Omar Gómez
Con mucho pesimismo es visto el nuevo diálogo
que el Gobierno Nacional y sectores de la MUD han iniciado en el país. Por
parte de la MUD, la propuesta principal de la amnistía a sus políticos presos
es de difícil aceptación dado que la misma sería contraria a la Justicia misma.
Y por parte del Gobierno, la posibilidad del reconocimiento de que somos una
fuerza política mayoritaria con la cual es necesario convivir, se ve difícil de
ser aceptada también ya que, más allá del plano discursivo, la práctica ha
demostrado que en 15 años esto no ha sido posible.
En ese escenario, el diálogo queda más
bien como un pañito caliente que no resuelve la crisis de fondo y que no es más
que el intento de deslegitimar, de desprestigiar y de derrocar al Gobierno
Revolucionario. Porque cuando se pide el reconocimiento del Chavismo se están
tocando intereses muy profundos que exigen la eliminación de esta fuerza.
No queda otra opción al Gobierno
Revolucionario que gobernar con una crisis permanente, con una guerra económica
constante, con factores que conspiran y con el saboteo en nuestras políticas. Sin
embargo, la necesidad de gobernar en un ambiente constante de crisis no es algo
nuevo para un Gobierno Revolucionario o Progresista. Ha pasado en los últimos
cincuenta años con el Gobierno de Cuba que ha vivido en medio del más feroz
bloqueo gringo pasando por las confrontaciones Norte-Sur, Guerra fría y demás.
También sucedió con el primer Gobierno Sandinista, acosado por los contras y
derrotado por el poder, no sólo de las armas y la insurrección pagada por los
gringos, sino por el poder de la prensa. El segundo Gobierno Sandinista está
también gobernando en medio de esa crisis.
El Gobierno de Allende es otro ejemplo de
cómo la crisis y el sabotaje de la ITT, entre otras transnacionales, al igual
que la CIA, condujeron a su derrocamiento. Si vamos más allá de nuestro
continente, los ejemplos se multiplican. Nunca un verdadero Gobierno de
Izquierda ha tenido la oportunidad de gobernar si no es en medio de las crisis,
los sabotajes, las conspiraciones de las embajadas gringas y las traiciones de
las propias oligarquías vendidas al Imperio.
Con esta visión, es necesario entonces
prepararnos para seguir gobernando pero teniendo presente que la crisis y los
sabotajes no cesarán, que nuestra oposición seguirá entregada de manera servil
al Imperio y que harán hasta lo imposible por traicionar a nuestra Patria.
Nuestro trabajo es entonces arduo y doblemente comprometedor, ya que por un
lado debemos realizar nuestro trabajo de construcción de la Patria Socialista y
por otro lado, formar a nuestros trabajadores, enfrentar las traiciones y
conspiraciones, preparar a las generaciones de relevo y rehacer toda la obra de
Gobierno que la derecha entreguista destruye, incendia o roba.
Papel estelar juega en estos momentos el
Poder Popular, porque el gobernar en medio de la guerra económica y política
exige tener un poderoso Poder Popular, expresado en Consejos Comunales,
Consejos de Trabajadores, Mesas Técnicas, Comités de Tierras, Medios Alternativos,
Colectivos, Comunas y demás organizaciones ampliamente coordinadas y
conscientes de la necesidad de defender y de construir la irreversibilidad de
la Revolución.
Con ese poderoso Poder Popular, con el
Plan de la Patria como guía, con nuestra Fuerza Armada Bolivariana, con nuestra
Reserva, con el Gran Polo Patriótico, con el PSUV y con la solidaridad
internacional, vamos a profundizar el Socialismo y vamos a Radicalizar la
Revolución. Apoyemos los Diálogos de Paz, pero que no se pierda que lo
fundamental es la construcción del Socialismo, el pensamiento de nuestro
Comandante Eterno y la Suprema Felicidad de nuestro Pueblo.
@omarfgomez
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