miércoles, 30 de noviembre de 2016

Cuánto ganas tu, según Dólar Today



Omar Gómez
Recientemente, en una discusión con un personaje de la oposición, la frase lapidaria con la que se quiso terminar el debate fue esa, cuánto ganas tu. Inmediatamente él mismo respondió sin dar tiempo a nada, argumentando que su sueldo no llegaba a 20 dólares. Y terminó criticando los nuevos billetes de 500 Bs porque iban a ser papel muerto, pues qué se puede comprar con ellos.  Casualmente, en un evento cultural en una institución del Estado, el animador preguntaba, a manera de concurso, qué se compra con 500 Bs. Hasta estuvo bien posicionada como etiqueta el tema de los billetes. La respuesta generalizada sobre qué se podía comprar era que nada.

Si los revolucionarios no somos capaces de responder las cosas más sencillas o las más complejas, de forma que nuestro pueblo tenga los argumentos con los cuales enfrentar a la derecha, entonces estaremos fracasando en nuestra misión de formar y concientizar para la Revolución.

En primer lugar, es una trampa cuando se intenta calcular el sueldo de un trabajador según el dólar paralelo. Cuánto ganamos de acuerdo a las divisa estadounidense es una pregunta que debe ser respondida por un equipo de economistas ya que la respuesta es más compleja de lo que parece, porque todos los productos y mercancías no son susceptibles de ser calculados con el dólar paralelo.

Por ejemplo, hay países en donde un trabajador promedio gana unos 1.500 dólares. Ese trabajador para llenar un tanque de gasolina de 60 litros gastaría unos 50 dólares, es decir, el 3% de su salario. En Venezuela estaría pagando (calculando con un dólar paralelo a 3.000 bs) unos 2 centavos de dólar, es decir, el 0,0013% de su salario. Con los 1.500 dólares, un estadounidense se puede montar en el metro unas 600 veces, en Caracas puede usar el metro 1.125.000 veces. En los Estados Unidos un trabajador debe pagar alrededor de unos 60 dólares mensuales por la electricidad, es decir, un 4% de su sueldo. En Venezuela ese trabajador pagaría alrededor de 0,02% de su salario. Si analizamos los precios de la telefonía, del costo de Internet, de los precios de la Tv por cable, nos sorprenderíamos con los costos tan altos que paga un trabajador estadounidense en comparación con uno en Venezuela. Mención aparte tiene el asunto del agua, por la cual no se paga en nuestro país, sino únicamente por los gastos de distribución y a unos precios enteramente subsidiados.

Luego de esto, no podemos decir que nuestro salario se puede calcular de una manera tan simplista como esta. Conozco de cerca el caso de una persona extranjera cuyos hijos estudian carreras universitarias en el país, completamente gratis, y están esperando a que se gradúen para irse a su país de origen, porque "allá no se puede estudiar". Nuestra educación universitaria ofrece opciones gratuitas a toda la población, cosa que no vemos en otros países. Otro tanto tiene que ver con la salud, se de gente que viene al país a hacerse tratamientos odontológicos, cardíacos y otros, porque en sus países de origen no pueden.

Tenemos infinidad de bienes y servicios que son adquiridos con divisas a las tasas Dipro y Dicom, las cuales, en muchos casos, llegan con esos precios a los consumidores, por lo que los Bolívares con los que se compran no pueden compararse con un dólar paralelo.

Con este análisis lo que se quiere señalar es que no podemos de una manera simplista decir que nuestro sueldo se debe calcular según el dólar paralelo, ya que el mismo es mucho más complejo. Cuando nos dicen qué se compra con 500 Bs, respondamos, que se compran 500 litros de gasolina y que en ninguna parte del mundo podría hacerlo al mismo precio. Con 500 Bs se compran 125 pasajes del metro, se puede pagar el recibo de electricidad de un mes, pagar 55 recibos de gas, se paga un plan de voz, mensajería y datos o el recibo de agua y aseo.

Sin embargo, lo anterior no significa que estamos en el paraíso. Nuestro poder adquisitivo ha sido fuertemente deteriorado producto de la guerra económica que se expresa, entre otras formas, en los desmedidos ataques a nuestra moneda. Nuestro pueblo se ha empobrecido y ese es el daño de esta guerra en la que las víctimas las ponemos nosotros. Hay quienes se ponen del lado del capital y de quienes nos roban nuestras riquezas. Nosotros debemos estar del lado de los pobres, concientizando,  haciendo la Revolución y construyendo el Socialismo.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

La inclusión universitaria no incrementó en 2015, tampoco lo hará en 2016, tal vez en 2017



Bernardo Ancidey
En 2015 voceros del MPPEUCT, OPSU y rectores de universidades en Venezuela declararon, sin fundamento alguno, que la modificación en el mecanismo de asignación de cupos universitarios realizado en diciembre de 2014 por el Consejo Nacional de Universidades (CNU), marcó un hito en la historia del país en relación a la inclusión a la Educación Universitaria, describiéndolo como más igualitario, más democrático, mucho más participativo, mucho menos discriminatorio, y más justo. Como evidencia, mostraron datos del año 2015 en relación al género, origen de los asignados por tipo de plantel (oficial o privado), tipo de población que demanda cupo al sector universitario (población regular o  bachiller) y la que sin duda es la variable más importante: la asignación discriminada por estratos socio-económicos.
En este breve artículo demostraremos la inexistencia del tal hito, dado que los valores de los indicadores para medir el supuesto incremento de la inclusión en 2015 son iguales a los obtenidos en los años 2008 y 2009 con el “viejo mecanismo de asignación de cupos” y sin necesidad de traumas ni acciones Deus-ex machina como la llamada Acta 501 del CNU del 09/06/2015. Ésta última fue una verdadera acción desesperada para enmendar los entuertos cometidos y cumplir con la orden presidencial de darle atención especial, por fuera de cualquier mecanismo, a los candidatos con discapacidad, en extrema pobreza, indígenas no asignados, con promedios por encima de los 18 puntos, los me­jores de cada plantel, deportistas, artistas y privados de libertad. No está de más decir que esta población siempre ha sido el principal objetivo de inclusión social, declarado en las políticas públicas del despacho a cargo de la educación universitaria y de eso existen innumerables documentos oficiales que lo atestiguan. Solo la improvisación luego de cinco años (de 2010 a 2015) de inacción en la materia, justifica el Acta 501.
La metodología es simple: tomar los datos oficiales del Programa Nacional de Ingreso de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU) de los años 2008 y 2009 y compararlos con los mismos datos del año 2015. Presentaremos los datos principalmente en términos relativos porcentuales, para eliminar la impresión de números absolutos y sin referencia. La base será la totalidad de los asignados o demandantes de cada año.
Las tablas siguientes presentan los datos de las variables género, origen de los asignados por tipo de plantel (oficial o privado), tipo de población que demanda cupo al sector universitario (población regular o  bachiller)  y la distribución de los asignados según estrato socio-económico de los años 2008, 2009 y 2015:
Tabla 1. Distribución por Género
Años
Asignación
Demanda
Mujeres
Hombres
Mujeres
Hombres
2015
60%
40%
55%
45%
2009
63%
37%
57%
43%
2008
62%
38%
57%
43%

No se observan mayores diferencias entre los tres años. Hay un neto predominio de las féminas, tanto en la demanda como en la asignación. La feminización de la educación universitaria venezolana es un fenómeno que se viene observando desde los años 70 del siglo pasado. Nada nuevo bajo el sol.
Tabla 2. Distribución por Origen de los asignados por tipo de plantel
Años
Asignación
Demanda
Oficial
Privado
Oficial
Privado
2015
80%
20%
74%
26%
2009
77%
23%
69%
31%
2008
76%
24%
69%
31%

Los datos de la Tabla 2 indican un incremento entre 2 y 3 puntos porcentuales en 2015 con respecto a 2009 y 2008, pero al mirar la demanda se observa que la de planteles oficiales creció 5 puntos porcentuales. Es decir que la mayor asignación en 2015 de planteles oficiales es solo un reflejo del incremento relativo de la demanda de planteles oficiales. Por otra parte, el sesgo favorable en la asignación a los planteles oficiales con relación a la demanda sigue siendo similar en los tres años, 6 puntos en 2015, 8 en 2009 y 7 en 2008.
Tabla 3. Distribución por Tipo de población que demanda cupo al sector universitario:
Años
Asignación
Demanda
Regular
Bachiller
Regular
Bachiller
2015
76%
24%
75%
25%
2009
79%
21%
No disponible
No disponible
2008
82%
18%
78%
22%

En este caso se observa una disminución en 2015 de 3 y 6 puntos porcentuales en relación al 2009 y 2008 en la asignación de los aspirantes regulares. No parece mucho pero hay que estar vigilantes. El aumento de la población bachiller que solicita cupo podría reflejar una creciente ineficacia del proceso de ingreso, sea porque no logra ubicarles plazas a estas personas, o porque no están satisfechas con una asignación anterior, lo que las llevaría a repetir su solicitud de cupos.
Finalmente, la que sin duda es la más importante y polémica de todas las variables:
Tabla 4. Distribución por Estrato socio-económico
Años
Estrato
Absoluta
Porcentual
Asignación
Demanda
Asignación
Demanda
2015
I
3.282
11.274
1%
3%
II
35.016
91.839
16%
22%
III
69.270
143.519
31%
34%
IV
98.113
157.677
44%
37%
V
15.614
20.766
7%
5%
Subtotal 2015
221.295
425.075
100%
100%
2009



I
1.156
7.189
1%
2%
II
16.678
67.964
14%
17%
III
36.214
133.524
30%
33%
IV
55.645
176.251
47%
43%
V
9.051
23.701
8%
6%
Subtotal 2009
118.744
408.629
100%
100%
2008




I
1.206
7.080
1%
2%
II
15.663
64.160
14%
17%
III
35.671
129.389
32%
34%
IV
50.604
161.411
46%
42%
V
6.777
18.206
6%
5%
Subtotal 2008
109.921
380.246
100%
100%

En el gráfico siguiente se destaca el perfil de los asignados en los tres años según el estrato socio-económico:

Gráfico 1. Distribución de los asignados según estrato socio-económico en los años 2008,2009 y 2015. Autor.
De seguro los declarantes del supuesto hito histórico del año 2015, se sentirán profundamente decepcionados al revisar la última tabla y el gráfico anterior, y constatar que hicieron mucha alharaca para nada. El perfil de los asignados según estratos socio-económicos en 2015 es prácticamente igual al obtenido en 2009 y 2008. Veamos:
·         Para el estrato más pobre, el V, los porcentajes fueron 7% en 2015, 8% en 2009 y 6% en 2008;
·         Para el estrato IV, fueron  44%, 47% y 46% y
·         Para el estrato III, 31%, 30% y 32%.
Si queremos ponernos muy rigurosos, la conclusión sería que la distribución más favorable a los sectores de menores recursos, fue la del año 2009, es decir el segundo año de aplicación del modelo de asignación multivariable original, cuando la suma de los estratos IV y V representó el 55% del total de la asignación. Pero para no ser tan rudos, lo mejor es reconocer la verdad palmaria de las cifras y obtener la conclusión más razonable: no hubo ningún cambio significativo. Tampoco lo habrá en el año 2016 porque se continúa aplicando el mismo mecanismo.
El único mérito de las modificaciones de 2015 fue aplicar con cuatro (4) años de retraso, dado que estaba previsto para el año 2011, la eliminación de las pruebas internas, con lo cual se incrementó la disponibilidad de cupos a ser ofertados en los procesos de ingreso de 2015 y 2016. Surge el interrogante de por qué descontinuaron durante varios años las líneas de trabajo trazadas desde 2008, dirigidas a la creación de un verdadero Sistema Nacional de Ingreso, descritas en artículos previos sobre el tema (véase http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/author/bancidey), y de repente actuar como aprendices de brujos en un tema tan delicado.
Los cambios realizados produjeron desazón y malestar por la forma en que se efectuaron, sin presentar ningún estudio técnico-político, ocultando las fuentes de los datos y la forma de calcular los factores denominados condición socio-económica y la participación en actividades extra-curriculares que intervienen en  los índices de asignación de cupos. Y para peor, no han respondido a las acusaciones de algunas universidades de haber reducido el peso del promedio de notas del bachillerato en el cálculo de los índices de algunos aspirantes. Con todas estas actuaciones chapuceras han enviado un mensaje tremendamente negativo a nuestros estudiantes de educación media, al desvalorizar sus esfuerzos por salir mejor en sus estudios y a reforzar la creencia en que al final, el tramposo es el que triunfa.
En 2015 una alta autoridad declaraba con orgullo que a partir de 2015 era el diseño de “nuestro modelo”, pero del 2014 para atrás, es el “ustedes”, refiriéndose con osadía e ignorancia, a los rectores que supuestamente eran los que habían hecho el mecanismo de asignación utilizado de 2008 al 2014. La verdad, es que ese modelo, bueno o malo, era el modelo del Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria.
Es necesario reconocer los errores y retomar la agenda original, dirigida a incrementar verdaderamente la inclusión social, creando mecanismos que garanticen el ingreso, aseguren el buen desempeño estudiantil, y concilien los intereses de la patria con los de los aspirantes a un cupo universitario. Avanzar en la inclusión universitaria exige mucho más que cambiar los parámetros de un algoritmo. Espero que lo hagamos en 2017.

Artículo en homenaje póstumo al honorable Profesor Antonio Castejón, uno de los padres del modelo del año 2008, y con quien tuve el placer de trabajar en pro de la inclusión educativa en el sistema universitario.
Vayan desde aquí mis respetos a sus deudos.

Bernardo Ancidey
bernardo.ancidey@gmail.com