Néstor Aponte
La guerra se libra en la mente del enemigo, esta frase de Mao Zedong
parece repicar en nuestros oídos en estos tiempos de golpes fascistas
contra América latina. Y su ejecutor, el Estado imperial norteamericano,
tiene sobrada experiencia en golpear la mente de la clase trabajadora
en todo el mundo. Unas veces con sutilezas comunicacionales y otras con
todo el poder de la violencia de la que es capaz. La guerra no ha
cambiado mucho desde comienzo del tiempo, su ataque a la mente del
enemigo, ahora se diferencia por el uso de herramientas más sofisticada,
más nocivas y más masivas para cumplir las metas de siempre dividir,
anular y aterrorizar al enemigo; a fin de imponer la obediencia frente
al nuevo o viejo poder.
En el campo de la lucha de clase ese objetivo se logra quebrando la
mente de la clase trabajadora. En particular, quebrando la mente de la
llamada pequeña burguesía profesional: exacerbando sus contradicciones y
ambiciones. Luchando por anular y aterrorizar a los sectores
progresistas (civiles y militares) de la clase trabajadora (de su
pequeña burguesía) a fin de colocar a su sectores más inconsciente y
reaccionario al servicio de la burguesía y el imperialismo. De esta
manera se garantizan un ejército de intelectuales que justifican la
dominación imperial y accionan a favor de esos intereses. Por otra
parte, el lumpen proletario, el que se manifiesta a través de la
delincuencia constituye otro factor muy apetecido por el imperialismo
para minar y quebrar a través de la violencia y la droga la mente de la
clase trabajadora. Sus soldados en esta guerra de clase son los
denominados pranes, narcotraficante, secuestradores, delincuencia
organizada y delincuencia común. Pero, por si fuera poco el imperialismo
norteamericano se apoya en los mercenarios (paraco, maras y sicarios
extranjeros); así como, en los medios de comunicación nacional e
internacional y en las redes sociales para organizar y catalizar las
acciones de estos dos sectores reaccionarios contra la propia clase
trabajadora. En esta fase la lucha entre el imperialismo norteamericano y
la clase trabajadora latinoamericana se libra en el seno de esta
última; para minar, ablandar y quebrar su mente. De allí su empeño por
encerrarnos en nuestras casas, desmovilizarnos (reducir la capacidad de
transito), dividirnos y aterrorizarnos. Su objetivo es que los sectores
progresistas de la clase trabajadora dejen de pelear, que se auto anulen
convenciéndose de que es inútil o no vale la pena pelear: que abandonen
y renieguen de sus líderes y vanguardia revolucionaria.
La guerra sicológica es sistemática, continua y subconsciente; para
ello, utiliza todos los medios posibles. La televisión nacional e
internacional, la radio, el periódico y ahora internet (con sus redes
sociales) son instrumentos poderosos para invisibilizar, crear
realidades que no existen y mentir a fin de alienar la mente de la
pequeña burguesía introyectándole odio, desprecio, racismo, frustración e
inhumanidad contra su propia clase social y contra su identidad
nacional. Ya no son venezolanos son agentes invasores extranjeros que
han perdido buena parte de su condición humana: son capaces de hacer
cosas horrendas de las que al salir del trance se pueden arrepentir.
Pero, ¿qué busca esa campaña de odio y desestabilización en Venezuela?
Por un lado buscan debilitar la gobernabilidad de los líderes que
dirigen el Estado Venezolano en el manejo de los intereses de la clase
trabajadora, el campesinado, la burguesía nacional, los terratenientes y
el imperialismo norteamericano, llevándolos en peor de los casos a
negociar su proyecto político socialista, la soberanía y nuestra
identidad nacional. Por otra parte, buscan deslegitimar a las personas
que ejercen el gobierno, de allí también sus campañas contra la
nacionalidad del Presidente Maduro, los resultados de las elecciones
Presidenciales o sus denuncias desinteresadas e inocentes contra una
corrupción gubernamental que ellos propician. Y por último, buscan
anular la ejecución del plan de la patria (plan socialista 2013- 2019)
que dispone impulsar la construcción de una economía, una sociedad y una
política socialista; con una integración regional socialista para
américa latina que nos lleva a conformar un bloque económico destinado a
oponerse a la política anexionista del imperio norteamericano. He aquí,
en este último punto la razón de ser de la agresión del imperio
norteamericano contra Venezuela y muy pronto veremos contra toda
Latinoamérica. Pero, he aquí la razón para profundizar una economía
socialista que impida que por la vía del estómago (por la vía de la
escases y la especulación) minen la mente de la clase trabajadora y nos
condene mansamente a ser parte de la estrategia imperial de crear para
el continente Americano un país continente llamado estados unidos de
américa con ciudadanos de primera, segunda, tercera, cuarta y quinta
categoría. El socialismo y la integración complementaria de nuestras
economías socialistas e identidades latinoamericana son las únicas
herramientas para quebrar la mente del imperialismo norteamericano.
Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo.
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