Néstor Aponte
(nueva versión del artículo publicado el 19/01/16)
Un tema de alta prioridad para la construcción del socialismo debe
contestar a la pregunta: ¿qué es un Estado socialista y cuál es la
lógica con la que funciona?
Este punto reviste capital importancia para comprender la esencia del
socialismo, las tareas revolucionarias y el papel de Estado en cuanto
fase transitoria a la sociedad comunista. Una sociedad en el que la
lógica de funcionamiento de la gestión pública recaerá de manera
sustantiva en la responsabilidad individual y colectiva del ciudadano en
la atención y resolución de los problemas de la sociedad.
El capitalismo como forma, emergente, de organización social tiene sus
bases en los valores o creencias capitalistas (tomadas y adaptadas del
feudalismo) que guían y le dan sentido a la práctica social, individual y
colectiva, de los seres humanos en este período concreto de desarrollo
social. Valores que permanentemente se contrasta y validan con los
valores dominantes en la sociedad. Que permea, al principio, de lo
individual a lo colectivo y societal y luego de lo societal a lo
colectivo e individual; mediante la práctica reiterada y polifacética de
dichos valores en el transcurso del tiempo: demostrando que son útiles
para mantener una determinada estructura social. Estos son los mismos
valores que luego de ser confrontados y refinado en las contradicciones
del desarrollo histórico productivo del ser humano, se manifiestan en el
capitalismo como irrespeto al otro, desvalorización de sus esfuerzos y
utilización (y apropiación) del valor creado por ese otro. De donde, se
desprende que la repetición consecuente y consistente de estos tres
valores por los individuos de una sociedad desarrollan una lógica
emergente de intercambio (de mercancías y de afectos) que determinan o
construyen el ideario (conjunto de creencias validadas por la sociedad)
que sirve de base y validan las relaciones sociales de lo que llamamos
sociedad capitalista.
Por su parte, las bases del socialismo resultan de la contradicción con
los valores capitalistas; que impiden una mayor circulación de
mercancías, atentando contra la propia supervivencia de la mayor
cantidad de seres humanos (igual que ocurrió, en su momento, con el
feudalismo). De allí que los valores fundamentales del socialismo sean
el respeto y la valorización propia del otro; así como, los esfuerzos
colaborativos para la construcción del bienestar comun o de todos. Por
supuesto que estos tres valores requieren para hacerse dominantes en la
sociedad de la repetición pacífica, consecuente y consistente, por mucho
tiempo, de prácticas sociales individuales y colectivas basadas en los
valores socialistas. En ese sentido, el uso de estas prácticas
socialistas permea en la sociedad (a partir de lo individual y hacia lo
invidivual) e impulsan el desarrollo de una lógica emergente de
intercambio de mercancías y afectos, distintas a la lógica capitalista.
Practicas que resultan en el ideario que sirven de base y valida las
relaciones sociales de lo que llamamos socialismo.
He aquí que la esencia del cambio del capitalismo al socialismo resida
en la repetición consciente, consecuente y consistente (no violenta),
por un largo período de tiempo, de los valores de respeto, valorización y
trabajo colaborativo de la clase trabajadora. Donde la tarea
fundamental de la vanguardia revolucionaria dirigente del proceso
socialista es impulsar estos valores a través de la práctica conciente y
diaria en el seno de la clase trabajadora, la socieda y el Estado
capitalista; hasta transformarla. Repetición que persigue que la
sociedad (el resto de los seres humanos) por imitación y refuerzo
desarrollen, validen y acepten prácticas sociales basadas en los nuevos
valores socialistas; en la que dichos valores resulten más útiles,
prácticos y beneficiosos para la clase trabajadora que las prácticas
basadas en los valores capitalistas. Repetición, a partir del cual, se
asuma con normalidad la lógica socialista que se desprende de la
aplicación de sus valores en el intercambio de mercancías y afectos en
el seno de la sociedad.
La expresión económica de los valores socialistas en la producción de
plus- valor se traduce en el reconocimiento de la contribución del
esfuerzo del trabajador individual y colectivamente en la creación de
bienes y servicios; así como, la valorización total (en cuanto suya) de
su contribución en el aporte colaborativo junto al resto de los
trabajadores. Para, finalmente, disfrutar individual y colectivamente,
también de manera colaborativa, del esfuerzo o plus valor total que
produjeron todos trabajadores. Y disfrute que no se circunscribre a lo
individual sino que se extiende a su contribución al resto de la
sociedad: al resto de los trabajadores de la sociead. Cubriendo de esta
forma con la producción de mercancías todas las necesidades de los seres
humanos; liberando así el intercambio de las limitaciones impuesta por
la lógica capitalista (abundancia y miseria), que limita la circulación
de mercancía a los que tienen abundante dinero y eliminando el hambre y
las carencias (materiales y afectivas) del ser humano.
En el marco del desarrollo de la hegemonía de los valores socialistas de
respeto, valorización y trabajo colaborativo en el seno de la sociedad
se presenta la figura del Estado Socialista. Es allí donde el proceso
gradual de transformación de Estado capitalista en Estado socialista se
manifiesta mediante el desarrollo de prácticas de trabajo en el alto
gobierno y en la administración pública que reproduce y enaltecen los
tres valores socialista; condenando y reprimiendo las prácticas
capitalista basada en los valores de irrespeto, desvalorización y
utilización y/o apropiación del trabajo del otro. En este sentido, las
tareas de la dirigencia revolucionaria en seno del Estado capitalista en
su labor de transformación en Estado Socialista consiste en desarrollar
una cultura socialista en el gobierno y la administración pública cuyas
prácticas sociales de trabajo refuercen la toma de decisiones basado en
valores socialistas. En este sentido, resulta claro como identificar un
Estado socialista de uno capitalista. En el Estado socialista se
estimula y acepta los valores de respeto, valorización y trabajo
colaborativo en sus práctica administrativas (internas); así como, en
sus prácticas gubernamentales (externas) en su relación con la sociedad
(con la clase trabajadora); orientada siempre a estimular el ejercicio
de su responsabilidad de la gestión pública. De aquí que en el Estado
socialista se estimula el respeto al ciudadano, se valoriza su esfuerzo;
así como, se exige que se valorice el esfuerzo del Estado socialista
por mejorar la calidad de vida de todos, compartiendo instancias de
poder sobre la gestión pública con el ciudadano (con la clase
trabajadora y campesina). Se estimula e incentiva el trabajo
colaborativo entre el Estado y los ciudadanos (individual o
colectivamente) en la construcción de una sociedad orientada a enaltecer
los valores socialistas y la calidad de vida de todos los seres vivos; y
entre estos y la naturaleza.
En ese sentido, resulta fácil identificar un Estado capitalista cuando
en sus prácticas administrativas (internas) imperan valores de
irrespeto, desvalorización y utilización; y externamente una total
indolencia hacia la sociedad y una actitud oportunista de los ciudadanos
hacia el Estado.
Como vemos, los valores que subyacen en las prácticas administrativas
del Estado reproducen y también refuerzan y estimulan los valores
dominantes en la práctica sociales de la sociedad. De aquí que un Estado
socialista reproduzca y refuerce los valores socialistas en la práctica
sociales de la sociedad y otro capitalista los valores de capitalistas.
Pero, cómo llevar a cabo este cambio cultural con una vanguardia
revolucionaria sin tareas concretas, que no conoce su misión ni cómo
realizarla; que no cuanta con las herramientas propia de la madures
personal y de las técnicas de gobierno y de gestión administrativa para
llevar a cabo esta labor transformadora. Cómo construir revolución con
una vanguardia conformada por gente inmadura y hasta con problemas
sicológicos, con familias destruidas por los valores capitalistas,
resentidos sociales, envilecidos por la arrogancia del poder y
doblemente ignorantes (desconocedores de sus grandes ignorancias). Con
este cóctel no se puede construir otra cosa que capitalismo de Estado;
ya que practican y reproducen los valores del capitalismo. De lo que se
saca que nadie puede reproducir practicas distinta a sus valores (a sus
creencias) a menos que los cambie conscientemente hasta hacerlos, con la
práctica reiterada, permanente y pacífica, inconcientes y naturales.
En otro sentido, los métodos de gobierno y de gestión administrativa no
escapan a los valores de las personas que los implementan. Los valores,
la ideología, la política y la acción administrativa de los que dirigen
el Estado o cualquier otra organización constituyen la esencia de la
práctica y la cultura del Estado y la sociedad. Una vanguardia madura y
equilibrada, consciente de su misión, de sus tareas y de cómo lograrla
no hace más que reforzar los valores socialistas de respecto,
valorización y trabajo colaborativo en todos los ámbitos del proceso
revolucionario (Estado, sociedad y familia); para lo cual debe estar
dotada de las herramientas técnicas (de gobierno y de gestión
administrativa), así como de una gran madures para persistir. Elementos
que constituye el reto a superar para dirigir la construcción del Estado
socialista y del socialismo como etapa de desarrollo social.
La madurez personal, el conocimiento y la aplicación de técnicas de
gobierno y de gestión administrativa constituyen un factor fundamental
para dirigir el proceso de construcción socialista. Ya que estas
herramientas le dan coherencia, dirección y tiempo a la gestión pública
en el Estado capitalista para que desarrolle los valores y prácticas
socialistas en la política, economía y la sociedad que lo transformen en
un Estado socialista. Una buena Gestión pública es sin duda un pilar
fundamental sin el cual no puede haber la eficacia política y eficacia
administrativa que le muestre a la clase trabajadora que el Estado
socialista es su oportunidad (en cuanto calidad de vida) para romper su
estado de dominación y miseria frente al capital. Hecho que como dijimos
señalará el camino al comunismo; fase superior en el que todos los
trabajadores asumirán la responsabilidad directa en la gestión
administrativa de la cosa pública: serán parte de la administración
pública en su autogobierno. Viviremos y venceremos, que viva el
socialismo carajo.
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