Bernardo Ancidey
Sin duda la papa caliente del tema
económico venezolano. Sobre este tema se vislumbran distintas posturas,
existiendo paradojas interesantes debido a coincidencias en la práctica a
partir de posiciones ideológicas disímiles. Así entre los partidarios de su
total eliminación están junto a los neoliberales más rancios amigos de la libre
flotación y que sea el dios mercado el que decida, connotados revolucionarios
que lo ven como el engendro del diablo, por sus nefastas consecuencias en
incrementar la fuga de capitales.
Ahora bien entre estos últimos hay de todo,
desde los que coinciden con los neoliberales y abogan por mecanismos de libre
flotación y los que optan por un control total de las importaciones, es decir
que el Gobierno no le entregue dólares a la empresa privada y más bien haga las
importaciones directamente. No faltan
las posiciones mixtas de aquellos que exigen mantenerlo pero mejorando los
procesos de asignación para evitar el fraude y la fuga indiscriminada de
divisas.
Preguntas
y respuestas
1.
Para resolver el problema hay
que preguntarse primero para qué se
crean los controles cambiarios en los países. La revisión tanto de las
experiencias internacionales como de las ocurridas en Venezuela, establece con
claridad que tales controles no son en modo alguno medidas “socialistas”. El
error surge por la pervivencia en el pensamiento en muchos revolucionarios del
Modo de Producción Asiático 2.0, el cual establece una errónea equivalencia
entre control y socialismo. No hay nada
de socialista en el control de cambios per se. El control de cambios ha
surgido y surgirá cada vez que un país vea amenazado sus reservas
internacionales por una fuga masiva e incontrolada de capital. Así en la
historia de Venezuela vemos como esta medida ha sido tomada por gobiernos de
derecha, tanto en sus formas dictatoriales como en la democracia
cuartorrepublicana[1].
Y si nos adentramos en el período iniciado por el Comandante Chávez, este
mantuvo la libre flotación de la moneda hasta febrero de 2003 viéndose forzado
a implementarlo, es decir nunca fue una acción planificada por el Gobierno
Bolivariano, quien para ese entonces hubiera preferido mantener la libre
flotación de la moneda.
2.
Ahora bien dado que la fuga de
divisas es una constante en Venezuela y en todos los países de la llamada
periferia del capitalismo, la segunda pregunta
es por qué se implanta en determinados momentos y no es permanente. La
respuesta hay que buscarla en los diferenciales entre los ingresos del país y
la fuga de capitales, así cuando los primeros son lo suficientemente grandes
para compensar la segunda, no hay necesidad de imponerlos. En caso contrario,
como lo ocurrido en 2003 la necesidad se caía de madura. Por otro lado, hubo momentos
como en el año 2008 que se pudo desmantelar el control de cambios, dada la
bonanza económica y como lo aseguraban funcionarios de CADIVI, prácticamente se
entregaba todo lo que se pedía y no existían solicitudes de divisas pendientes.
Los controles de
cambio suelen ser medidas temporales, y esta es tal vez la característica
destacada del control de cambios en Venezuela, su institucionalización como
mecanismo permanente de control, bajo el supuesto de impedir la fuga de
divisas. Lamentablemente y como suele pasar con este tipo de medidas, ellas
mismas se convierten en potenciadoras de los problemas que esperaron controlar
si no se acompañan de programas dirigidos a atacar a fondo las dinámicas que
los generan.
Los efectos
indeseados no son un fenómeno raro, lo raro es que no se den cuenta. Ellos son el
resultado del pensamiento lineal típico
de nuestro gobernantes de ayer y hoy, que aspiran resolver los problemas
sociales con medidas inmediatistas de gran impacto mediático, pero que
inexorablemente generan efectos “colaterales” peores que los que se pensaban
combatir. Piensen por ejemplo en el uso de militares para cerrar la frontera
con Colombia. En principio una sana medida, pero al prolongarla en el tiempo y
sin aplicar un plan para atacar los problemas de fondo, pronto 70 oficiales militares
y 132 efectivos de la policía del Táchira, como lo denunció el Gobernador[2]
de esa entidad, se han visto involucrados en los delitos fronterizos que debían
combatir.
La falta de
lluvias y su efecto en la producción de energía eléctrica es otro ejemplo: se
intenta reducir la dependencia del complejo hidráulico del Guri a costa de
incrementar la producción por plantas termoeléctricas, principales emisores de
gases de invernadero y factor de incremento del calentamiento global, que a su
vez genera el cambio climático responsable de…..la falta de lluvia. Tal vez la
educación, el control y seguimiento a los grandes consumidores, el uso de
tecnologías menos demandantes de electricidad, el desarrollo de arquitectura
acordes a nuestro clima y un uso más intensivo de fuentes alternativas y amigables con el ambiente, sean formas más
benignas que el camino actualmente elegido.
3.
Conformándonos con las
soluciones inmediatas terminamos agravando los problemas. La burguesía
parasitaria hoy como antes con RECADI y la OTAC, redescubrió que el mejor
negocio de este país estaba en la especulación con el dólar asignado por CADIVI
y luego por CENCOEX. De los detalles
acerca de los mecanismos de la fuga de capitales por esta vía ya hemos
escrito en otro artículo[3],
lo importante ahora es intentar darles respuesta a la tercera pregunta acerca de cuál es el objetivo de mantener el
control de divisas. Evidentemente seguir creyendo que el control de cambios en
las condiciones actuales se evita la fuga de divisas, es una inocentada de
marca mayor.
Las
opciones
Control
total de las importaciones
Simpatizo por tanto con la idea de los
amigos que sostienen la tesis de que sea el Gobierno quien realice las importaciones
de lo que necesitamos y que la burguesía importadora vea de donde va a sacar
los dólares para sus compras, lo que
implicaría en la práctica un sistema dual con libre flotación para la empresa
privada y uno controlado para las compras públicas o de empresas socialistas y
comunales. Estaremos felices si los burgueses deciden traer sus divisas de
las inmensas fortunas atesoradas fuera de Venezuela. Pero no creo que ese sea
el caso.
Aunque
el control sobre las importaciones podría contribuir a la extinción de la
burguesía parasitaria venezolana, tiene una
dificultad de orden práctico y es que si no logramos ejercer una supervisión
efectiva sobre nuestros administradores públicos en Bicentenario o CVAL, ¿cómo
garantizaremos que este ente importador no se convierta en una fuente de
corrupción aún mayor que todo lo visto en el país hasta ahora? Imagínense al
funcionario venezolano responsable por la compra poniéndose de acuerdo con
proveedores internacionales para hacer lo mismo que hace la burguesía
parasitaria, sobrefacturarnos, traernos menos de lo acordado, o de inferior
calidad, a cambio de sobornos en divisas en paraísos fiscales. En poco tiempo
tendríamos una casta de funcionarios tal vez más ricos que cualquier burgués
venezolano. Y si aún tenemos la suerte que la compra se materialice, ¿acaso no
vivimos los problemas de gestión en las empresas venezolanas, comenzando por
los puertos y luego siguiendo a todo lo largo de la cadena de almacenamiento y
transporte hasta la ubicación final del bien o servicio importado? ¿Cuántas
coimas o sustracciones no se producirán por parte de los funcionarios públicos
y empleados a lo largo de la cadena hasta llegar al consumidor final, si es que
llega algo? De modo que lo que en principio parece la mejor solución puede
convertirse en nuestra peor pesadilla, con el agravante de que no podremos
excusarnos en las malas mañas de la burguesía importadora.
No está de más recordar que pese a estas
advertencias, se han tenido experiencias exitosas de importación y venta
directa por parte del Estado de mercancías, como la realizada durante la
gestión de Eduardo Samán en el Ministerio de Comercio, durante la cual se
importaron y vendieron juguetes a precios justos. Las lecciones obtenidas en
este y otros casos pueden servir de fundamento para mejorar estos procesos y
hacerlos sostenibles en el tiempo.
Mejoramiento
del control de divisas
El mismo
problema de gestión se presentará con el caso de mantener el control de cambios
pero haciéndole mejoras, las cuales son absolutamente posibles. Esta propuesta
no resulta tan revolucionaria como la anterior porque permite la subsistencia
de una parte de la burguesía importadora. Ahora bien está deberá pasar por
filtros que permitan determinar si su actividad agrega valor a la economía
venezolana y no sean simplemente otras “ensambladoras” de productos o servicios
extranjeros. En todo caso esta opción puede ser utilizada para “suavizar” el
paso de un sistema capitalista a uno socialista, reduciendo el parasitismo
burgués y potenciando otras formas de producción estatal y colectiva.
Para que estas propuestas funcionen es
necesario realizar las siguientes acciones, las cuales son conocidas por lo
menos desde hace cinco (5) años por los Despachos de Industria, Comercio,
Economía y Finanzas, Planificación, BCV y CENCOEX y antes por CADIVI:
·
Elaborar un presupuesto anual de divisas, donde se
establezcan las necesidades reales al detalle de la sociedad venezolana y los
recursos que se destinarán para la misma. Es evidente que esto debe estar atado
a los programas de desarrollo, para disminuir o eliminar rubros que pueden ser
elaborados en el país.
·
Creación de un Comité Estratégico de Divisas, con
personal dedicado en exclusividad a estas funciones, que elabore el Presupuesto
Anual de Divisas y que entre sus funciones esté la supervisión, a nivel macro,
de todo el proceso de administración de divisas coordinando las instancias de
control y seguimiento del organismo de cada ministerio u organismo.
·
Establecimiento de una base de datos con precios referenciales
internacionales de los productos y servicios a importar. Esto serviría para
estimar y hacer los ajustes correspondientes e incluso para convocar a subastas
públicas a los proveedores internacionales. A su vez, tendría un efecto de
disminución de los precios, por que obligaría a la puja entre los proveedores
por ofrecernos mejores condiciones si nos perciben como compradores serios. Esto
puede acoplarse a un sistema único de medidas para estandarizar las medidas con
la información aduanal.
·
Establecer mecanismos de control y seguimiento automatizados de los bienes,
haciendo uso de las nuevas tecnologías, hasta la ubicación final de las
mercancías. En particular provocar una reingeniería en los procesos aduanales y
portuarios, que hoy día conspiran a favor de la corrupción, la escasez y los
altos precios.
·
Interoperabilidad de los sistemas informáticos de todos los entes
gubernamentales y privados (bancos) involucrados,
desde el análisis de las necesidades y
recursos disponibles, pasando por el cumplimiento de las normativas vigentes
hasta la logística que asegure la incorporación real en la economía venezolana.
Esto haría que la administración pública funcione sin papeleo e integrada y no
de manera fragmentaria y aislada como ocurre actualmente, donde cada ente actúa
individualmente saboteando el interés global de la sociedad venezolana. Con
estos datos fácilmente se puede disponer de un Expediente Único por Empresas a nivel de Estado, que muestre sus
estatutos y accionistas (SAREN-SAIME), situación legal (cumplimiento de obligaciones
SSO, INCES, BANAVIH, MINPPTRASS y otras), fiscal (ISLR e IVA por el SENIAT),
aduanal (SENIAT) e históricos de solicitudes de divisas en montos y unidades. Esta
información permitiría la existencia de un Registro
Único de Empresas y la posibilidad de otorgar una solvencia única por empresa facilitándole a los emprendedores
colectivos y privados el cumplimiento de sus obligaciones legales de manera
expedita. Un beneficio adicional no menos importante, es que estos sistemas
permitirían la contraloría pública de los procesos, permitiendo hacerle
seguimiento a cada divisa utilizada y a cada gramo importado al contar con registros
y estadísticas confiables y en tiempo real. Los estudios realizados para el
caso de importaciones ordinarias muestran que se puede obtener una reducción de
papeles de 86 exigidos actualmente a solo 23 y con posibilidad de seguir
reduciéndolos y en el caso de la verificación aduanal de las mismas, que en
promedio tardan 45 días pueden reducirse a solo 9 días.
·
Fortalecimiento de la capacidad de análisis de los funcionarios y el
desarrollo de sistemas expertos y bases de datos técnicas para la toma de
decisiones. Es aterrador ver a profesionales en
ministerios y otros entes públicos, trabajar prácticamente con las uñas por no
contar con mecanismos que le permiten realizar análisis en profundidad de la
realidad económica diaria, siendo forzados muchas veces a trabajar con las
cifras maquilladas que le presentan los propios empresarios o sus cámaras.
·
Uso del asignación automática de casos
de expedientes por analistas responsables de los análisis de solicitudes, de forma aleatoria, con doble
verificación y flujo de trabajo automático en caso de discrepancias.
·
Revisión e integraciones de normativas,
tales como providencias, instructivos y manuales para ajustarlos a los nuevos
procesos.
Para el manejo de divisas no destinados a
importaciones existen también un conjunto de mejoras posibles, como las
asignadas para viajes o estudios, pero dado que sus montos son
significativamente menores, prefiero no tratarlos en este artículo.
Aunque las dos propuestas son viables y no
contradicen una estrategia dirigida a la construcción de una sociedad
socialista, ambas presentan la misma debilidad práctica. Jamás serán viables si mantenemos las mismas prácticas nefastas y
anti-revolucionarias con la cual hemos manejado la generalidad de la
administración pública venezolana. Es decir despreciar el conocimiento
técnico y colocar en los cargos a
nuestras esposas, compañeros de la cohorte militar o amigotes de la infancia,
sin tener los méritos o la capacidad para ejercerlos, confundiendo cargos de
confianza con cargos íntimos. Tampoco si insistimos en la falta de
planificación, los enroques de la misma gente incapaz, la irracionalidad del
gasto, el exceso de papeleo, la ausencia de automatización, la disolución de
los equipos y proyectos por ser de la “gestión anterior”, los trámites
engorrosos y la no rendición de cuentas, todas las cuales generan las
condiciones ideales para que aparezca la corrupción.
La fuga de capitales aún con un control de
divisas como el señalado puede seguir existiendo por otros medios como el
contrabando o lo servicios de la deuda. De modo que aún superando las
deficiencias éticas y organizacionales anteriores, el control de cambios por sí
solo es insuficiente, es solo una parte del problema, y por eso no puede verse
de manera aislada, sino integrado a los evidentes procesos de construcción de
una sociedad socialista y no dentro una simple mejora socialdemócrata.
Las dos propuestas presentadas, se enmarcan
precisamente dentro de esta opción, afirmamos que el control de cambios per se,
no es una medida socialista, pero es evidente que puede y debe ser utilizado en
función de una estrategia que liquide a la burguesía parasitaria nacional. Que
por otra parte es la única que existe.
[1] Convenio Tinoco en 1943, el control de cambios entre 1960-1964, el
tristemente célebre RECADI 1983-1989 y luego la Junta de Administración
Cambiaria (JAC) y Oficina Técnica de Administración
Cambiaria (OTAC), desde junio de 1994 hasta abril de 1996.
[2] Vielma Mora destaca avances de medidas de seguridad en la frontera
colombo-venezolana en http://www.vtv.gob.ve/articulos/2016/01/20/vielma-mora-destaca-avances-de-medidas-de-seguridad-en-la-frontera-colombo-venezolana-3697.html.
[3] ¿Caerá el Gobierno venezolano en las “conchas de mango” de la
Polar? En http://www.aporrea.org/ideologia/a222353.html también en http://patriayautogestion.blogspot.com/2016/02/caera-el-gobierno-venezolano-en-las.html
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