Omar Gómez
En Venezuela tenemos
una cultura capitalista, aquella que reivindica al vivo, al tramposo, al
triunfador sin importar el cómo, al que piensa que el fin justifica los medios.
Como corolario tenemos al malagradecido, aquel que cree merecerlo todo, sin
esfuerzo, y que cuando no lo consigue denigra de todo.
Son muchos los que
coinciden en que el problema de la Revolución es más cultural que económico.
Que en 17 años de Revolución hemos tenido importantes conquistas económicas,
políticas y sociales. Que hemos derrotado el analfabetismo, que la salud y la
vivienda han avanzado a pasos gigantescos, que el nivel de vida ha aumentado y
que lejos están los tiempos de hambrunas y desempleo. Sin embargo, en lo
cultural, en lo ideológico, en el problema de la conciencia no hemos avanzado.
Al contrario, pareciera que hemos retrocedido.
Recientemente,
nuestra atleta Yulimar Rojas consiguió un notable éxito en las Olimpíadas de
Río. Y no tardaron en insultarla cuando esta atleta, con humildad, agradeció a
todos, incluso al Presidente Maduro. Salieron los malagradecidos a quejarse.
Llamó la atención el caso de Daniela Larreal. Es el típico caso de una
malagradecida, luego de haber recibido el apoyo del Gobierno Nacional y todo el
impulso que le dio nuestra Revolución, su conducta ha sido de lo mas rastrera e
ingrata. Pero ella es la víctima de una profunda campaña que adelanta el
capitalismo que busca destrozar nuestros valores, fomentar el individualismo y
por sobre todo, desprestigiar a nuestra Revolución.
El malagradecido
siente una total desconexión con todo lo que lo rodea, y en medio del más
absoluto individualismo proclama que todo se lo debe a su propio esfuerzo. Esos
son los profesionales que luego de estudiar en universidades públicas y ser
favorecidos con las Becas Gran Mariscal de Ayacucho, llegan al país señalando a
todos que sus éxitos son fruto de su único esfuerzo, para luego irse del país
sin dejar un solo beneficio a una nación que invirtió ingentes recursos en su
formación. Ese individualismo busca minimizar el esfuerzo colectivo y social que
implica crear y llevar adelante un sistema educativo que permitió su formación en el país y en el
extranjero. Es como Daniela Larreal que ignora todo el esfuerzo social de
inversión, organización y trabajo para que pudiera formarse, entrenar, viajar y
competir, con recursos e inversiones hechas por el Gobierno Revolucionario.
La situación es
parecida con quienes son favorecidos con la Gran Misión Vivienda Venezuela.
Luego de recibir su vivienda muchos manifiestan que ellos se la merecían. Aunque
en el fondo pudiera ser cierto, también es conveniente reconocer el importante
esfuerzo que ha realizado el Gobierno Nacional logrando construir viviendas
como ningún país en el mundo.
Son muchos los
ejemplos que se pueden poner para evidenciar el carácter de ingratitud que,
influenciado por los valores del capitalismo, se le inculcan a nuestro pueblo.
Recientemente una comunidad caraqueña se quejaba de estar en el plan de racionamiento
de agua según el cual se les quita dos días a la semana. Ellos explicaban que
querían tener el servicio permanente, aún a sabiendas de que eso influiría negativamente
en el abastecimiento de sectores que reciben el agua una vez a la semana o
incluso, una vez cada quince días. Muchos de los que reciben el beneficio de la
bolsa distribuida por el CLAP se quejan de que la misma sólo la entregan cada
15 o 21 días, que debería ser semanal y presionan por eso, a pesar de que eso
signifique que otras comunidades se queden sin el beneficio. Pero otros se
quejan de que no se las entregan. En algunas urbanizaciones del este, mientras
campanean un whiskey, hay quienes señalan que también son venezolanos, que
también tienen hambre y que también tienen derechos.
Hemos visto
cantidades de vehículos Chery con las consignas ¡Fuera Maduro! o las tabletas
entregadas a los estudiantes con la misma consigna. Más ingratitud imposible. Junto
con esa ingratitud se asocia el apoyo a los enemigos de la Revolución, del
Gobierno y del país. Los ingratos son una masa que apoya a sus verdugos, cuyo
pensamiento ideológico y formación política se reduce a la consigna citada
anteriormente y que no dudarían en entregar a nuestro país a las garras del
Imperialismo. Parecieran cumplir con aquella
sentencia del sicólogo Eric Hoffer quien decía que "La gente que muerde la
mano que los alimenta, normalmente lame la bota que los patea".
El Presidente Maduro
decretó un aumento salarial importantísimo y los malagradecidos lo primero que
hicieron fue expresar todo tipo de críticas insanas, destructivas y llenas de
falsedades. Pero igual van a cobrar.
Quienes queremos al
país tenemos que agradecer, reconocer y valorar en su justa medida el aporte de
los libertadores, de los luchadores, del trabajo del pueblo organizado y por
supuesto del Gobierno Revolucionario ¿Cómo serle ingrato a nuestro Comandante o
a nuestro Presidente Maduro? Es importante señalar que el ser agradecido no
implica jamás dejar de ser crítico, de ser beligerante en la discusión ni dejar
de denunciar lo que está mal hecho o lo que no se hace. La Revolución es
agradecida y por eso reconoce y aplaude la lucha que lleva el pueblo
venezolano, el pueblo organizado y su Gobierno Revolucionario para ganar esta
batalla contra el capitalismo y hacer triunfar para siempre al Socialismo.
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