martes, 19 de enero de 2016

El peligro con ciertos economistas

Bernardo Ancidey
 Tengo suspicacia por ciertos economistas. Sé que hay unos muy buenos y serios, en especial los que trabajan con la llamada microeconomía, pero lamentablemente en esta "ciencia", sobre todo en la macroeconomía, predomina un espíritu más cercano a la brujería que a una actividad académica respetable. El problema radica en la hegemonía de eso que llaman "pensar dentro de la caja", es decir ver el mundo siempre desde unos modelos que se defienden más con fé que con razón. Estos modelos de la realidad económica, se enseñan de una manera casi religiosa en las universidades del mundo y sus supuestos e inferencias, se suelen repetir como mantras. Por supuesto que esto no es casual, ya que el pensamiento económico está moldeado en las cátedras universitarias para defender los fundamentos teóricos o mejor dicho, la ideología que soporta al capitalismo, vestida de un ropaje seudocientífico.
Una de las consecuencias de esta deformación profesional consiste en confundir esos malos modelos keynesianos, neoliberales, monetaristas o el nombre que más les guste, por la realidad. Y como esta última, suele demostrar todos los días lo equivocados que están, se la pasan haciendo algo para lo cual son excelentes: realizando sesudos análisis post mortem para justificar los gigantescos pelones de bola que tuvieron.
Por esa razón prefiero tenerlos alejados de los ministerios de economía o planificación y colocar en ellos a gente con un enorme sentido común, como una ama de casa con varios carajitos y una entrada fija de dinero. Alguien así, de seguro haría un mejor trabajo al frente de un ministerio de planificación o de economía, porque su conocimiento del mundo está modelado fuertemente por la empiria de ver como rendir los cuatro churupos para sacar adelante un hogar, ya que si falla, su vida y la de sus hijos están en grave riesgo.
Nuestros amigos de los malos modelos, por el contrario nunca asumen riesgos y por eso poco les importa el resultado de sus especulaciones, además si fallan, como es lo usual, saben que tendrán suficientes argumentos esotéricos para seguir evadiendo sus responsabilidades.
No hay nada malo en tener modelos, de hecho la ciencia funciona en base a los mismos, pero siempre hay que tener cuidado que ellos son solo representaciones mentales de la realidad y no la realidad misma. Son "juguetes para pensar" sobre las cosas y sobre nosotros mismos, y tratamos de que sean simples pero no demasiado, y esperamos que funcionen dentro de ciertos límites, que debemos esforzarnos por conocerlos. Piensen por ejemplo en los modelos como en los mapas, su bondad depende de los fines que buscamos, ninguno es completo pero todos tienen utilidad para ver el mundo de cierta forma, desde buscar un CDI cercano hasta contemplar las dorsales marinas. El primero posiblemente sea plano y a una escala relativa pequeña mientras el segundo es preferible verlo en relieve en una esfera y a una mayor escala.
Estas advertencias epistémicas son olímpicamente dejadas de lado por muchos economistas, los cuales suelen traducir mecánicamente las inferencias de sus modelos a todo tipo de situaciones, no viendo realidades del tamaño del camión que les pasa por encima. Así nuestro amigo Hernán Luis Torres Nuñez, pontifica contrariando a las afirmaciones de Luis Salas "que la especulación solo es posible cuando el producto es muy escaso, hay poca oferta para la magnitud de la demanda" .
En sus afirmaciones comete el pecado que le atribuye a Salas, es decir confundir causas con consecuencias. Esto hablando francamente no sería ningún pecado, dado que la realidad es inextricablemente complicada, y poder discernir entre una causa y una consecuencia raras veces es posible, sobre todo en los fenómenos sociales. Por eso precisamente es que los humanos investigamos, y afortunadamente en unos poquísimos casos se han logrado desentrañar algunos misterios, implicando un tremendo avance para la humanidad. En otros casos tenemos que conformarnos con establecer correlaciones de tipo estadístico y en la mayoría casi absoluta de los casos restantes, simplemente levantar los hombros y reconocer que no tenemos ni idea.
Para entender el fenómeno económico hay que reconocer que ante todo es un hecho social, no una abstracción, y es el resultado emergente del accionar de cada uno de nosotros al intentar satisfacer alguna necesidad, consumiendo o produciendo bienes y servicios, como individuos u organizados en familias, empresas, naciones o alianzas internacionales. La economía confundida en un abrazo inevitable con la política, resulta de las miríadas de interacciones entre los hombres organizados o no y la propia naturaleza, de modo que tanto las motivaciones conscientes como los sesgos cognitivos, entran por igual en la determinación de esta realidad compleja.
Los conceptos que solemos utilizar para analizarla no son sino macrodefiniciones para tratar de reducir la complejidad del fenómeno e ignorar los múltiples factores intervinientes. Esto tampoco es algo para darse latigazos, lo que si preocupa es no olvidar este carácter complejo y la variabilidad de las posibles causas explicativas.
Me explico, Hernán Luis Torres dice que "que la especulación solo es posible cuando el producto es muy escaso, hay poca oferta para la magnitud de la demanda", pero olvida la realidad muy conocida por todos que en el capitalismo que los actores económicos son profundamente desiguales, de modo que los pesos pesados tienen toda la capacidad para producir escasez si se lo proponen, como lo viene haciendo la Polar, las trasnacionales farmacéuticas y las grandes cadenas de supermercados. Para ello les basta esconder los productos y venderlos a cuenta gotas, o como ha sido denunciado tantas veces, eliminar las presentaciones de menor tamaño, así logran lo mismo, pues todo se acaba más rápido y solo los que tienen más plata pueden comprarlo, mientras los más pobres salen jodidos. Pero esto, que lo sabe cualquier ama de casa en una cola, lo ignora nuestro amigo Economista porque no se ajusta a su "modelo".
Por otra parte, a la vez que generan la escasez, nuestro amigotes empresariales deslizan parte de la mercancía hacia el circuito bachaquero, con lo cual matan dos pájaros de un solo tiro: incrementan sus ganancias y debilitan al Gobierno al generar artificialmente una inflación creciente que golpea duramente los bolsillos de las mayorías. De modo que si bien es cierto que la escasez genera inflación, la primera en el caso de Venezuela, es inducida artificialmente tanto por motivos políticos como económicos. Y sabemos esto no por convicciones políticas radicales, sino porque:
  • a diario lo vivimos, cuando vemos como en los comercios están repletos de productos que se fabrican con los mismos insumos con los cuales se producen los de la cesta básica, pero estos últimos rara vez se consiguen allí pero abundan a precios especulativos en el mercado bachaquero;
  • por los allanamientos y decomisos de almacenes de grandes firmas comercializadoras y del contrabando de productos nacionales tanto en Venezuela como en otros países;
  • por las estadísticas presentadas por la Profesora Paulina Curcio que muestran: como la escasez suele incrementarse en períodos electorales nacionales; el que las empresas venezolanas han multiplicado por más de 4 las divisas recibidas entre 2003 y 2013 para importaciones; por el crecimiento del PIB y del PIB agrícola en este mismo período, todo lo cual muestra que crecieron la producción y las importaciones (más allá del incremento del consumo) en divisas, y sin embargo la cantidad física de estas (medidas en kilogramos) prácticamente no han aumentado. Prueba muy dura que refleja el robo descarado de las divisas, confirmado también en el crecimiento de los depósitos de los privados venezolanos en EEUU en el mismo período.
  • Finalmente, porque los precios los fijan en base a una tasa de cambio fantasma, aún cuando hayan obtenido la mercancía o los insumos para producirla a dólar preferencial o sean actividades que no requieran divisas por ser totalmente nacionales
Ante estas evidencias del tamaño de un templo, es posible afirmar que la causa de la escasez y de su correlato inflacionario en Venezuela son causados por la acción interesada del gran capital y no por una pretendida escasez de divisas entre 2003 y 2014 o por los controles. Luis Salas al igual que la Profesora Paulina Curcio, están en lo cierto cuando contribuyen a develar la relación:
Motivación para acabar con el proceso bolivariano e incrementar ganancias------→generación artificial de escasez--→especulación---→inflación---→ malestar popular ---→ derrota del proceso bolivariano .
He aquí la verdadera relación que nuestro Economista no ve. Seguir alegando que es culpa del gobierno la crisis económica por los controles a la economía o por no darle las divisas a las empresas, es simplemente una posición interesada políticamente sin ningún sustento, similar a las declaraciones anticientíficas de declarar un "invento de Chávez" el trabajo de reconstrucción de la imagen del Libertador, tirando por la borda el serio y dedicado esfuerzo histórico, artístico, científico y tecnológico realizado por un equipo de alto nivel internacional.
De modo que no es posible responsabilizar a la gestión del Presidente Nicolás Maduro de haber generado la actual situación económica, la cual como se ha demostrado, tiene un origen fundamentalmente político al igual que las anteriores "crisis económicas" del sabotaje petrolero y el lock-out empresarial, solo que ésta vez el Gobierno no tuvo éxito en derrotarla, por un conjunto de razones que por ahora no entraré a analizarlas, pero que han sido expuestos con detalle por otros articulistas.
No está demás señalar que la caída del precio del petróleo en el último año, ha venido a incrementar la gravedad de la situación, pero que la misma también tienen entre sus causales motivaciones políticas y que ahora parece que se ha salido de control y comienza a afectar a los mismos que la indujeron, pero esto es tema para otro artículo.
Nuestro análisis da pie entonces a pensar en medidas que ataquen las causas y no las consecuencias y es evidente que una confrontación directa contra el gran capital es ineludible si queremos superar la derrota electoral, la guerra económica y avanzar hacia el socialismo. Obrar de acuerdo a recomendaciones de economistas peligrosos, haciendo acuerdos con los causantes de la crisis o favoreciéndolos para que continúan haciendo lo mismo, es besar a nuestro verdugo.

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