo en el desempeño futuro como estudiante. La base científica para realizar tales aseveraciones la constituye la psicometría y ésta en su versión reduccionista se apoya en el plano metodológico, en el positivismo; en el contexto ideológico, en el darwinismo social; y en lo científico, en el determinismo genético (Ovejeros, 2003, p.36). Antes de continuar es necesario precisar qué es y cómo surge la psicometría.


No hay comentarios: