Bernardo Ancidey
La paleontología ha revelado la
existencia de momentos en la historia del planeta en los cuales se han
producido extinciones masivas. Algunos piensan que se debieron a catástrofes debidas
al impacto de cometas y meteoritos, cambios en la configuración del sistema
solar, eventos solares y erupciones volcánicas. Otros opinan que las
extinciones fueron causadas por la dinámica de la vida en la Tierra, la cual
conduce tanto a su proliferación como a su destrucción. Recordando al personaje
de Jasón y los Argonautas la denominaron Hipótesis Medea, porque el planeta al
igual que la hechicera, termina eliminando a sus propios hijos.
Medea luce contraria a la
hipótesis de Gaia formulada por James Lovelock, para quien la interacción entre
los elementos constitutivos del planeta realiza retroalimentaciones negativas
que mantienen un equilibrio favorable a la vida.
La hipótesis Medea plantea un
escenario angustiante en el cual la propia actividad biológica conduce al
calentamiento de la tierra y al derretimiento de los polos, seguida de la
emisión de sulfuro de hidrógeno por parte de bacterias anaeróbicas, lo que
termina envenenado a la atmósfera. Si tomamos en cuenta que la era geológica
actual, el Antropoceno, se caracteriza por una tasa de extinción de especies
mayor que la de las cinco grandes extinciones anteriores, la idea lleva a
pensar en la Humanidad asumiendo un rol similar al realizado en épocas
anteriores por las inconscientes bacterias anaeróbicas. Esto se debe a que en
el mundo actual, el capitalismo se
fundamenta en saciar los impulsos más primitivos y la búsqueda del placer
inmediato de unos pocos al menor costo posible, conllevando a los seres humanos
a desempeñar inconscientemente, el rol destructivo antes realizado por las
bacterias.
Peter Ward, proponente principal
de Medea, plantea como alternativa a este escenario catastrofista, retardar los
efectos negativos de la interacción Tierra-Vida, con soluciones ingenieriles
denominadas de terra-formación. Los proponentes de Gaia, en cambio, lucen más
ganados a realizar intervenciones que restablezcan el equilibrio dinámico del
planeta.
Tal vez ambas hipótesis tengan
algo de razón, Medea, dadas sus raíces paleontológicas, representa una visión
temporal o diacrónica mientras que Gaia se enfoca en el momento presente
asumiendo una perspectiva sincrónica. Los sistemas complejos, como el de Tierra-Vida, presentan situaciones de estabilidad temporal o
metaestabilidad, en las cuales se alcanza un equilibrio dinámico con capacidad,
dentro de ciertos límites, de recuperarse frente a perturbaciones. Al observarlos
desde una escala de tiempo mayor, estas situaciones dan lugar, tarde o
temprano, a situaciones de cambio repentino, verdaderos cambios de fase que
dejan atrás el equilibrio anterior. Ambas hipótesis dejan de ser contradictorias
y se complementan: Gaia sería válida en los periodos entre extinciones masivas,
mientras que Medea es resultado de procesos que ocurren subrepticiamente a lo
largo de largas y estables eras, hasta desatarse abruptamente como avalanchas
destruyendo la vida multicelular.
Rosa Luxemburgo avizorando el
desastre inminente del capitalismo, nos legó al futuro la dicotomía socialismo o barbarie, el conocimiento científico
actual sugiere actualizarla por una más radical y urgente: socialismo o extinción. Las hipótesis Medea y Gaia, coinciden que
solo a través de actos colectivamente conscientes, se podrá evitar el fin de la
vida multicelular en la Tierra, lo cual resulta quimérico en el capitalismo.
Solo en Socialismo es posible elevar los niveles de conciencia de la sociedad
para actuar racional, moderada y sistémicamente, pensando en la cadena global de
interrelaciones entre nuestros actos y sus efectos sobre la Pachamama y
evitarnos así, un final prematuro.
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