Néstor Aponte
Un tema de alta prioridad para la construcción del socialismo debe
contestar a la pregunta: ¿qué es un Estado socialista y cuál es la
lógica con la que funciona?
Este punto reviste capital importancia para comprender la esencia del
socialismo, las tareas revolucionarias y el papel de Estado en cuanto
fase transitoria a la sociedad comunista. Una sociedad en el que la
lógica de funcionamiento de la gestión pública recaerá de manera
sustantiva en la responsabilidad individual y colectiva del ciudadano en
la atención y resolución de los problemas de la sociedad.
El capitalismo como forma, emergente, de organización social tiene sus
bases en los valores o creencias capitalistas (tomados y adaptados del
feudalismo) que guían y le dan sentido al prácticas sociales
individuales y colectivas de los seres humanos de este período de
desarrollo social. Valores que permanentemente se contrasta y validan
con los valores dominantes en la sociedad. Que permean de lo individual a
lo colectivo y societal mediante la práctica reiterada y polifacética
de dichos valores en el transcurso del tiempo: demostrando que son
útiles para mantener una determinada estructura social. Estos son los
mismos valores que luego de ser confrontados y refinado en las
contradicciones del desarrollo histórico productivo del ser humano, se
manifiestan en el capitalismo como irrespeto al otro, desvalorización de
sus esfuerzos y utilización (y apropiación) del valor creado. De donde,
se desprende que la repetición consecuente y consistente de estos tres
valores por los individuos de una sociedad desarrollan una lógica
emergente de intercambio (de mercancías y de afectos) que determinan o
construyen el ideario (conjunto de creencias validadas por la sociedad)
que sirve de base y validan las relaciones sociales de lo que llamamos
sociedad capitalista.
Por su parte, las bases del socialismo resultan de la contradicción con
los valores capitalistas; que impiden una mayor circulación de
mercancías, atentando contra la propia supervivencia de la mayor
cantidad de seres humanos (igual que ocurrió, en su momento, con el
feudalismo). De allí que los valores fundamentales del socialismo sean
el respeto y la valorización propia del otro; así como, los esfuerzos
colaborativos para la construcción del bienestar de todos. Por supuesto
que estos tres valores requieren para hacerse dominantes en la sociedad
de la repetición pacífica, consecuente y consistente, por mucho tiempo,
de prácticas sociales individuales y colectivas basadas en los valores
socialistas. En ese sentido, el uso de estas prácticas socialistas
permea en la sociedad e impulsan el desarrollo de una lógica emergente
de intercambio de mercancías y afectos, distintas a la lógica
capitalista, que resultan en el ideario que sirven de base y valida las
relaciones sociales de lo que llamamos socialismo.
He aquí que la esencia del cambio del capitalismo al socialismo resida
en la repetición consciente, consecuente y consistente (no violenta),
por un largo período de tiempo, de los valores de respeto, valorización y
trabajo colaborativo de la clase trabajadora y en primer lugar de la
vanguardia revolucionaria dirigente del proceso socialista. Repetición
que persigue que la sociedad (el resto de los seres humanos) por
imitación y refuerzo desarrollen, validen y acepten prácticas sociales
basadas en los nuevos valores socialistas; donde los mismo, resulten más
útiles, prácticos y beneficiosos para la clase trabajadora que las
prácticas basadas en los valores capitalistas. Repetición, a partir del
cual, se asuma con normalidad la lógica socialista que se desprende de
la aplicación de sus valores en el intercambio de mercancías y afectos
en el seno de la sociedad.
La expresión económica de los valores socialistas en la producción de
plus- valor se traduce en el reconocimiento de la contribución del
esfuerzo del trabajador en la creación de bienes y servicios; así como,
la valorización total (en cuanto suya) de su contribución en el aporte
colaborativo junto al resto de los trabajadores. Para, finalmente,
disfrutar, también de manera colaborativa, del esfuerzo o plus valor
total que produjeron todos trabajadores. Disfrute que se extiende a su
contribución al resto de la sociedad: al resto de los trabajadores.
Cubriendo de esta forma con la producción de mercancías todas las
necesidades de los seres humanos; liberando así el intercambio de las
limitaciones impuesta por la lógica capitalista (abundancia y miseria),
eliminando el hambre y las carencias (materiales y afectivas) del ser
humano.
En el marco del desarrollo de la hegemonía de los valores socialistas de
respeto, valorización y trabajo colaborativo en el seno de la sociedad
se presenta la figura del Estado Socialista. Es allí donde el proceso
gradual de transformación de Estado capitalista en Estado socialista se
manifiesta mediante el desarrollo de prácticas de trabajo en el alto
gobierno y en la administración pública que reproduce y enaltecen los
tres valores socialista; condenando y reprimiendo las prácticas
capitalista basada en los valores de irrespeto, desvalorización y
utilización y/o apropiación del trabajo del otro. En este sentido, las
tareas de la dirigencia revolucionaria en seno del Estado capitalista en
su labor de transformación en Estado Socialista consiste en desarrollar
una cultura socialista en el gobierno y la administración pública cuyas
prácticas sociales de trabajo refuercen la toma de decisiones basado en
valores socialistas. En este sentido, resulta claro como identificar un
Estado socialista de uno capitalista. En el Estado socialista se
estimula y acepta los valores de respeto, valorización y trabajo
colaborativo en sus práctica administrativas (internas); así como, en
sus prácticas gubernamentales (externas) en su relación con la sociedad
(con la clase trabajadora), que orienta y dirige para que asuma la
responsabilidad de la gestión pública. De aquí que en el Estado
socialista se estimula el respeto al ciudadano, se valoriza su esfuerzo;
así como, se exige que se valorice el esfuerzo del Estado. Se estimula e
incentiva el trabajo colaborativo entre el Estado y los ciudadanos
(individual o colectivamente) en la construcción de una sociedad
orientada a enaltecer los valores socialistas y la calidad de los seres
vivos y la naturaleza.
En ese sentido, resulta fácil identificar un Estado capitalista cuando
en sus prácticas administrativas (internas) imperan valores de
irrespeto, desvalorización y utilización; y externamente una total
indolencia hacia la sociedad y una actitud oportunista de los ciudadanos
hacia el Estado.
Como vemos los valores que subyacen en las prácticas administrativas del
Estado reproducen y también refuerzan y estimulan los valores
dominantes en la práctica sociales de la sociedad. De aquí que un Estado
socialista reproduzca y refuerce los valores socialistas en la práctica
sociales de la sociedad.
Pero, cómo llevar a cabo este cambio cultural con una vanguardia
revolucionaria sin tareas concretas, que no conoce su misión ni cómo
hacerlo y que no cuanta con las herramientas propia de la madures
personal y de la técnica de gobierno y de gestión administrativa para
llevar a cabo esta labor transformadora. Cómo construir revolución con
una vanguardia conformada por gente inmadura y hasta con problemas
sicológicos, con familias destruidas por los valores capitalistas,
resentidos sociales, envilecidos por la arrogancia del poder y
doblemente ignorantes (desconocedores de sus grandes ignorancias). Con
este cóctel no se puede construir otra cosa que capitalismo de Estado;
ya que practican y reproducen los valores del capitalismo. Con lo que
nadie puede reproducir practicas distinta a sus valores (a sus
creencias) a menos que las cambie.
En otro sentido, los métodos de gobierno y de gestión administrativa no
escapan de los valores de las personas que los implementan. Los valores,
la ideología, la política y la acción administrativa de los que dirigen
el Estado y en general de todas organizaciones constituyen la esencia
de la práctica y la cultura del Estado y la sociedad. Una vanguardia
madura y equilibrada, consciente de que su misión, de sus tareas y de
cómo lograrla no hace más que reforzar los valores socialistas de
respecto, valorización y trabajo colaborativo en todos los ámbitos del
proceso revolucionario (Estado, sociedad y familia); para lo cual se
dotada de las herramientas técnicas de gobierno y de gestión
administrativa constituyen el reto a superar para dirigir la
construcción del socialismo.
El conocimiento y aplicación de técnicas de gobierno y de gestión
administrativa constituyen un factor fundamental de poder dirigir el
proceso de construcción socialista. Ya que estas herramientas le dan
coherencia, dirección y tiempo a la gestión pública que desarrollará los
valores y prácticas socialistas en la política, economía y la sociedad.
Calidad en la Gestión pública sin el cual no puede haber eficacia
política y eficacia administrativa que le muestre a la clase
trabajadores que el Estado socialista es su oportunidad (en cuanto
calidad de vida) para romper su estado de dominación y miseria frente al
capital. Señalando el camino al comunismo; fase superior en el que
todos los trabajadores asumirán su responsabilidad directamente en la
gestión administrativa de la cosa pública.
Viviremos y venceremos, que
viva el socialismo carajo.
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