lunes, 15 de febrero de 2016

¿El Socialismo está reñido con la buena Gestión Pública?



Néstor Aponte
De acuerdo al fracaso del socialismo real, la respuesta a la pregunta ¿El Socialismo está reñido con la buena Gestión Pública? es Sí. Aunque debemos aclarar que el socialismo real era mucho de un Capitalismo de Estado (autoritario) con un carácter distributivo “más social”; pero, mal gestionado y poco o nada de socialismo: a lo más un socialismo declarativo, sin contenido ni sustancia en lo económico, político y social. Lo que nos permite concluir que lo que fracasó una vez más, producto de las contradicciones del capitalismo (que subyacen en él) y de la mala gestión pública, fue el gobierno que dirigía el capitalismo de Estado (o socialismo real). Circunstancia que señala la temporalidad económica, política y social de este tipo de capitalismo; así como, evidencia la necesidad histórica de su presencia en la etapa inicial del socialismo que pretende de usurpar.
No es entonces, el capitalismo de Estado sinónimo de socialismo; sino, una fase intermedia (capitalista) en un largo proceso de transformación socialista. A lo que hay que añadir que este tipo de capitalismo será una fase intermedia del socialismo sí y solo sí en la dirección de Estado y en el desarrollo de la sociedad subyacen algunos elementos de revolución social. Esto, para diferenciarlos de los capitalismos de Estado petroleros que no necesariamente tienen algún elemento revolucionario, mas allá de la lucha reivindicativa (o distibutiva) por los ingresos del Estado.
Esta carencia de sentido verdaderamente revolucionario en el proceso de transformación de la sociedad, cuando lo que resulta es un capitalismo de Estado, tiene su epicentro en la falta de consciencia de la vanguardia revolucionaria respecto a lo que se debe cambiar para transformar la sociedad capitalista en sociedad socialista. Hecho que supone dejar de confundir apropiación de los medios de producción por parte del Estado con eliminación de la propiedad privada: con socialismo. Entendiendo por fin, el significado de la eliminación de la propiedad de los medios de producción como el resultado emergente pacífico y continuado de las prácticas sociales socialistas y/o comunistas de los seres humanos y no al revés como se ha querido hacer: que la apropiación de los medios de producción por el Estado producen prácticas sociales socialistas (socialismo) cuando la verdad es que son la prácticas socialistas las que dan como resultado la eliminación de la propiedad privada.
En este contexto, el capitalismo de Estado (“socialista o revolucionario”) a diferencia de otros capitalismos que también fracasan producto de sus propias contradicciones (abundancia vs hambre); así como, de la mala gestión pública, aceleran y luego retardan la auto transformación socialista de la clase obrero al debilitar moralmente a la clase trabajadora, cuando pretenden usurpar al socialismo y poco tiempo despúes quedar desenmaracado. Esperando eso sí otro avance revolucionario para dar el salto cualitativo al socialismo: esperando, que la vanguardia sepa, por fin, lo que hay que cambiar del capitalismo y lugo sepa ganar tiempo para consolidar ese cambio. Estos elementos redunda en la necesidad de una gran reflexión en la clase trabajadora mundial acerca del camino a seguir en la construcción de socialismo. El capitalismo de Estado cumple así su papel histórico al señalar las inconsistencias ideológicas que limitan la construcción de prácticas sociales socialistas; pero, también permiten madurar los cambios.
En este sentido, puntualicemos que el socialismo como propuesta emergente de organización social, política y economía transciende el tema de la gestión pública; aunque esta tiene una importancia táctica fundamental sobre todo en la fase inicial de transformación y consolidación socialista. Como ejemplo, valga las crisis periódicas de crecimiento del capital el cual independiente de sus contradicciones internas y aún más de la mala gestión pública no deviene ni en socialismo ni en feudalismo: a lo más impulsa propuestas revolucionarias de muy corta inspiración que a la fecha no han cuajado en una transformación social sino en un capitalismo de Estado, que pretende usuarpar al socialismo. Experiencia social ciclica carentes de transformación que resultan por un lado de las contradicciones del capitalismo y por el otro del ejercicio dominante de las prácticas sociales capitalistas de la sociedad.
Este tema ha sido poco discutido en el ideario socialista; sin embargo, es de una importancia total para su construcción.  Y esto es así, porque luego del fervor revolucionario que enfoca a la clase trabajadora y campesina en el proceso de transformación social; haciendo olvidar a cada trabajador su condición individual para hacerce consciente de la contribución social y colectiva que exige el proceso revolucionario,  una mala gestión pública constituye el comienzo del fin de una fantasía revolucionaria. Más determinante aún resulta la mala gestión pública cuando quien dirige el proceso revolucionario cree que el socialismo es una utopía y no tiene ni idea de cómo hacer socialismo porque no sabe que  hay que cambiar en el capitalismo, cuáles son los elementos que lo definen ni cuál es la lógica de su funcionamiento. Hecho que permite concluir que la vanguardia que dirige el proceso revolucionario no sabe qué es ni cómo se construye el socialismo: no sabe qué es y cómo se construye una sociedad y Estado socialista. Por ello, cualquier resultado seudosocialista que oriente los ingresos del Estado más hacia la clase trabajadora (aunque sea temporal) es bueno y trata de pasar por socialismo.  Redistribución con la cual pretenden desesperadamente reducir los malos resultados del capitalismo (de Estado) y su la mala gestión pública; suavizando las contradicciones de la lucha de clase. Pero también, engañando y frustrando a la clase trabajadora al tratar de usurpar el significado y contenido de socialismo; haciendola defender, contra sus propios intereses, la corrupción y la deslealtad de clase del capitalismo de Estado. Engaño que soportado en una mala gestión pública acelera, en una primera fase, la profundización de un capitalismo salvaje.
Si no se sabe cómo hacer socialismo acaso se puede saber cuáles son las tareas de la revolución, más allá de una simple declaración principista. Qué sentido tiene todo este esfuerzo social, ante este vacío ideológico de la izquierda, carente de objetivos concretos, metas, estrategias, tácticas y tareas, si no es el de conformarnos con ser parte de la crisis cíclica del capital, en su proceso de crecimiento imperial, y dejar a la clase trabajadora frente a un capitalismos más despiadado?
De aquí que señalar que una práctica social basada en los valores de respeto, valorización y trabajo colaborativo, constituya la base que le da contenido ideológico a una verdadera transformación socialista. No por el hecho teórico (racional) sino porque convierte al socialismo en un hecho práctico, concreto y cotidiano de ejercicio individual y colectivo. En el marco de estos valores el socialismo ya no es una utopía en, cuanto hecho ideal inalcanzable; porque ahora sabemos qué cambiar y en cuanto tal, podemos trazar estrategias acerca de cómo hacer el cambio tangible. La tarea historica de la revolución y de los revolucionarios en esta etapa del desarrollo social de la humanidad es impulsar la transformación de los valores capitalista de irrespeto, desvalorización y utilización; por los valores socialistas de respeto, valorización y trabajo colaborativo en la práctica social cotidiana de la sociedad. Transformación que supone un cambio de la lógica capitalista, que nace como aplicación de sus valores a la practica social; por la lógica socialista (de los valores de respeto, valorización y trabajo colaborativo) en la producción e intercambio de mercancías y afectos: en la practica social.
En este sentido, la toma del Estado capitalista tiene una orientación estratégica para la clase trabajadora y su vanguardia revolucionaria. Estrategia que tiene como meta promover a través del Estado capitalista los valores de respeto, valorización y trabajo colaborativo tanto en las prácticas gubernamentales (del Estado hacia el resto de la sociedad) como en las prácticas administrativas (internas del Estado). Hecho que parte del ejercicio de los valores socialista en las prácticas sociales cotidianas de los altos cargos del Estado en la toma decisiones y en las prácticas administrativas del mismo; minimizando y reprimiendo los valores capitalista de irrespeto, desvalorización y utilización. El ejercicio reiterado y permanente por los altos jerarca del Estado y del movimiento revolucionario de la práctica de trabajo basada en valores socialistas (prácticas socialistas) permean a todo la estructura social (y en particular, a la clase trabajadora), administrativa y gubernamental; estimulando y desarrollando con la perseverancia, la no violencia y el transcurso del tiempo una cultura (una lógica) socialista que transforma gradualmente el Estado capitalista en Estado socialista. Aquí se presentan las tareas concretas de la vanguardia revolucionaria en la toma del poder del Estado Capitalista como las acciones orientadas a estímular y desarrollar prácticas sociales basada en valores socialistas desde el Estado y en el seno mismo de la sociedad; desde su actividad económica hasta su ejercicio político.
En este punto la relación dialéctica entre la sociedad y el Estado se verá retroalimentada y validada por las prácticas sociales dominantes que se practiquen desde los poderes fácticos tanto en el sector público como privado; o en su defecto entrarán en antagonismos hasta imponerse aquella prácticas sociales (capitalistas o socialistas) que demuestren con su uso reiterdo hacer más viable y fluido el intercambio de mercancías en la sociedad. Hecho, que para el caso de practicas sociales socialistas permitirán superan las barreras de circulación de mercancías y afectos entre los seres humanos impuestas por el capitalismo a través de la acumulación de capital por una parte y la subsistencia y la pobreza por el otro. Practica y lógica socialista que de resultar dominante en el seno del Estado (prácticadas por los altos jerarcas y la administración media y baja); así como en el sector privado (la clase trabajadora y campesina) habrán logrado la transformación de la sociedad y esta será ahora socialista.
Sin embargo, la efervescencia revolucionaria en esta fase pre- socialista no garantiza en el mejor de los casos, más que un breve ventana de tiempo histórico para ensayar prácticas sociales revolucionarias basada en los valores socialista de respecto, valorización y trabajo colaborativo.  Que dada la seguera ideológica de los sectores revolucionarios y la visión coyunturalista y heróica que los caracteriza, se traduce (o se malgasta) en un redistribución momentania de los ingresos del Estado; normalmente reforzando por valores capitalistas de irrespeto, desvalorización y utilización desde la cúpulas del Estado y del movimiento “revolucionario”.
Por otra parte, si las prácticas sociales socialista no son ejercitadas individual y colectivamente en forma masiva y pacífica por un largo tiempo; no serán, entonces, validas, aceptadas y útiles para la superviviencia y convivencia social. De allí que las practicas sociales que no tengan el carácter dominante en la sociedad no permanecerán; independientemente que así lo quieran declarar alguna gente. No se es socialista ni se hace socialismo por simple declaración; sino que esta se construye por una práctica reiterada, permanente y pacífica individual, colectiva y societal en el transcurso de muchoooo tiempo. Tiempo suficiente para que como hecho práctico social sea considerado natural por los seres humanos.
En este contexto, qué o quién da el tiempo suficiente a la revolución para constuir un Estado y una sociedad socialista? Pues una buena gestión pública de un Estado capitalista en transformación. He aquí, entonces, el carácter táctico de una buena gestión pública. En este sentido, con una buena gestión pública del Estado capitalista se gana tiempo revolucionario (para el ejercicio de las prácticas socialistas) que, por otra parte, refuercen la confianza de la clase obrera y de la vanguardia revolucionaria como conductores eficaces del proceso de transformación Estado capitalista y del futuro Estado socialista. Sin esa buena gestión pública cualquier intento revolucionario que pretenda ser socialista (asumiendo que se sepa cómo construir socialismo) fracasará debido a la falta de tiempo para permear a toda la sociedad con las prácticas y logica socialistas (los valores socialistas). Permeabilidad que se logra por el uso masivo y sostenido de las prácticas sociales socialistas en la sociedad. El socialismo es la etapa previa a la organización más sublime de los seres humanos (la comunista) donde la administración pública sea ejercida por todos los ciudadanos (por todos los seres humanos) en base a los valores de respeto, valorización y trabajo colaborativo.
Por ello, sin buena gestión pública no existe la posibilidad de desarrollar los valores socialistas en el Estado y en la sociedad capitalista; y aún menos en el inicio del Estado socialista, hasta bien entrada su fase de consolidación. La mala gestión pública desestimula los valores socialistas e impone los valores de irrespeto, desvalorización y utilización que frenan la construcción de socialismo. La mala gestión pública no permite definir y resolver los problemas centrales en la construcción del socialismo, porque distrae a la clase trabajadora y su vanguardia. Así como, tampoco permite definir y resolver los problemas centrales del momento político- económico y social concreto que permitan ganar tiempo y confianza en la clase trabajadora y el resto del pueblo, para la practica por el tiempo suficiente de los valores y la lógica socialista que las haga dominante en la sociedad. Una mala gestión pública no permite a los revolucionarios acumular fuerza y controlar las variables fundamentales que le permitan obtener la gobernabilidad que le de viabilidad al proyecto de transformación socialista.
Con una buena gestión pública la capacidad de gobierno socialista se consolida y se estimulan los valores que servirán de base al nuevo Estado socialista. De aquí el carácter estratégico de la toma del Estado Capitalista para proponer y ejecutar un proyecto de transformación social; así como, para estimular y consolidad la capacidad de gobierno de la clase trabajadora con el fin de acumular fuerzas para controlar las variables que permitan difundir prácticas sociales basas en los valores y lógica socialista.
Reducir el socialismo a una seudo eliminación de la propiedad privada (o acumulación de propiedad en manos del Estado capitalista) y/o a una redistribución del los ingresos del Estado le que quita todo contenido y sentido revolucionario al proceso social; e inclusive, impide cualquier empoderamiento de la clase trabajadora en el gobierno y dirección del proceso económico y político de la sociedad. Razón por la cual la gestión pública revolucionaria (socialista) de un Estado capitalista debe estimular y prácticar los fundamentos básicos del socialismo (valores y lógica socialista); así como, conocer y prácticar las técnica avanzadas de planificación y de gobierno que ejecutadas por los revolucionarios le den tiempo a la clase trabajadora para ejercitar y concientizar las practicas sociales socialista que le permitan realizar su transformación económica, social y política.
Visto así, el tema del Estado y la calidad en la gestión pública, las mismas se asumen como las acciones estratégicas y tácticas de la clase trabajadora, la vanguardia revolucionaria y la revolución para la construcción del socialismo; para lograr el ejercicio dominante de las prácticas sociales basada en los valores y lógica socialista de respeto, valorización y trabajo colaborativo: y con ello la sociedad socialista.
En primer lugar, la toma del Estado capitalista garantiza que la clase trabajadora se enfoque en la construcción de su propia transformación a través practicas sociales socialistas que representen  victorias políticas, económicas y sociales que no solo reafirmen la justeza y concreción del camino socialista; sino que fortalezcan la calidad de la conducción revolucionaria para profundizar y consolidar la sociedad socialista. De allí la importancia fundamental de la planificación en la gestión del gobierno y en la gestión administrativa. Sin planificación no se construye socialismo; pues esta, es una etapa superior de la organización humana. La planificación determina las tareas concretas del gobierno revolucionario en la construcción del socialismo (del Estado y sociedad socialista); así como, determina la eficacia política para la construcción en las distintas etapas y momentos del proceso de construcción social. Así mismo, la planificación resulta imprescindible para la eficacia administrativa tan fundamental en la concreción de las acciones de gobierno, en la supervivencia misma del proceso revolucionario y en la construcción del comunismo. De aquí la importancia de no confundirla con planificación centralizada controladora y reguladora; sino con, la planificación liberdora  propias de la  ciencia de gobierno y de la gestión administrativa, que permite el desarrollo de un mercado socialista, una política y una sociedad libres socialistas; regidos por practicas sociales socialistas.
Resulta impensable lograr la confianza de la clase trabajadora, e inclusive iria contra la propia construcción política del socialismo, que la conducción del Estado no resuelva los problemas de participación política, inseguridad, mala educación, mal servicio de salud y desabastecimiento de alimentos. De aquí que enfocar a la clase trabajadora en la transformación de los valores y lógica socialista pasa por un buen manejo del balance general político positivo de la gestión pública del gobierno que dirige el Estado. Hecho que requiere para la transformación de la sociedad de un largo período de tiempo de maduración de prácticas sociales socialistas. Luego de lo cual solo queda seguir permeando con los valores y lógica socialista; así como, de una buena gestión pública al resto de las sociedades que forman parte de este planeta. Compitiendo en cada caso con el capitalismo y demostrando a la clase trabajadora del mundo que el socialismo garantiza la mejor forma de vida para la sociedad. Viremos y venceremos, que viva el socialismo carajo.  

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