domingo, 26 de febrero de 2017

27 F, Sacudón, Caracazo y Golpe de Estado



Omar Gómez
No hay duda, el 27 de febrero de 1989 cambió la historia venezolana, sentando las bases para el entierro del bipartidismo, hecho que ocurriría en menos de diez años. El 27 F es un punto de quiebre en la historia moderna de Venezuela que tiene pocos momentos de comparación, siendo uno de ellos la recuperación del poder por parte de la Revolución apenas 13 años después.

En el siglo XX la participación masiva del pueblo venezolano en el acontecer político se dio principalmente a través de los procesos electorales. Tal vez debamos agregar el protagonismo en la huelga petrolera de 1936, o durante las movilizaciones luego de los derrocamientos de Medina Angarita y de Pérez Jiménez. Recordemos que cuando dieron el golpe de estado a Rómulo Gallegos, no hubo prácticamente ninguna movilización, quedando el gobernante partido AD como un simple mirón de lo que sucedía, tal vez por la complicidad de algunos altos personeros de dicho partido.

En el siglo XIX, tenemos dos grandes momentos en los cuales el pueblo se volcó a la calle y asumió con conciencia las riendas de su destino. El primer momento fue cuando la Guerra de Independencia, a partir de la Segunda República, y el segundo momento cuando asumió la Guerra Federal como la nueva esperanza de redención social.

De lo anterior se concluye que el 27 de febrero los venezolanos ponemos en la historia otro hito de grandes movilizaciones. No fue con los niveles de organización o de duración de la Guerra de Independencia o Federal, pero por la fuerza del impacto que produjo permitió lograr el tránsito hacia una nueva República. Fue la fiesta violenta que rompía la tierra en donde yacería por siempre el bipartidismo. A partir de ese momento, se configuró en Venezuela otra realidad, otra manera de hacer política y otra visión de nuestro futuro. Es el 27 de febrero la génesis de la Revolución, más allá del 4F y de cualquier otro momento, sin que esto signifique minimizar tan importantes fechas.

En el mes de febrero de 1989, y luego de la fastuosa “coronación” de Carlos Andrés Pérez, teníamos una inflación del 65% con un bolívar sobrevaluado en más de 300% lo que llevó a que se vaciaran nuestras reservas internacionales (teníamos apenas 2.000 millones de dólares en reservas operativas). La pobreza aumentaba en un año en 12 puntos llegando a 67,2% según las cifras de la antigua Oficina Central de Estadísticas e Información (OCEI). El peso de la deuda externa, la ausencia de inversión social, los elevados índices de mortalidad, el analfabetismo y el rentismo petrolero configuraban un escenario de terror para el pueblo venezolano, el cual se esperaba incrementar con la aplicación del paquete de medidas que nos recetaba el FMI. Aquel 16 de febrero el Presidente Pérez anunciaba la materialización del paquete expresado en medidas como la liberación de precios, el incremento de tarifas de servicios públicos, el aumento de la gasolina en un 100% y el aumento del transporte público. Junto con esto estaban los ajustes destinados a recuperar los equilibrios macroeconómicos: reducción del gasto público, reducción del tamaño del Estado, privatizaciones, aumento de los servicios públicos, todos ellos señalados en el VIII Plan de la Nación, pero profundizados por las recetas del FMI.


Pero en la calle se estaba viviendo el renacer de una nueva forma de hacer política en el movimiento popular, de una concepción de la Revolución más allá de los manuales del PCUS, de un pueblo que comenzaba a organizarse y reivindicar su historia, su pasado glorioso y su carácter indoafroamericano. Una de esas expresiones fue el Movimiento Estudiantil de la época, el cual, desde una postura revolucionaria, logró desplazar a la izquierda tradicional y partidista para enfocarse en la construcción de una Democracia Participativa y Protagónica. Años después, en la Asamblea Constituyente del año 2000 estos conceptos fueron incluidos, por muchos de quienes protagonizaron ese movimiento estudiantil, en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Para febrero de 1989 existía la llamada Coordinadora Nacional de Federaciones de Centros Universitarios, organización que nucleaba no sólo a las FCU de las Universidades Nacionales, sino que participaba en términos generales todo el movimiento estudiantil universitario y de educación media. Pero además tenía una fuerte conexión con los movimientos sindicales y campesinos con quienes se planificaban actividades y se realizaban tareas. Recordamos entre ellos a Los Cañizos Palo Quemao o la tripartita ucevista conformada por la FCU, la Asociación de Empleados (en donde estuvo entre otros el Chino Khan) y la Asociación de Profesores con Fuenmayor como protagonista (tiempo después saltaría la talanquera).

Organizados con la C/FCU el movimiento estudiantil llevaba un par de años elevando la conciencia política del pueblo, con manifestaciones en donde la fuerte represión y los brutales asesinatos que cometía el entonces Gobierno de Lusinchi no lograban amilanar a los estudiantes y al pueblo, sino por el contrario se crecía en capacidad y en calidad de movilización. Ya espontáneamente el pueblo gritaba consignas elaboradas por ese movimiento estudiantil, tales como “Si siguen los aumentos, saqueo popular”, además de entender las aberraciones que implicaba la llamada Democracia Representativa.

En ese convulsionado mes de febrero de 1989, y ante la conflictividad que cada día crecía más, se convocaron manifestaciones para repudiar la actitud entreguista del nuevo gobierno de Pérez. Es así como recordamos que una semana antes del 27F, en una de esas manifestaciones realizadas en la UCV fue asesinado el trabajador de la Facultad de Medicina, Carlos Yépez, luego de recibir un impacto de bala en la cabeza. Esa tarde trágica terminó con varios heridos y un manifestante muerto, nada fuera de lo común, tal como lo demostraron las silenciosas portadas de los diarios al día siguiente.

En medio de ese escenario de agitación política, el Gobierno miraba hacia las negociaciones y los planes que se tenían con el FMI y hacía desesperados esfuerzos para convencer a todos de las bondades del paquete. En una intervención famosa, el entonces Presidente Pérez afirmaba que “ir al FMI no es una opción, es la única opción que tiene un país que agotó sus Reservas Internacionales”.

A pesar de que los cuerpos represivos del Estado intentaban alertar al Gobierno de la conflictividad social que se vivía, el Gobierno desestimó las advertencias y se avocó a la aplicación del paquete.


El informe que presentó el entonces Director de la Policía Política (DISIP), Rafael Rivas Vásquez es elocuente en ese sentido, pues indica que al carecer el organismo de fuentes de inteligencia adecuadas era prioritario obtenerlas para consolidar el Gobierno. Por eso Rivas Vásquez afirma que: "...consideramos un plan nacional de detenciones y allanamientos selectivos de personas vinculadas a la subversión y agitadores conocidos con la finalidad de obtener información actualizada. Operativos de esta naturaleza representan una medida de emergencia en la búsqueda de información cuando se carece de una buena red de inteligencia. El plan tenía un alto costo político y no fue aprobado." (El documento se puede ver, todavía, en http://www.amigospais-guaracabuya.org/oagrv002.php y también en https://drive.google.com/open?id=0B8LE410B_jdxclZpQUliMDUxOUk).


Aquel 27 de febrero se dieron muchas situaciones que debemos investigar y profundizar en su estudio. Por ejemplo, se ha dicho hasta el cansancio que el sacudón se inició en Guarenas. Sin embargo, mucho de los protagonistas de aquel suceso (y me incluyo entre ellos) afirman que el sacudón comenzó en el Nuevo Circo de Caracas, en donde grupos del Movimiento Estudiantil tomaron las entradas y salidas lo que generó que no salieran las unidades de transporte, mientras otros grupos, al ver que no llegaban las unidades a las ciudades dormitorios, especialmente Guarenas, aprovecharon para iniciar las protestas.

 

Se colocaron barricadas, se quemaron cauchos y lo demás vino solo. No hubo forma de encauzar el movimiento, algunas voces, muy aisladas, gritaban “vamos a Miraflores”, pero en medio de la efervescencia que se vivía, y ante las privaciones de un sistema corrupto y opresor, el pueblo optó por la salida fácil, saquear y satisfacer necesidades reales e inducidas. Los cuerpos represivos quedaron rápidamente rebasados y simplemente se retiraron.

 

Ese inicio del 27 de febrero debemos verlo tal como ocurrió, un momento en el que el pueblo descubrió el gran poder que tenía, una gran fiesta de soberanía popular en la calle, en donde la gente se incorporó, se autoorganizó y avanzó en términos de conciencia social.  El pueblo sorprendido observaba cómo la otrora omnipotente Policía Metropolitana retrocedía despavorida ante el avance de las masas que embriagadas de poder se movían sin encontrar cauce a esa gran fuerza del pueblo en la calle.


Con una efectiva organización popular como la que tenemos hoy en día, el Gobierno de entonces hubiese caído en muy corto tiempo, sin embargo, el espontaneísmo y la falta de visión de quienes tenían responsabilidades de organización y representación, impidió que esto cristalizara y brindó la oportunidad para que el gobierno aplicara el Plan Ávila, es decir, "echara a los militares a la calle". El resultado de la brutal represión militar fue el asesinato de miles de ciudadanos, hombres, mujeres y niños, tal como lo demuestran las fosas comunes halladas años después y en donde “La Peste” destaca como símbolo de la podredumbre de ese sistema puntofijista. Aunque las cifras oficiales indicaron que la cantidad de muertos fue de 262, las pruebas de miles de ciudadanos asesinados fueron y son contundentes.

Esa gigantesca fuerza del pueblo permaneció en estado latente. Durante el Golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 no participó el pueblo masivamente. Este Golpe de Estado hubiese sido exitoso si hubiera contado con una participación como la del 27F. Años después, y de la mano del Comandante Chávez, el 6 de diciembre de 1998 los venezolanos cambiamos el rumbo de nuestro destino, iniciando la Revolución Bolivariana, la cual, indudablemente, tiene como su principal antecedente el 27F.


La masiva participación del pueblo, como fuerza que ejerce su poderío en la calle, no se volvió a ver, desde el 27F hasta aquel memorable 13 de abril de 2002. El Gobierno Revolucionario había recibido un Golpe de Estado, fraguado y financiado por el Imperialismo y realizado por sus lacayos nacionales, aquellos que se vistieron de asesinos durante el 27F.  Es aquí en donde el pueblo venezolano trae de su memoria colectiva lo que fue la fuerza demostrada el 27F y se lanzó a la calle, con pasión y fervor patriótico, rememorando episodios épicos de la Independencia y de la Federación, y con la decisión de rescatar la Democracia. Es solamente el 13 de abril de 2002, que el pueblo vuelve a hacerse sentir, y es nuevamente ante esta poderosa fuerza que los usurpadores y traidores corren cobardemente, tal como hicieron el 27F, antes del Toque de Queda. Pero esta vez, el 13 de abril de 2002 hubo una gran diferencia con respecto al 27F, esta vez sí había organización, lo que condujo a que esa manifestación de calle se viera bañada de gloria y de éxitos.



Hoy, en el escenario de una guerra no convencional que se libra contra la Revolución y contra el pueblo venezolano, la organización popular es fundamental para resistir y para defender nuestros logros y nuestras conquistas. Hoy contamos con un poderoso Partido Socialista, el PSUV, y con una grandiosa organización popular expresada en Consejos Comunales, Comunas, CLAPS, Consejos Obreros y Campesinos, con el Congreso de la Patria, en fin, hoy contamos con las herramientas que no tuvimos el 27 de febrero. El 27F y el 13A marcan el camino verdadero de la Revolución: es en el pueblo, es en la calle en donde reside la fuerza de la misma y es a ella a quien nuestro Gobierno y nuestra Revolución se deben. Somos pueblo crecido en conciencia, organización y protagonismo. Hoy somos un pueblo indestructible.

 

Para terminar, recordemos las palabras del Comandante Presidente Hugo Chávez durante el acto de conmemoración de los 22 años del Caracazo, Día de la Rebelión Popular, el 27/02/2011: “el 27 de febrero aquel lunes de aquel año 1989 comenzó, así lo digo, el siglo XXI en este planeta, el siglo XXI en el mundo comenzó en Caracas, comenzó en Venezuela un lunes por la mañana 27 de febrero”.

 

Bibliografía mínima sobre el 27F:

 

El 27 F  Para siempre en la memoria de nuestro pueblo, Defensoría del Pueblo

El Caracazo, Varios autores, Colección 4F

A 18 años de “El Caracazo” Sed de Justicia, Defensoría del Pueblo

Del 27 de febrero de 1989 al 13 de abril de 2002, Omar Gómez, Aporrea.org

 

jueves, 23 de febrero de 2017

Por qué mi partido es el PSUV



Omar Gómez
El PSUV es el partido que comenzó a construir el Comandante Chávez. Luego de su partida física se desataron los demonios del egoísmo y del oportunismo los cuales han querido destruir su obra, tomando como objetivo principal eliminar el Partido.

Preocupa lo que sucede en la actualidad. Muchos ocultan su simpatía por el PSUV, otros evaden la discusión y prefieren "evitar problemas" y hay quienes, más débiles ideológicamente, se suman a la crítica malsana y destructiva ¿que hay problemas en el PSUV? lo sabemos ¿que hay problemas de clientelismo, de corrupción, de nepotismo, de burocracia? lo sabemos. Y porque lo sabemos, los militantes del PSUV tratamos de corregir, de denunciar, de superarnos.

El Presidente del Partido, a través del Comando Central Bolivariano, declaró el pasado 20 de febrero la reorganización del Partido en todos los niveles. Esta es la oportunidad para adaptar el Partido a la realidad que implica enfrentar un enemigo en un escenario de guerra. Para esto debemos avanzar en una serie de planteamientos que son cruciales para tener un Partido eficiente de cara a los futuros combates que le esperan a la Patria. De estos planteamientos hay dos que son importantes de destacar para presentarlos al debate público.

En primer lugar, debemos estar convencidos de que nos encontramos en una Guerra contra la Revolución, en donde la escasez y la inflación inducida, el acaparamiento, el contrabando y la especulación se unen al Paramilitarismo, las campañas por los medios de comunicación y por la Web, además del sabotaje financiero junto con los ataques a la moneda. Todo ello configura un escenario de guerra que muchos de nosotros no lo perciben. Algunos militantes del PSUV creen que esto es propaganda y otros incluso llegan a decir que están cansados de escuchar el mismo discurso. El tema es que la Guerra es real, es cierta y se expresa en los elementos antes señalados.

En segundo lugar, el tema de la unidad debe ser vital para poder avanzar en la construcción del Socialismo. Debemos hacer todos los esfuerzos posibles para lograr y mantener la unidad, no solo del Polo Patriótico, sino de todas las fuerzas progresistas del país, del poder popular y de los movimientos sociales que hacen vida activa en el país. Pero esta unidad jamás debe ser a costa de perder nuestra identidad ni tampoco a costa de ceder en principios fundamentales como la construcción del socialismo, la identificación de nuestros enemigos y el acercamiento a nuestros aliados.

En ese sentido se ha dado un debate en los últimos días en torno a la renovación de los partidos políticos en donde algunos de estos han tomado posiciones de ataque hacia el PSUV que a todas luces son desconsiderados e irrespetuosos. Han pretendido hacer ver que el cumplimiento de las normas electorales debe tener tratamientos especiales hacia algunos partidos, que por simplemente estar en el Polo Patriótico los hace merecedores de ciertas excepciones. Además nos han querido comparar con partidos como Acción Democrática o Copei, aquellos que imprimieron una desmedida carga represiva a la forma de hacer gobierno.

Producto de ese debate, la actitud de algunos dirigentes del Polo Patriótico ha sido la de calificarnos de anticomunistas, de que le hacemos el juego a la derecha, que los agredimos por ser aquellos quienes supuestamente movilizan al pueblo, etc, etc. Ante esos ataques, nada mejor que invitar al estudio del Libro Rojo, para recordarle a todos, militantes, simpatizantes y los que no están en el Psuv  algunos elementos que nos definen.

Somos un partido marxista, por lo tanto reivindicamos el Comunismo y el Socialismo como modelos de sociedad superiores al Capitalismo y hacia donde queremos avanzar. No somos un partido Marxista-Leninista, por lo que podemos apreciar que nuestra estructura partidista reivindica por un lado el Centralismo Democrático y por otro lado las decisiones y liderazgos colectivos, combinando un partido de cuadros con un partido de masas. Reivindicamos, tal como lo hizo nuestro Comandante Chávez, los grandes aportes que hizo a la Revolución Mundial y al Socialismo tanto  a Lenin como a Trotzky, a Mao, a Fidel y a tantos otros. Sin embargo, estamos en la búsqueda y construcción de nuestro propio modelo de socialismo, bolivariano, que supere las concepciones europocéntricas, que tome en cuenta nuestro carácter indoafroamericano, que beba del árbol de las tres raíces, y que tenga el amor del Comandante Chávez como motor del accionar político.

Somos un partido antiimperialista, un partido que cree en la Revolución, con una inmensa carga de Humanismo, que respeta las diversas posturas religiosas del Hombre, que lucha por un ecosocialismo militante, que es profundamente feminista, que no ocultamos para nada nuestra militancia, que desde la práctica construye un Estado Comunal, que cree en los procesos de liberación nacional y que practica el internacionalismo proletario.

Por estas razones somos orgullosamente del PSUV. Somos pueblo militante haciendo Revolución, con el Comandante Chávez como ejemplo y con Nicolás Maduro como principal conductor de un proceso que tiene al pueblo todo como protagonista.