Bernardo Ancidey
Los fascistas cortan vías de comunicación, levantan barricadas, quitan
alcantarillas, destruyen el transporte público, atacan gandolas de
Mercal y de combustible de PDVSA, saquean mercados, queman oficinas de
servicios públicos, vehículos de Corpoelec, estaciones de Cantv y
cierran estaciones del metro.
A través de los días se hace visible lo que a primera vista eran ataques sin sentido, el patrón de la agresión se enfoca en destruir los enlaces que permiten la existencia de la ciudad. Buscan el aislamiento de las comunidades, tanto por la vía de los hechos como del terror, obligando a que la gente se encierre en sus casas para que ellos, como típicos fascistas, dominen la calle. Sus ataques son realizados por grupos de choque bien entrenados y financiados, cuyo objetivo es lograr a través de violentísimas acciones quirúrgicas, la desesperación originada por las privaciones, promover la agitación y finalmente, lanzar una acción conjunta de masas pequeño burguesas y lumpen, al estilo de la plaza Maidan en Ucrania, que derroque al Gobierno. En término complejos, sus acciones aisladas, aspiran a lograr enlazarse y generar un fenómeno de percolación, es decir unificar los focos a nivel nacional en especial en la llamada medialuna (Los Andes y el Zulia), y lograr con ello la base para el cambio de fase que imponga de nuevo a la burguesía al frente del país.
Sin embargo, ellos también son una red, y como toda red, existe porque hay una fuente que los alimenta, tanto moral como materialmente. En el primer grupo está el apoyo político del Imperio y su red mediática mundial, y en el segundo el financiamiento a través de las “ayudas” tipo USAID, International Republican Institute y NED, más la negligencia calculada de alcaldes opositores y sus policías. Se podrían sumar otras fuentes, pero para la acción vandálica, las anteriores son las cruciales.
Frenar la red fascista implica secar sus fuentes materiales. Para ello es esencial “cortar los suministros”, eliminando su apoyo logístico y financiero, dado que esencialmente son actos realizados por mercenarios, junto a delincuencia común y a unos pocos amigos de la violencia irracional.
La principal debilidad de la red fascista, es su carácter artificial, ella se mantiene por recursos externos, de modo que es allí donde debe concentrarse la acción revolucionaria, realizando labores de inteligencia que permitan rastrear el origen de los fondos que la sustenta y cortarlos. Es necesario intervenir las policías municipales cómplices, investigar de dónde provienen los recursos, como los hacen llegar a los mercenarios, qué empresas, autoridades universitarias y entidades financieras están involucradas, quiénes les dan cobijo y entrenamiento, quiénes sirven de intermediarios o de aguantadores, de donde provienen las armas, las motos, las máscaras antigás y toda el abanico de recursos utilizados hasta ahora.
Paralelamente, desarrollar métodos alternativos para recuperar y fortalecer los enlaces que mantienen viva a la ciudad, fortaleciendo el resguardo de los servicios básicos con destacamentos cívico-militares, abriendo rutas alternativas al transporte, estableciendo puntos de control permanente por parte de los vecinos, movilizándose en convoyes para el traslado de insumos y alimentos y cerrando la frontera con Colombia de ser necesario. Todo ello sin dejar de lado la movilización y denuncia de la agresión en el plano internacional y mediático.
Con inteligencia social coordinada con la realizada por los órganos oficiales, se podrá contar con la información que soporte la toma de decisiones que reforzarán el proceso bolivariano, procediendo de inmediato a la apropiación social de todos los medios que actualmente los burgueses utilizan en contra del pueblo venezolano.
La destrucción de los vasos comunicantes entre el imperio y el vándalo se lograría en muy poco tiempo, sin necesidad de apostar todo a la acción policial y dejaría como saldo otro avance cualitativo hacia la construcción del socialismo.
A través de los días se hace visible lo que a primera vista eran ataques sin sentido, el patrón de la agresión se enfoca en destruir los enlaces que permiten la existencia de la ciudad. Buscan el aislamiento de las comunidades, tanto por la vía de los hechos como del terror, obligando a que la gente se encierre en sus casas para que ellos, como típicos fascistas, dominen la calle. Sus ataques son realizados por grupos de choque bien entrenados y financiados, cuyo objetivo es lograr a través de violentísimas acciones quirúrgicas, la desesperación originada por las privaciones, promover la agitación y finalmente, lanzar una acción conjunta de masas pequeño burguesas y lumpen, al estilo de la plaza Maidan en Ucrania, que derroque al Gobierno. En término complejos, sus acciones aisladas, aspiran a lograr enlazarse y generar un fenómeno de percolación, es decir unificar los focos a nivel nacional en especial en la llamada medialuna (Los Andes y el Zulia), y lograr con ello la base para el cambio de fase que imponga de nuevo a la burguesía al frente del país.
Sin embargo, ellos también son una red, y como toda red, existe porque hay una fuente que los alimenta, tanto moral como materialmente. En el primer grupo está el apoyo político del Imperio y su red mediática mundial, y en el segundo el financiamiento a través de las “ayudas” tipo USAID, International Republican Institute y NED, más la negligencia calculada de alcaldes opositores y sus policías. Se podrían sumar otras fuentes, pero para la acción vandálica, las anteriores son las cruciales.
Frenar la red fascista implica secar sus fuentes materiales. Para ello es esencial “cortar los suministros”, eliminando su apoyo logístico y financiero, dado que esencialmente son actos realizados por mercenarios, junto a delincuencia común y a unos pocos amigos de la violencia irracional.
La principal debilidad de la red fascista, es su carácter artificial, ella se mantiene por recursos externos, de modo que es allí donde debe concentrarse la acción revolucionaria, realizando labores de inteligencia que permitan rastrear el origen de los fondos que la sustenta y cortarlos. Es necesario intervenir las policías municipales cómplices, investigar de dónde provienen los recursos, como los hacen llegar a los mercenarios, qué empresas, autoridades universitarias y entidades financieras están involucradas, quiénes les dan cobijo y entrenamiento, quiénes sirven de intermediarios o de aguantadores, de donde provienen las armas, las motos, las máscaras antigás y toda el abanico de recursos utilizados hasta ahora.
Paralelamente, desarrollar métodos alternativos para recuperar y fortalecer los enlaces que mantienen viva a la ciudad, fortaleciendo el resguardo de los servicios básicos con destacamentos cívico-militares, abriendo rutas alternativas al transporte, estableciendo puntos de control permanente por parte de los vecinos, movilizándose en convoyes para el traslado de insumos y alimentos y cerrando la frontera con Colombia de ser necesario. Todo ello sin dejar de lado la movilización y denuncia de la agresión en el plano internacional y mediático.
Con inteligencia social coordinada con la realizada por los órganos oficiales, se podrá contar con la información que soporte la toma de decisiones que reforzarán el proceso bolivariano, procediendo de inmediato a la apropiación social de todos los medios que actualmente los burgueses utilizan en contra del pueblo venezolano.
La destrucción de los vasos comunicantes entre el imperio y el vándalo se lograría en muy poco tiempo, sin necesidad de apostar todo a la acción policial y dejaría como saldo otro avance cualitativo hacia la construcción del socialismo.
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