Bernardo Ancidey
Uno de los logros más importantes
del proceso bolivariano ha sido la inclusión educativa. La expansión de la
matrícula universitaria hasta alcanzar 2 millones 400 mil estudiantes, se logró
en base a la ampliación de la oferta académica, la creación de nuevas
instituciones como la UBV y las nuevas universidades de la Misión Alma Mater,
la ampliación y transformación de algunas existentes, como el caso de la UNEFA
y la municipalización vía la Misión Sucre.
Otro elemento coadyuvante al
proceso inclusivo fue la eliminación de la Prueba de Aptitud Académica, la
creación de 64 Programas Nacionales de Formación, la masificación de los
programas de becas, el mejoramiento de
la infraestructura y la facilitación del acceso a indígenas, personas con
discapacidad y personas privadas de libertad. Igual de importante han sido los
avances en cuanto a la democratización de las relaciones laborales con los
trabajadores universitarios. Hoy por hoy, Venezuela puntea las estadísticas
internacionales en materia de cobertura educativa a nivel universitario.
Este proceso ha modelado un mapa
dual en la educación universitaria: de un lado se encuentra el conjunto de
instituciones alineadas con las políticas de inclusión educativa responsables
por el crecimiento de los últimos años;
del otro, un sector minoritario pero con enormes presupuestos que reúne a las
“universidades tradicionales” públicas junto al homogéneo grupo de
instituciones privadas. Este último sector ha permanecido apertrechado en su
dinámica cuartorrepublicana, aprovechando cada oportunidad para movilizarse en
un solo bloque, en contra del proceso de inclusión social. Para ello se
han aprovechado de la ausencia de una
política dirigida a estos sectores durante los últimos 15 años. Salvo algunos
esporádicos llamados a controlar la violencia interna, a rendir cuentas de su
gestión o exigir un exiguo 30% de cupos para ser asignados vía OPSU, el
Gobierno ha permitido que estas instituciones constituyan un mundo aparte y
hostil.
Las autoridades de estas
instituciones en clara violación a la ley, han hecho lo que les ha dado su real
gana: apoyaron descaradamente el golpe de Carmona y se pusieron a su servicio, paralizan
las actividades para contribuir a generar tensión social, hostigan a los
docentes y estudiantes revolucionarios, trafican con los cupos, usan a
estudiantes como fuerza de choque, luego de ser entrenados en las técnicas del
golpe blando de Otpor en Israel y Europa Oriental; prestan el campus
universitario para guardar armas y entrenar paramilitares y se perpetúan varios
años en el poder, en claro desacato a las sentencias del TSJ que exigen la
participación electoral de los trabajadores y estudiantes de acuerdo a la nueva
Ley Orgánica de Educación.
La faceta más nociva de la
política oficial del avestruz hacia estas instituciones, lo constituye la exacerbación
de su rol ideológico como formadora de esa mentalidad francamente reaccionaria y
antinacional de los jóvenes de la llamada “clase media”. Autoridades, docentes
y currículos diseñados de espaldas a las necesidades de nuestro pueblo, han
servido para incubar toda una generación de “manitos blancas”, que hoy vuelcan
su odio contra todo lo que huela a justicia social, paz, igualdad, revolución o
socialismo.
Es tarde para las lamentaciones,
pero hay que salir del sopor y de la parálisis y devolver estas instituciones
al pueblo, comenzando por pedirle al TSJ que actúe igual que con los Alcaldes
guarimberos y declare el desacato de las autoridades universitarias que ha
incumplido con sus obligaciones. Aún hay tiempo también, para movilizar las
fuerzas democráticas estudiantiles y de los trabajadores universitarios y recuperar,
de las manos del fascismo, el verdadero sentido de la autonomía y su rol en el
aporte educativo, cultural y científico, que deben
prestar las instituciones universitarias en la elevación de la calidad de vida
del pueblo venezolano y en el mantenimiento de sus tradiciones y valores libertarios.
Sigamos el ejemplo combativo que
en su momento nos mostrara el Rector Amigo, Jesús María Bianco.
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