Bernardo Ancidey
Mientras muchos centran sus análisis de la derrota en los errores de la
actual gestión del Presidente Nicolás Maduro y de la directiva del PSUV,
olvidan que los problemas actuales se remontan a las fallas del proceso
bolivariano desde la época del Comandante Chávez. El análisis de las
votaciones nacionales en los últimos 10 años es lamentablemente
demasiado concluyente para negarlo. Invito a todo el que lo dude a
revisar las estadísticas que presenté en un artículo anterior[1]
o a realizar su propia investigación para validar mi inferencia o
demostrar mis errores (por favor con argumentos sólidos no con meras
opiniones). Y francamente confieso que me gustaría estar equivocado. La
sola idea de saber que cada vez que miro a un venezolano votante entre
18 y 28 años, existe un 92% de probabilidad de que haya votado a la
derecha es simplemente espeluznante. PERO ES VERDAD, ASÍ COMO LO ES EL
HECHO QUE LA DERECHA SIGUE IMPERTURBABLE EN SU CRECIMIENTO DESDE HACE
MAS DE DIEZ AÑOS.
La contrapartida de este hecho es que las fuerzas revolucionarias
venezolanas no crecen, están estancadas y envejeciendo, sin poder
transmitirle a las nuevas generaciones el impulso necesario para
mantener y profundizar el proceso bolivariano. Para colmo, existe un
vasto sector entre 2 y 3 millones de votantes que aunque no votan a la
derecha, suelen abstenerse en procesos electorales que no sean
nacionales.
La combinación de los dos hechos anteriores arroja una única conclusión:
SI SEGUIMOS HACIENDO LO MISMO JAMÁS VOLVEREMOS A GANAR UNA ELECCIÓN
porque el crecimiento imperturbable de la derecha, gracias a la
captación de los nuevos votantes, se impondrá inexorablemente a la
fluctuante y a la vez limitada votación del Chavismo. Rehumanizamos la
fábula de la carrera entre la Liebre y La Tortuga, siendo nosotros la
liebre y la derecha el quelonio.
La derrota no es de Maduro, ni siquiera del PSUV, es de un movimiento de
masas enorme pero como los dinosaurios, condenado a la extinción si no
avanza realmente hacia el socialismo. Los jóvenes no se captan con
canaimitas sino con revolución.
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