martes, 16 de febrero de 2016

¿Qué hacer con el control de divisas en Venezuela?


Bernardo Ancidey
Sin duda la papa caliente del tema económico venezolano. Sobre este tema se vislumbran distintas posturas, existiendo paradojas interesantes debido a coincidencias en la práctica a partir de posiciones ideológicas disímiles. Así entre los partidarios de su total eliminación están junto a los neoliberales más rancios amigos de la libre flotación y que sea el dios mercado el que decida, connotados revolucionarios que lo ven como el engendro del diablo, por sus nefastas consecuencias en incrementar la fuga de capitales.



Ahora bien entre estos últimos hay de todo, desde los que coinciden con los neoliberales y abogan por mecanismos de libre flotación y los que optan por un control total de las importaciones, es decir que el Gobierno no le entregue dólares a la empresa privada y más bien haga las importaciones directamente.  No faltan las posiciones mixtas de aquellos que exigen mantenerlo pero mejorando los procesos de asignación para evitar el fraude y la fuga indiscriminada de divisas.

 Preguntas y respuestas
1.    Para resolver el problema hay que preguntarse primero para qué se crean los controles cambiarios en los países. La revisión tanto de las experiencias internacionales como de las ocurridas en Venezuela, establece con claridad que tales controles no son en modo alguno medidas “socialistas”. El error surge por la pervivencia en el pensamiento en muchos revolucionarios del Modo de Producción Asiático 2.0, el cual establece una errónea equivalencia entre control y socialismo. No hay nada de socialista en el control de cambios per se. El control de cambios ha surgido y surgirá cada vez que un país vea amenazado sus reservas internacionales por una fuga masiva e incontrolada de capital. Así en la historia de Venezuela vemos como esta medida ha sido tomada por gobiernos de derecha, tanto en sus formas dictatoriales como en la democracia cuartorrepublicana[1]. Y si nos adentramos en el período iniciado por el Comandante Chávez, este mantuvo la libre flotación de la moneda hasta febrero de 2003 viéndose forzado a implementarlo, es decir nunca fue una acción planificada por el Gobierno Bolivariano, quien para ese entonces hubiera preferido mantener la libre flotación de la moneda.

2.    Ahora bien dado que la fuga de divisas es una constante en Venezuela y en todos los países de la llamada periferia del capitalismo, la segunda pregunta es por qué se implanta en determinados momentos y no es permanente. La respuesta hay que buscarla en los diferenciales entre los ingresos del país y la fuga de capitales, así cuando los primeros son lo suficientemente grandes para compensar la segunda, no hay necesidad de imponerlos. En caso contrario, como lo ocurrido en 2003 la necesidad se caía de madura. Por otro lado, hubo momentos como en el año 2008 que se pudo desmantelar el control de cambios, dada la bonanza económica y como lo aseguraban funcionarios de CADIVI, prácticamente se entregaba todo lo que se pedía y no existían solicitudes de divisas pendientes.

Los controles de cambio suelen ser medidas temporales, y esta es tal vez la característica destacada del control de cambios en Venezuela, su institucionalización como mecanismo permanente de control, bajo el supuesto de impedir la fuga de divisas. Lamentablemente y como suele pasar con este tipo de medidas, ellas mismas se convierten en potenciadoras de los problemas que esperaron controlar si no se acompañan de programas dirigidos a atacar a fondo las dinámicas que los generan.

Los efectos indeseados no son un fenómeno raro, lo raro es que no se den cuenta. Ellos son el resultado del pensamiento lineal típico de nuestro gobernantes de ayer y hoy, que aspiran resolver los problemas sociales con medidas inmediatistas de gran impacto mediático, pero que inexorablemente generan efectos “colaterales” peores que los que se pensaban combatir. Piensen por ejemplo en el uso de militares para cerrar la frontera con Colombia. En principio una sana medida, pero al prolongarla en el tiempo y sin aplicar un plan para atacar los problemas de fondo, pronto 70 oficiales militares y 132 efectivos de la policía del Táchira, como lo denunció el Gobernador[2] de esa entidad, se han visto involucrados en los delitos fronterizos que debían combatir.

La falta de lluvias y su efecto en la producción de energía eléctrica es otro ejemplo: se intenta reducir la dependencia del complejo hidráulico del Guri a costa de incrementar la producción por plantas termoeléctricas, principales emisores de gases de invernadero y factor de incremento del calentamiento global, que a su vez genera el cambio climático responsable de…..la falta de lluvia. Tal vez la educación, el control y seguimiento a los grandes consumidores, el uso de tecnologías menos demandantes de electricidad, el desarrollo de arquitectura acordes a nuestro clima y un uso más intensivo de fuentes alternativas y  amigables con el ambiente, sean formas más benignas que el camino actualmente elegido.

3.    Conformándonos con las soluciones inmediatas terminamos agravando los problemas. La burguesía parasitaria hoy como antes con RECADI y la OTAC, redescubrió que el mejor negocio de este país estaba en la especulación con el dólar asignado por CADIVI y luego por CENCOEX. De los detalles  acerca de los mecanismos de la fuga de capitales por esta vía ya hemos escrito en otro artículo[3], lo importante ahora es intentar darles respuesta a la tercera pregunta acerca de cuál es el objetivo de mantener el control de divisas. Evidentemente seguir creyendo que el control de cambios en las condiciones actuales se evita la fuga de divisas, es una inocentada de marca mayor.


Las opciones
Control total de las importaciones
Simpatizo por tanto con la idea de los amigos que sostienen la tesis de que sea el Gobierno quien realice las importaciones de lo que necesitamos y que la burguesía importadora vea de donde va a sacar los dólares para sus compras, lo que implicaría en la práctica un sistema dual con libre flotación para la empresa privada y uno controlado para las compras públicas o de empresas socialistas y comunales. Estaremos felices si los burgueses deciden traer sus divisas de las inmensas fortunas atesoradas fuera de Venezuela. Pero no creo que ese sea el caso.

Aunque el control sobre las importaciones podría contribuir a la extinción de la burguesía parasitaria venezolana, tiene una dificultad de orden práctico y es que si no logramos ejercer una supervisión efectiva sobre nuestros administradores públicos en Bicentenario o CVAL, ¿cómo garantizaremos que este ente importador no se convierta en una fuente de corrupción aún mayor que todo lo visto en el país hasta ahora? Imagínense al funcionario venezolano responsable por la compra poniéndose de acuerdo con proveedores internacionales para hacer lo mismo que hace la burguesía parasitaria, sobrefacturarnos, traernos menos de lo acordado, o de inferior calidad, a cambio de sobornos en divisas en paraísos fiscales. En poco tiempo tendríamos una casta de funcionarios tal vez más ricos que cualquier burgués venezolano. Y si aún tenemos la suerte que la compra se materialice, ¿acaso no vivimos los problemas de gestión en las empresas venezolanas, comenzando por los puertos y luego siguiendo a todo lo largo de la cadena de almacenamiento y transporte hasta la ubicación final del bien o servicio importado? ¿Cuántas coimas o sustracciones no se producirán por parte de los funcionarios públicos y empleados a lo largo de la cadena hasta llegar al consumidor final, si es que llega algo? De modo que lo que en principio parece la mejor solución puede convertirse en nuestra peor pesadilla, con el agravante de que no podremos excusarnos en las malas mañas de la burguesía importadora.

No está de más recordar que pese a estas advertencias, se han tenido experiencias exitosas de importación y venta directa por parte del Estado de mercancías, como la realizada durante la gestión de Eduardo Samán en el Ministerio de Comercio, durante la cual se importaron y vendieron juguetes a precios justos. Las lecciones obtenidas en este y otros casos pueden servir de fundamento para mejorar estos procesos y hacerlos sostenibles en el tiempo.
 
Mejoramiento del control de divisas
El mismo problema de gestión se presentará con el caso de mantener el control de cambios pero haciéndole mejoras, las cuales son absolutamente posibles. Esta propuesta no resulta tan revolucionaria como la anterior porque permite la subsistencia de una parte de la burguesía importadora. Ahora bien está deberá pasar por filtros que permitan determinar si su actividad agrega valor a la economía venezolana y no sean simplemente otras “ensambladoras” de productos o servicios extranjeros. En todo caso esta opción puede ser utilizada para “suavizar” el paso de un sistema capitalista a uno socialista, reduciendo el parasitismo burgués y potenciando otras formas de producción estatal y colectiva.

Para que estas propuestas funcionen es necesario realizar las siguientes acciones, las cuales son conocidas por lo menos desde hace cinco (5) años por los Despachos de Industria, Comercio, Economía y Finanzas, Planificación, BCV y CENCOEX y antes por CADIVI:

·         Elaborar un presupuesto anual de divisas, donde se establezcan las necesidades reales al detalle de la sociedad venezolana y los recursos que se destinarán para la misma. Es evidente que esto debe estar atado a los programas de desarrollo, para disminuir o eliminar rubros que pueden ser elaborados en el país.

·         Creación de un Comité Estratégico de Divisas, con personal dedicado en exclusividad a estas funciones, que elabore el Presupuesto Anual de Divisas y que entre sus funciones esté la supervisión, a nivel macro, de todo el proceso de administración de divisas coordinando las instancias de control y seguimiento del organismo de cada ministerio u organismo.

·         Establecimiento de una base de datos con precios referenciales internacionales de los productos y servicios a importar. Esto serviría para estimar y hacer los ajustes correspondientes e incluso para convocar a subastas públicas a los proveedores internacionales. A su vez, tendría un efecto de disminución de los precios, por que obligaría a la puja entre los proveedores por ofrecernos mejores condiciones si nos perciben como compradores serios. Esto puede acoplarse a un sistema único de medidas para estandarizar las medidas con la información aduanal.

·         Establecer mecanismos de control y seguimiento automatizados de los bienes, haciendo uso de las nuevas tecnologías, hasta la ubicación final de las mercancías. En particular provocar una reingeniería en los procesos aduanales y portuarios, que hoy día conspiran a favor de la corrupción, la escasez y los altos precios.

·         Interoperabilidad de los sistemas informáticos de todos los entes gubernamentales y privados (bancos) involucrados, desde el análisis de las necesidades  y recursos disponibles, pasando por el cumplimiento de las normativas vigentes hasta la logística que asegure la incorporación real en la economía venezolana. Esto haría que la administración pública funcione sin papeleo e integrada y no de manera fragmentaria y aislada como ocurre actualmente, donde cada ente actúa individualmente saboteando el interés global de la sociedad venezolana. Con estos datos fácilmente se puede disponer de un Expediente Único por Empresas a nivel de Estado, que muestre sus estatutos y accionistas (SAREN-SAIME), situación legal (cumplimiento de obligaciones SSO, INCES, BANAVIH, MINPPTRASS y otras), fiscal (ISLR e IVA por el SENIAT), aduanal (SENIAT) e históricos de solicitudes de divisas en montos y unidades. Esta información permitiría la existencia de un Registro Único de Empresas y la posibilidad de otorgar una solvencia única por empresa facilitándole a los emprendedores colectivos y privados el cumplimiento de sus obligaciones legales de manera expedita. Un beneficio adicional no menos importante, es que estos sistemas permitirían la contraloría pública de los procesos, permitiendo hacerle seguimiento a cada divisa utilizada y a cada gramo importado al contar con registros y estadísticas confiables y en tiempo real. Los estudios realizados para el caso de importaciones ordinarias muestran que se puede obtener una reducción de papeles de 86 exigidos actualmente a solo 23 y con posibilidad de seguir reduciéndolos y en el caso de la verificación aduanal de las mismas, que en promedio tardan 45 días pueden reducirse a solo 9 días.

·         Fortalecimiento de la capacidad de análisis de los funcionarios y el desarrollo de sistemas expertos y bases de datos técnicas para la toma de decisiones. Es aterrador ver a profesionales en ministerios y otros entes públicos, trabajar prácticamente con las uñas por no contar con mecanismos que le permiten realizar análisis en profundidad de la realidad económica diaria, siendo forzados muchas veces a trabajar con las cifras maquilladas que le presentan los propios empresarios o sus cámaras.

·         Uso del asignación automática de casos de expedientes por analistas responsables de los análisis de solicitudes, de forma aleatoria, con doble verificación y flujo de trabajo automático en caso de discrepancias.

·         Revisión e integraciones de normativas, tales como providencias, instructivos y manuales para ajustarlos a los nuevos procesos.

Para el manejo de divisas no destinados a importaciones existen también un conjunto de mejoras posibles, como las asignadas para viajes o estudios, pero dado que sus montos son significativamente menores, prefiero no tratarlos en este artículo.

Aunque las dos propuestas son viables y no contradicen una estrategia dirigida a la construcción de una sociedad socialista, ambas presentan la misma debilidad práctica. Jamás serán viables si mantenemos las mismas prácticas nefastas y anti-revolucionarias con la cual hemos manejado la generalidad de la administración pública venezolana. Es decir despreciar el conocimiento técnico y  colocar en los cargos a nuestras esposas, compañeros de la cohorte militar o amigotes de la infancia, sin tener los méritos o la capacidad para ejercerlos, confundiendo cargos de confianza con cargos íntimos. Tampoco si insistimos en la falta de planificación, los enroques de la misma gente incapaz, la irracionalidad del gasto, el exceso de papeleo, la ausencia de automatización, la disolución de los equipos y proyectos por ser de la “gestión anterior”, los trámites engorrosos y la no rendición de cuentas, todas las cuales generan las condiciones ideales para que aparezca la corrupción.

La fuga de capitales aún con un control de divisas como el señalado puede seguir existiendo por otros medios como el contrabando o lo servicios de la deuda. De modo que aún superando las deficiencias éticas y organizacionales anteriores, el control de cambios por sí solo es insuficiente, es solo una parte del problema, y por eso no puede verse de manera aislada, sino integrado a los evidentes procesos de construcción de una sociedad socialista y no dentro una simple mejora socialdemócrata.

Las dos propuestas presentadas, se enmarcan precisamente dentro de esta opción, afirmamos que el control de cambios per se, no es una medida socialista, pero es evidente que puede y debe ser utilizado en función de una estrategia que liquide a la burguesía parasitaria nacional. Que por otra parte es la única que existe.





[1] Convenio Tinoco en 1943, el control de cambios entre 1960-1964, el tristemente célebre RECADI 1983-1989 y luego la Junta de Administración Cambiaria (JAC) y Oficina Técnica de Administración Cambiaria (OTAC), desde junio de 1994 hasta abril de 1996.
[2] Vielma Mora destaca avances de medidas de seguridad en la frontera colombo-venezolana en http://www.vtv.gob.ve/articulos/2016/01/20/vielma-mora-destaca-avances-de-medidas-de-seguridad-en-la-frontera-colombo-venezolana-3697.html.
[3] ¿Caerá el Gobierno venezolano en las “conchas de mango” de la Polar? En http://www.aporrea.org/ideologia/a222353.html también en http://patriayautogestion.blogspot.com/2016/02/caera-el-gobierno-venezolano-en-las.html

No hay comentarios: