Con la toma de la cárcel del Rodeo, se ha podido observar una conducta característica de los llamados pastores de la iglesia evangélica. Son hombres que luego de haber delinquido y de haber caído en lo más bajo de la degradación humana, han encontrado en la religión un motivo para vivir y para sacar a sus semejantes de la pesadilla en que se encuentran. Imbuídos del pensamiento cristiano, de amor y solidaridad hacia el semejante, estos pastores se ganan la confianza de muchos presos lo que ha llevado a que los mismos tengan una fuerte presencia en estas prisiones. Pero a estos predicadores no solamente se les ve en las prisiones, sino que también, como auténticos portadores de un mensaje cristiano, van también a los hospitales, a los barrios más pobres, en fin, se encuentran con la miseria y desde allí hacen su trabajo de evangelización. Siempre dije que los revolucionarios, que los que creemos en un mundo diferente y nos enfrentamos al capitalismo, debíamos copiar el ejemplo de la perseverancia de los evangélicos. Ellos son los que, sin pudor, se paran en cualquier plaza a predicar, sin importar si les están prestando o no atención, si se burlan o no, si llueve o no. Pero los revolucionarios, algunos, no hemos copiado ese ejemplo.
Ojo: no estoy haciendo una apología de los evangélicos, estoy observando una conducta de convicción y de perseverancia, digna de la causa del socialismo. Y digo que no hago apología de los evangélicos, porque sabemos como algunas de estas iglesias se han transformado en negocios y cómo otras han sido instrumentos del mismo capitalismo para penetrar e inmovilizar al movimiento popular con el mensaje de aceptar la realidad, sin cambiarla, porque es voluntad del creador. Recuerdo con mucha precisión, cómo las iglesias evangélicas fueron utilizadas a finales de los 70 y en la década de los 80 para invadir los países centroamericanos y lograr detener el avance revolucionario de los pueblos. Eran una trinchera más, que se enfrentaba a sectores de la iglesia católica que se habían sumado al movimiento revolucionario y que buscaba ante todo, desmovilizar, delatar y entregar.
Pero volviendo a la actualidad venezolana, es notable la ausencia de cualquier miembro de la iglesia católica en la resolución del conflicto del Rodeo. Ni de casualidad se aparece un jerarca de esta iglesia. Por eso, cada vez ellos son menos, y los evangélicos cada vez son más. Y no es que me agrade esto, sino que es digno de tomar en cuenta, por cuanto ambas iglesias, al final se traducen en lo que las mismas siempre han sido para la humanidad: instrumentos de la clase dominante para perpetuar un determinado modo de producción.
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