jueves, 29 de mayo de 2014

Los efectos psicológicos de la guarimba económica



Néstor Aponte
El sistema capitalista tiene una naturaleza auto destructiva que empuja su crecimiento. Ese sistema exige que una parte de su tejido capitalista muera para que se desarrolle a un nuevo nivel otra parte del mismo. En ese contexto, el tema de las crisis económicas capitalistas no son sino el preámbulo para la muerte económica de muchos pequeños capitalistas acosta del crecimiento y supremacía de unos cada vez más pocos grandes capitalistas.
Pero, esa dinámica que una vez fue resultado de reglas de juegos no conocidas, en esta etapa de desarrollo del imperialismo, son totalmente conocidas, manipulables y su resultado predecibles. Un juego económico, ya de por sí cruel, se convierte, en esta nueva etapa, en cínico, descabellado e inhumano.
En ese contexto, resulta conocido pues los efectos de las campañas comunicacionales y financieras de desabastecimiento sobre la dinámica económica de un país o región. Son conocidas las políticas de especulación y sus efectos sobre la psique del capitalista, los trabajadores y campesinos. Son conocidas las posibilidades y limitaciones de los Estados para hacer frente a esta estrategia imperial. Finalmente, son conocidas las formas de ablandamiento psicológico como la delincuencia, la corrupción y la ineficacia institucional para propiciar golpe de estado, el magnicidio o extorciones a los países del mundo con el fin de controlar los distintos Estados del mundo.
Este cerco psicológico a la clase trabajadora trastoca la conducta ciudadana reduciendo la tolerancia y la convivencia pacífica y creando condiciones mentales para la agresión, la inhumanidad, el individualismo, el racismo y la exclusión entre muchos otros excrementos del capitalismo que subyacen en la condición humana. Hacer una cola puede perfectamente acrecentar los niveles de angustia, frustración, ira e intolerancia que desemboquen en ira, agresión y rabia desenfrenada.
De estas prácticas psicológicas conocen muy bien quienes juegan a la desestabilización de los Estados. Son ellos (los militares, financistas, psiquiatras y comunicadores pagados por el imperio norteamericano) quienes promueven  campañas para debilitar la moral y la resistencia de los pueblos al momento de planificar la agresión. En este escenario no resulta nada extraño que pequeños y medianos capitalistas nacionales jueguen a su propia quiebra (no solo por su propia incapacidad para producir), sino, por su compromiso político por crear condiciones angustiantes en el seno de la clase trabajadora y campesina. Este es resultado y costo de la supremacía del Imperio norteamericano sobre los Estados y sus pueblos.
Pero, esa presión sobre la mente y el salario de los trabajadores también son promovidas desde adentro del proceso Bolivariano mediante la complicidad de los quintas columna en el Estado; por la mediocridad e incapacidad de los funcionarios del Alto gobierno y alta gerencia para dar respuestas a las crisis económicas que de manera espontanea y no tan espontánea promueven el desabastecimiento, la especulación y la inflación.
La agresión a la moral de la clase trabajadora no solo se hace con la guarimba callejera. Esta es solo el complemento de la guarimba económica que pretende desquiciar la mente de los que pueden construir el socialismo. De allí que subleven a los sectores más vulnerables (la llamada clase media asalariada) de la clase trabajadora; para que sean ellos los que se enfrente a su propia clase.
La verdadera lucha de clase tiene componentes políticos; pero, principalmente nace de los fundamentos económicos que definen las relaciones de dominación el los países y la geopolítica internacional. Todo indica que si no fortalecemos las técnicas de gobierno y gerencia de los Funcionarios del alto Gobierno y la alta gerencia; ni desarrollamos las fuerzas económicas del socialismo endógeno serán pocas las posibilidades para derrotar al imperialismo norteamericano. Es imposible derrotar al imperialismo con sus reglas de juego; la solución parece ser cambiar las reglas de juego económico sobre la base de relaciones de producción socialistas, sobre una cultura y una moral socialista; sobre Funcionarios comprometidos y competentes. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo.

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