Omar Gómez
Se
ha venido insistiendo en que el tema de la violencia es sumamente peligroso
para el país. Avanzamos, aparentemente, de manera inexorable hacia ella. La
profunda Guerra Económica que atravesamos, en donde el Imperialismo trata por
todos los medios de derrocar el Gobierno legítimamente constituido, genera
enfrentamientos por doquier. La tarea de los revolucionarios es, a toda costa,
preservar la Paz.
Para
esto es necesario la claridad política y la vocación de diálogo, sin caer en
las tentaciones de quienes ofenden, calumnian y sabotean. En esto, el
Presidente Maduro dicta cátedra diariamente de cómo, con el diálogo y el
trabajo es posible construir la Paz. Esto no significa, para los
revolucionarios, que trabajar por la paz sea callar ante los problemas o no
presionar a las autoridades para cumplir con sus funciones. La crítica no se
puede confundir con la violencia, sino más bien debe ser entendida como una
contribución fundamental para resolver los problemas y encontrar vías para esa
construcción colectiva de la paz y del socialismo.
Pero
en una guerra, a veces existen las víctimas del llamado fuego amigo, es decir,
aquellos combatientes que caen producto del fuego que, desde las mismas filas
va dirigido al enemigo pero que los atraviesa. Muchas veces se produce porque
esos combatientes se colocan más allá de donde debían, quieren estar delante de
la vanguardia o asumen posiciones imprudentes y caen víctimas del fuego amigo. En
nuestra Revolución ocurre lo mismo.
Hay
Camaradas que, queriendo ser más revolucionarios que Chávez y Maduro, asumen
posiciones vanguardistas que terminan a favor de la misma oposición. Y por
supuesto, cuando son cuestionadas esas posiciones, estos Camaradas terminan
cayendo víctimas del fuego amigo, hablando metafóricamente. Algunos de esos Camaradas
no son capaces de asumir su equivocación y lo que hacen es huir hacia adelante,
cayendo en las filas mismas de la oposición. Es un claro ejemplo de lo que
ocurre con algunos grupúsculos que en una marea de contradicciones, y diciéndose
chavistas, militan en la práctica con la oposición, pactando hasta con el
Diablo.
Todo
esto viene por dos cosas. La primera es la enorme preocupación de escuchar a
nuestro Presidente y de escuchar al Partido. Son ellos quienes dirigen la
Revolución y a ellos nos subordinamos, con militancia revolucionaria y bajo la
consigna de "Irreverencia en la discusión, Lealtad en la acción". La
discusión la damos adentro, aunque de manera general se hagan críticas, los
aspectos específicos se discuten a lo interno. Pero en la acción política
manifestamos la importancia de la lealtad en la acción, de lo contrario caemos
en el vanguardismo, la improvisación, el foquismo y terminamos como tontos
útiles de la oposición.
La
segunda es un caso concreto que se dio en mi lugar de residencia. Un conflicto
que afectaba a los vecinos era aprovechado por militantes violentos y fascistas
de la oposición para construir una guarimba. En eso un camarada que, preocupado
por la situación, quería ser más crítico y protestatario que todos, empezó a
manejar su descontento llegando a coincidir con la oposición, sin dialogar y
sin escuchar hizo suya la propuesta de cerrar la calle. No se daba cuenta de la
enorme confusión en que caía en medio de la violencia propiciada por la
oposición.
Por
eso reiteramos la necesidad de construir espacios de Paz, de contribuir con el
diálogo, de trabajar, de producir, de criticar y de ser cada día más como era
Chávez y como es Maduro.
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