Néstor Aponte
05-02-2014
05-02-2014
En Venezuela, las devaluaciones del tipo cambiario (la relación bolívar-
dólar) no se relacionan con los consabidos problemas de flujo de caja
del Estado en el suministro de dólares a la economía o con la
reactivación del aparato productivo a costa de una mano de obra más
barata que permita competir con otras economías. En Venezuela, el
aumento de los tipos de cambio se relaciona con la distribución de la
renta y la fuga de capitales.
Desde hace ya algunos años se
ha producido en Venezuela una estampida de capitales al extranjero. Los
argumentos para hacerlo van desde protegerse frente a la inestabilidad
de la moneda hasta la amenaza que representa para los capitalistas las
proclamas del gobierno respecto al socialismo. Pero, lo cierto es que
este análisis resulta poco convincente e insuficiente si no tomamos en
cuenta la geo economía internacional y los flujos de capital que ella
determina. Es el caso que la reactivación del sistema productivo
norteamericano; así como del europeo, requieren de capitales hasta ahora
productivos en Latinoamérica, por ser la fuente de materia prima. La
reactivación de estas economías está determinando un flujo de capitales
productivos y especulativos de Latinoamérica hacia Norteamérica y
Europa; fenómeno este que es sufragado por los Estados latinoamericano
con dólares preferenciales. A esta estampida de capitales se agregan los
capitales especulativos y traidores de los sectores financiero e
importador, de las burguesías nacionales, que siempre han considerado
como sus mercados naturales los norteamericanos o europeos; en desmedro
de la economía nacional. Esos capitales sólo siguen el camino trazado
por sus amos sin importar la descapitalización del Estado y la miseria
de los pueblos que le dieron vida.
En otro sentido, esa dinámica
ha sido atenuada hasta ahora en los denominados Estados Emergentes en
virtud de una estrategia de fortalecimiento económico de los capitales
norteamericanos y europeos que ven en ellos la posibilidad de ampliar
sus propios mercados. Sin embargo, ya hay señales de fuga de capitales
en esos países, que dan señales de cambios en los flujos de capital. Ya
se recienten las reservas internacionales de países como Brasil o
Argentina, por mencionar dos países Latinoamericanos, que actualmente
están financiando la fuga de capitales hacia Estados Unidos y Europa.
En Venezuela la fuga de capitales a través de figuras como las
“expropiaciones” o el estímulo a los sectores productivos con dólares
preferenciales para la importación de alimentos de primera necesidad
como producto para refrescos o Snack (Cocacola o cheese tris); así como,
las importación de partes y piezas de vehículos (como General motor o
toyota), entre muchos otros, han sido una verdadera hemorragia de
dólares preferenciales para financiar la economías norteamericana y
europea. Esta es la inmensa cuota parte de la renta petrolera
venezolana, que le exige el capital transnacional a Venezuela para
financiar las economías Norteamericana y Europea. Hemorragia que junto a
su estrategia de disminución en el costo de la mano de obra en Estados
Unidos y Europa determinan las condiciones para la reactivación
económica de estos bloques de poder.
Por otra parte, el costo
de ese financiamiento sin intereses y sin amortización (gratuito)
implica el logro del debilitamiento económico y financiero de los países
latinoamericanos. Esto con el fin de secar nuestras reservas
internacionales y justificar la creación de una inmensa deuda externa
que nos lleve a una crisis económica, social y política que haga viable
la tesis de cambiar deuda por soberanía: deuda por nuestros propios
territorios y pueblos de centro y sur americana. Esto es, lograr la
anexión de todo un sub continente al imperio norteamericano a muy bajo
costo.
A ese contexto internacional se agrega el debilitamiento
consciente y permanente de nuestra industria petrolera, la incapacidad
del Estado para estimular y activar un aparato productivo no petrolero;
así como, la baja o nula producción de bienes y servicios de las
empresas del Estado o la falta de castigo a los delincuentes que
especulan y comenten ilícitos cambiarios con dólares e importaciones.
Sin embargo, nuestro peor problema es el estigma de quienes niegan la
generación de riqueza en las empresas del Estado y en las empresas
“socialistas”. Tesis que se ve alimentada y justificada por una nefasta
incapacidad gerencial por parte de Funcionarios colocados a dedo en
puestos de dirección; así como, una clase trabajadora inconsciente y
apática que solo piensa en mejoras salariales y subsidios y no se
incorpora al desarrollo de empresas socialistas. Esa mezcla fatídica
niega, de hecho, el desarrollo alternativo de una economía productiva
socialista que compense la salida de capitales que arremete contra el
proceso bolivariano.
No se trata de un problema de oferta y
demanda de dólares que el Estado debe suplir; se trata de fuga de
capitales e incapacidad productiva. Y en esa perspectiva la devaluación
no sólo debe ser una forma de protección de las reservas del Estado;
debemos convertirla en una palanca para el cambio que nos permita
desarrollar con la clase trabajadora una economía productiva socialista.
Viviremos y Venceremos, que viva el Socialismo ¡Carajo!
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