Bernardo Ancidey
Es llamar conflicto a la horrenda
masacre que los sionistas ejecutan contra los Palestinos a la vista de una humanidad
inerte.
Es la inacción de la mayoría de
los semifeudales gobiernos árabes y sus conferencias inútiles.
Es la palabrería hueca de la
diplomacia internacional.
Es dejar que el sionismo se
adueñe del judaísmo.
Es hablar de paz silenciando al
oprimido.
Es construir un muro de odio en
nombre del confort israelí.
Es despojar a los palestinos de
sus tierras a punta de cañonazos.
Es apropiarse del patrimonio
espiritual común de dos terceras partes de la humanidad, en nombre de la
seguridad de un solo país.
Es presentar el creciente conteo
de víctimas diarias como si fuese el estado del tiempo.
Es la iniquidad triunfante frente
nuestra rabia e impotencia.
Es llamar al genocidio y al
terrorismo “derecho a la defensa”.
Es la mera existencia del
engendro ideológico sionista.
Es empalidecer el Gueto de
Varsovia, convirtiendo a Palestina en el mayor campo de concentración que ha
conocido la historia, sin agua, luz, electricidad, alimentos, ni libertad, y
sí, con mucho miedo y terror en niños y ancianos con el paso de cada avión
israelí, de las orugas del tanque de guerra o la explosión cada vez más cerca.
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