Omar Gómez
Los
resultados electorales del día 6 de diciembre tuvieron dos grandes elementos de
sorpresa. El primero, la altísima abstención del voto chavista, y el segundo y
como consecuencia de lo anterior, la obtención de una mayoría calificada en la
Asamblea por parte de la derecha venezolana. Esta afirmación se desprende del
hecho de que la oposición tuvo un crecimiento poblacional, pasando de 7,3
millones de votos en 2013 a 7,7 millones de votos en 2015. Por otro lado, el
PSUV disminuyó en casi dos millones de votos con respecto al mismo 2013. Es
decir, que esos dos millones de votos no se le sumaron a la oposición sino que
dejaron de votar por nosotros, fue la Abstención Castigo.
Sorprende
entonces que pensáramos que esos dos millones de compatriotas no entendieran la
necesidad de votar por la Revolución y evitar la pesadilla que ya ha anunciado
la derecha. Pero también hay que decir que esos dos millones de compatriotas
son los protagonistas de esa bofetada en la cara que nos dieron y que describió
con tanta precisión nuestro Presidente Nicolás Maduro.
Ante
la imposibilidad de que las críticas severas que se tienen acerca de cómo se
han conducido algunos asuntos públicos llegara al más alto gobierno, muchos
compatriotas se abstuvieron. Los errores cometidos en la distribución de los
alimentos, en la política tributaria, en el desarrollo industrial del país, o
en el tema de la seguridad tuvieron como consecuencia que esos compatriotas
desencantados expresaran su inconformidad y protesta con la abstención.
Sin
embargo lo importante a rescatar de esto es que ellos no se pasaron a la
derecha. Quienes se abstuvieron están conscientes de que la derecha significa la entrega de la
Patria al Imperio. Por eso, esos compatriotas deben ser rescatados, no los
podemos llamar traidores, no los podemos acusar por los problemas que nosotros
mismos no hemos podido resolver. La Guerra Económica, como efecto evidente de esa
llamada guerra de sexta generación es impuesta desde el Imperio con la
complicidad de la derecha vendepatria, sin embargo, los compatriotas que se
abstuvieron no percibieron o no estuvieron de acuerdo con la forma en que el
Gobierno ha manejado el enfrentamiento en esa guerra. Debemos llamarlos y, con
humildad, escucharlos para rectificar, para explicar, y sobre todo, para juntos
seguir construyendo el Socialismo.
Por
otro lado no debemos dejar de mencionar el voto duro y consciente que se
expresó en esos más de cinco millones de votos obtenidos el 6 de diciembre. Son
compatriotas con una convicción y con una claridad sobre la importancia que
tiene la defensa de la Patria. Por eso decimos, sin arrogancia y sin falsa
modestia, que no se puede comparar esos cinco millones obtenidos por nuestra
Revolución, contra esos siete millones de la derecha. La diferencia en términos
cualitativos es abismal. Los primeros tienen la conciencia chavista que les
permitió resistir aún frente a esta cruel Guerra Económica. Los segundos están
entre vendidos y alienados, encandilados por las mentiras que le vende la
propaganda burguesa y con su conciencia enajenada al Imperio.
Hoy más que nunca,
Venezuela es sinónimo de
Revolución, de
Chavismo y de Patria
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