Bernardo Ancidey
Una querida amiga me reclamó el uso de adjetivos denigrantes en otro artículo1
para referirnos al adversario político. Le señalé que calificarlo como
burguesía parásita no es un adjetivo denigrante y tampoco un recurso
retórico como la metáfora, sino un modelo adecuado para caracterizar la
relación de la burguesía venezolana con su propio país, y en especial
con el Estado y la economía.
Le pido un poquito de paciencia a mi amigo lector para explicarme.
A diferentes niveles de organización de la materia es posible
encontrarse con el fenómeno del parasitismo. En biología se define como
una relación íntima y obligatoria entre dos organismos heteroespecíficos
durante la cual el parásito, usualmente más pequeño depende
metabólicamente del hospedador2.
Pero el concepto trasciende a la biología y se extiende a todos
aquellos sistemas en no equilibrio en los cuales aparece el fenómeno de
la auto-organización y que pueden presentarse en otros niveles
organizacionales, desde el mundo de la física microscópica hasta los
sistemas sociales.
Hasta donde sabemos la organización de la materia en estructuras,
denominadas disipativas por Ilya Prigogine, ocurre como respuesta de los
propios sistemas para expulsar entropía de una manera más eficaz que la
materia desorganizada. Los procesos que conducen a la auto-organización
de la materia son no lineales y la misma dinámica que crea la
organización también conduce a su debilitamiento o destrucción a través
de procesos de segundo orden. No es pues un fenómeno extraño sino
inherente al propio proceso de organización de la materia, es como
dirían algunos, una dialéctica en la cual lo nacido conlleva el germen
de su propia destrucción.
El ejemplo por excelencia de parasitismo derivado de los propios
procesos de autoorganización se encuentra en los seres vivos, los cuales
han alcanzando muestras extraordinarias de sofisticada complejidad. Por
su parte, físicos e ingenieros reconocen de inmediato en su ámbito a
las llamadas corrientes de Foucault o parásitas, engendradas por la
misma dinámica electromagnética que permiten obtener energía eléctrica
para nuestros hogares y fábricas. Los informáticos y expertos en
comunicaciones también conocen los ruidos o distorsiones en la
información causados por los procesos de retroalimentación en la
generación o transmisión de la información. En este último caso el
“ruido” es el parásito.
Lo que guardan en común estos fenómenos es la presencia de una dinámica
que origina un efecto principal, la organización de la vida o la
generación de un flujo eléctrico o de información, pero que en un
segundo orden genera una dinámica contraria al efecto principal. En el
caso de la biología se obtiene un debilitamiento o destrucción de la
vida y en los otros dos una pérdida de energía o de información. Si
intentamos amplificar los efectos principales podemos obtener
paradójicamente un debilitamiento del sistema global, porque se
incrementan los efectos no lineales contrarios al efecto principal
deseado.
Evitar o reducir las pérdidas es todo un tema de investigación básica y
aplicada muy interesante, pero que nos aleja de nuestro objetivo
principal que es la comprensión del parasitismo y como este es un
fenómeno que también se manifiesta en lo social.
La diferencia más notable entre el parasitismo biológico y el observado
en los otros ámbitos naturales, es la capacidad de adaptación del
parásito a un entorno cambiante. Y justamente este potencial también se
manifiesta en el siguiente nivel de la organización de la materia y que
tiene como precedente al nivel biológico: el nivel social. Pero antes de
abordarlo continuemos analizando los elementos que caracterizan al
parasitismo a nivel biológico y cómo puede ayudarnos a entender, más
allá de la metáfora fácil, al parasitismo en el nivel social.
En el concepto prestado de la biología, identificamos la presencia de al
menos dos entidades: el hospedador y parásito propiamente dicho. No
está demás decir un parásito puede tener varios hospedadores a lo largo
de su vida, como el caso de la bilharzia que aprendimos en la escuela.
En esta relación, el parásito siempre obtiene una ventaja a costa del hospedador, y ésta es sin duda la característica principal del parasitismo.
Si llegara el caso que el hospedador obtiene una ventaja del parásito,
ahora la relación sería beneficiosa para las dos y estaríamos en
presencia de lo que se denomina mutualismo.
Ahora bien, el parasitismo puede implicar un daño para el hospedador, de
modo que en este caso éste último buscará la forma de deshacerse del
parásito. Esto no le conviene al parásito y él también buscará maneras
de evitar ser expulsado de su hospedador. A partir de aquí se inicia una
verdadera guerra sin fin en la cual a cada acción realizada por uno le
corresponderá una reacción del otro en sentido contrario. A este proceso
se le conoce como co-evolución y puede no tener fin, terminar con la
desaparición del parásito o del hospedador, o llegar a una situación de
equilibrio en la cual ambos sobrevivan. Por supuesto nunca se tendrá una
palabra final porque los cambios en el entorno pueden reavivar estas
batallas en cualquier momento.
Sin embargo, las situaciones de equilibrio (siempre inestables) son
interesantes, porque se dan en el momento en que el parásito
prácticamente se integra con su hospedador. Algo así parece haber
ocurrido con nuestra flora intestinal, que aún cuando está compuesto por
agentes extraños a nuestro cuerpo, vivimos en paz con ella desde que
andábamos por las ramas de los árboles y tal vez mucho antes.
Bajo esta óptica, el parásito fracasado es aquel que acaba con su
hospedador sin poder reproducirse, mientras que el exitoso es aquel que
logra que el hospedador lo acepte y puedan ambos seguir viviendo juntos.
El virus del Ébola es aleccionador en este sentido, los epidemiólogos
han observado que la reciente cepa que actuó en Liberia y otros países
africanos, es menos letal que la observada en anteriores brotes. El
virus ha mutado para no ser tan letal, de modo que su portador viva más
tiempo y le dé oportunidad para propagarse a otros hospedadores. Si el
hospedador muere rápido no le daría tiempo al virus de propagarse y
terminaría muriendo con su hospedador.
Los virus de la gripe por su parte son excelente parásitos, porque casi
nunca matan al portador y se propagan de la manera más fácil, es decir
cuando usted y yo ya estamos contagiados, pero tenemos suficiente fuerza
para ir a la calle y contaminar a muchísima más gente.
Y finalmente los mejores parásitos para nosotros son aquellos con los
cuales terminamos desarrollando una relación mutualista, en las cuales
ellos prácticamente se integran a nosotros brindándonos beneficios, como
los ya comentados de la microbiota contenida en nuestro colón.
Pero esto no es resultado de una relación fundamentada en una visión
rosa de la naturaleza. Nada que ver. La forma como esa microbiota llegó a
la santa paz con nosotros se debe a los mismos mecanismos con los
cuales opera todo parásito, es decir engañando a nuestras defensas para
que no los ataquen y esto lo hicieron disfrazándose e infiltrando al
“enemigo”, es decir a su hospedador, al punto que este lo termina viendo
como parte de sí mismo o es efectivamente parte de sí mismo3.
En esta lucha y convivencia entre parásito y hospedador, el
primero puede alcanzar un grado de especialización tan sofisticado que
prácticamente no puede existir fuera de su hospedador porque en el
camino evolutivo se ha deshecho de todas aquellas capacidades que en
algún momento del pasado le permitían existir por sí mismo sin necesidad
de parasitar a nadie. Literalmente estos seres se simplifican,
quedándose con lo único que necesitan para seguir parasitando.
Me imagino que más de uno al leer esto verá inmediatamente retratada a
la burguesía venezolana, adherida como excrecencia maligna al cuerpo
social venezolano, deshecha de toda capacidad para generar y producir
riqueza de la forma en que es de esperar dentro del capitalismo, es
decir invirtiendo en negocios que generen riqueza de la cual apropiarse.
Todo lo contrario, sin capacidad para producir nada, se ha adaptado
para captar la riqueza generada por el Estado venezolano, a través de
mil y un trucos que le permiten enriquecerse fácilmente sin arriesgar ni
un solo dólar. Es una clase burguesa simplificada.
Pero las similitudes no terminan aquí. Los parásitos desarrollan
estrategias para controlar al hospedador de manera que este no solo deje
de actuar contra él, sino que vaya más allá, convirtiéndolo en
instrumento para el logro de los fines del parásito. En efecto,
son capaces de convertir a sus hospedadores en verdaderos esclavos
zombis que terminan haciendo actividades que le son dañinas o los ponen
en grave riesgo, todo para beneficiar al parásito. Esto lo logran adueñándose de la mente de sus hospedadores.
Sí, aunque parezca ciencia ficción no lo es, los parásitos llegan a
desarrollar la capacidad para controlar la mente de sus hospedadores y
que estos hagan actos en contra de lo que sería su comportamiento
normal. Y esto no es algo que ocurra solamente en seres vivos con poca
capacidad cerebral como los caracoles infectados con parásitos que se
ofrecen para ser devorados por los pájaros. Estudios recientes muestran
que los seres humanos infectados con el protozoo causante de la
toxoplasmosis, tienden a realizar actividades riesgosas que no harían
normalmente. La lombriz de Guinea forza a los portadores humanos a
sumergir sus piernas en el agua buscando alivio con lo cual facilitan la
reproducción del parásito. También hay evidencias que apuntan a una
relación entre las conductas adictivas y obsesivas típicas de las
enfermedades del siglo XXI con el desbalance en la composición de
nuestra microbiota intestinal.
Esta última característica del parásito es aún más reveladora que la
anterior, es decir casi todos de una manera u otra sabemos que los
parásitos hacen daño y nos enferman, aprovechándose de nosotros para
subsistir y reproducirse. Pero seguramente desconocíamos esta última
propiedad, la de poder controlarnos y ponernos a realizar actividades
que nos ponen en peligro solo para beneficiar al parásito.
Sin duda que este último elemento caracteriza muchísimo mejor a la
acción de la burguesía venezolana y su capacidad para que hagamos cosas
tales como el control de divisas, supuestamente para combatirlas y
terminar beneficiándola mucho más.
El tercer elemento ya lo señalamos al comentar la lucha sin fin para
expulsar el parásito y como este desarrolla contramedidas. A nivel
social hemos visto la reacción violenta de la burguesía venezolana cada
vez que se siente amenazada, como en el caso de las primeras leyes
derivadas de la habilitante de Chávez del año 2000 que conllevaron al
golpe de estado de abril de 2002, luego el sabotaje petrolero y el lock
out patronal de 2002-2003, y las más recientes guarimbas luego de la
derrota electoral en las presidenciales 2013 y la intentona fascista de
la “salida” en 2014.
También la burguesía venezolana ha desarrollado estrategias de
infiltración, haciéndose pasar por roja-rojita, y llegando a controlar
al propio aparato estatal para que éste la favorezca. Lo más terrible es
que ha sido tan eficaz en esta labor de infiltración y control que
llegamos a pensar que sin ella no tenemos futuro económico. Por eso la
integramos dentro de nuestras políticas públicas y nos sentamos con
ella, la misma responsable de la gigantesca fuga de capital, para que
supuestamente nos ayude a reactivar la economía que ella misma destruyó.
.Pero esto no solo ocurre a nivel de Gobierno, sino también a nivel de
calle, con gente engañada, que cada vez que sufre de la escasez y del
alza de precios, señala al Gobierno como culpable, cuando el culpable lo
tiene al frente.
En síntesis, las características que definen la actividad parasitaria,
de vivir a costa del daño a su hospedador, la simplificación estructural
y funcional del parásito, el control incluso mental sobre el
hospedador, las contramedidas violentas que toma para evitar ser
expulsada y finalmente su capacidad de infiltración y disimulo, permiten
afirmar que calificar a la burguesía venezolana como parásita, no es un
recurso retórico, ni un adjetivo denigrante, es una caracterización
absolutamente correcta.
1 ¿Qué hacer con el control de divisas en Venezuela? En http://www.aporrea.org/contraloria/a222996.html
2
López E., Nelson ¿Qué es el parasitismo? ULA, Facultad de Ciencias,
Dpto. de Biología, Laboratorio de Protozoarios. En
http://www.ciencias.ula.ve/biolprot/protozoo/parasito.html.
3 Existe un crústaceo Cymothoa exigua que devora la lengua de los peces y la sustituye por el mismo
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