Omar Gómez
El
Capitalismo es esencialmente la sociedad del tener. Tanto tienes, tanto vales.
El hombre es medido en base a sus pertenencias y, por supuesto, en base a su
cantidad de dinero. No importa lo que sepas, lo que hagas, lo que seas, si no
tienes entonces no eres.
Uno
de los instrumentos que usa el Capitalismo para imponer su visión es el
consumismo. No se puede ocultar la lucha de clases que algunos quieren
presentar como algo fuera de moda o que tiene que ver solo con el pasado. El
consumismo es, en esa lucha de clases, un arma que doblega a nuestros pueblos
por la vía de la conciencia. El consumismo se dota de las armas más
sofisticadas del Marketing, la sicología de masas, la publicidad exacerbada y
los chantajes morales. Nos induce de una manera despiadada e irresponsable a
consumir. Pero el problema no es solo consumir, sino que hasta los patrones de
consumo son planificados con la intención de expoliar a nuestros pueblos al
máximo.
Visto
así, el consumismo tiene entonces varios fines. Doblegar nuestra conciencia,
obligarnos a consumir por encima de nuestras posibilidades, pero además,
alienarnos por la vía de la imposición de patrones de consumo que van por
encima de nuestra cultura, historia e indiosincracia.
El
imperialismo, perfectamente consciente de esta situación, sabe que el consumismo es una
manera de derrotarnos. Una prueba de esto es McDonalds, que lejos de ser una
inocente firma de comida rápida, es más bien una empresa que nos obliga a
cambiar patrones de consumo, que nos impone una manera de relacionarnos, que promociona
un tipo de sociedad que es imposible de sustentar ambientalmente y que reivindica
valores de individualidad y competencia.
En
Venezuela hemos visto cómo nos han impuesto patrones como el del vehículo
individual (el cual no resuelve el problema del transporte, sino al contrario,
lo agrava) o lo que se ha denominado la cultura del trigo. Somos un país que
consume diariamente pan, pasta, pastelitos, cachitos, las tortas de cumpleaños,
pizzas, galletas, panquecas, etc, etc. Se consume una alta cantidad de
productos basados en el trigo, el cual es totalmente importado. El Estado al
parecer no ha tomado conciencia de lo que esto significa, y más bien ha hecho
esfuerzos por importar grandes cantidades de harina de trigo. Pero no se ha
quedado allí, también se ha puesto a crear redes de panaderías e incluso, el
Poder Popular, tiene como uno de los proyectos productivos más repetido el de
la Panadería Comunal. Con el trigo nos hacen depender de las importaciones, y
además se llevan nuestras divisas.
Lo
de la cultura del trigo es solo un ejemplo, que se puede complementar con otros
en donde los patrones de consumo e incluso las modas, se montan por encima de
las necesidades reales. Son necesidades impuestas que al final nos empujan
hacia el Capitalismo. Se podría citar los smartphones, las marcas de ropa o
zapato, las prendas, relojes, etc, etc.
El
papel del Socialismo es lograr la construcción de una sociedad en donde la
importancia plena la tenga el ser humano, en donde el valor del trabajo sea la
condición para la realización humana, en donde el saber sea más importante que
el dinero y en donde seamos reconocidos como seres humanos y no como seres
cosificados por las mercancías que poseemos.
La
lucha por el Socialismo es la lucha por pasar de una sociedad del tener a una
sociedad del ser.
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